Desde que ella estaba en la secundaria y surgía la clásica pregunta: ¿Qué vas a estudiar en la Universidad?, Verónica Mirella Songor Tapia siempre respondía: “Me voy a la Policía, Quiero ser policía como mi ñaño”.
El servir y proteger estaba tan arraigado en sus pensamientos, que hizo todo, con la ayuda de sus padres y familia, hasta que consiguió ingresar a la institución, hacer el curso, aprobarlo y empezar a trabajar en lo que siempre había querido, hace casi dos años.
La joven de 24 años, tenía grandes metas en la Policía, como llegar a alcanzar un importante cargo jerárquico, pero los planes se diluyeron el pasado 9 de octubre cuando sujetos armados con pistola y fusil atacaron la UPC Nueva Prosperina, al Noroeste de Guayaquil, donde ella hacía guardia, y como consecuencia de ello, resultó gravemente herida. Lamentablemente, el reciente domingo pereció en una casa de salud tras una semana de agonía.
Verónica, oriunda de la provincia de Loja, siempre se caracterizó por ser buena estudiante y una buena profesional que siempre ayudaba a los demás. Su partida no solo deja un profundo vacío en sus familiares, sino también en sus compañeros y todos los ecuatorianos que miran con dolor y pesar las circunstancias en las que partió de este mundo.
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