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Vie. Nov 1st, 2024
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Personas caminan por un mercado callejero ayer, en Puerto Príncipe (Haití).

La población está asfixiada por la escasez de combustible, la crisis sociopolítica y la violencia.

Puerto Príncipe.- La carestía de la vida en Haití no deja respirar a una población ya asfixiada por la escasez de combustible, hastiada de una crisis sociopolítica sin precedentes y vapuleada por la violencia de bandas armadas que luchan por el control del territorio.

Muchos haitianos no tienen para comer, como Daphney, comerciante del Mercado Público de Pétion-Ville, en la capital.

«La vida es dura para mí. No puedo comprar comida. No puedo comprar nada. Tengo un negocio, pero la gente no viene a comprar», explica a Efe, acompañada por uno de sus hijos mientras clasifica los jengibres con los que intenta ganarse la vida.

Otra comerciante, Marie, lleva al menos tres años vendiendo sus productos en el mercado de Tabarre, cerca de la embajada de Estados Unidos en Haití y, según dice, no ha percibido ningún cambio en los precios, a pesar de una serie de medidas anunciadas por las autoridades para reducir el coste de la vida.

«No hay ningún cambio. El precio al que compro los productos no ha variado. El pollo sigue siendo caro. Solo el precio de las judías ha disminuido más o menos. Un saco de arroz se vende a 3.000 gourdes (unos 20 dólares). Así que todavía no ha bajado», afirma.

Malas perspectivas

En Puerto Príncipe y en varias ciudades de provincia, como Jacmel, Cabo Haitiano y Petit Goave, se han organizado manifestaciones para denunciar el alza de precios y la escasez de combustible, movilizaciones que han dejado al menos cinco muertos y un número indeterminado de heridos.

La situación económica de Haití es «preocupante», reconoció el gobernador general del Banco de la República de Haití (BRH), Jean Baden Dubois, dadas las previsiones de un crecimiento negativo del 0,4% del Ministerio de Economía y Finanzas.

La macroeconomía «está llena de desafíos», especialmente tras haber alcanzado, el pasado junio, la tasa de inflación más alta de los últimos diez años, del 29%, mientras que el precio de los productos importados está aumentando un 40 %.

La violencia agrava la crisis

Los grupos armados han agravado la crisis con sus acciones, entre las que está el bloqueo de la entrada sur de Puerto Príncipe, que ha dejado cuatro departamentos aislados del resto del país.

Ahí están los centros de producción de bienes de consumo que abastecen a Puerto Príncipe, de modo que «esto afecta a la situación económica del país de una manera muy fuerte», en un contexto marcado por al menos tres meses de grave escasez de combustible.

En los últimos años han aumentado los conflictos con armas, los robos y las violaciones, mientras que los secuestros y los asesinatos alcanzan un nivel alarmante, atemorizando a una población incapaz de seguir con su vida normal.

«Hoy en día hay personas que simplemente se quedan en casa. Esto tiene un impacto negativo en el consumo de bienes y servicios. El turismo interno prácticamente no existe (…) El acceso al puerto en la aduana de Puerto Príncipe es cada vez más difícil», lo que dificulta la captación de recursos en las aduanas, por no hablar de la cantidad de armas pesadas que entran en el país, expuso Dubois.

Además, el movimiento migratorio haitiano, acelerado por la falta de seguridad, está provocando la salida de dólares de la economía hacia otros países, en particular la vecina República Dominicana. «Nuestras remesas a Santo Domingo han aumentado drásticamente», dijo el responsable del BRH.

Esto significa que Haití está enviando más dinero a República Dominicana del que entra procedente del país vecino debido a la intensa migración de la población que huye del terror impuesto por las bandas armadas, uno de los motivos que explican la reducción en un 3 % de las remesas que llegan a Haití.

Medidas de escaso resultado

Las autoridades haitianas han anunciado una serie de medidas para «reducir el costo de la vida» en el país, entre las que se destacan la obligación de poner los precios en gourdes y la inyección de entre 100 y 150 millones de dólares en el mercado de divisas.

«Las inyecciones nunca dan resultados duraderos. Estos resultados son muy temporales. No es la primera vez que el Banco Central hace inyecciones, pero no permite estabilizar el problema«, en opinión del economista Enomy Germain, quien considera a las autoridades incapaces de cumplir con esas disposiciones.

Otra de las medidas impuestas fue una significativa bajada del dólar con respecto a la moneda local, pero menos de una semana después la divisa estadounidense empieza a recuperarse, con el riesgo de alcanzar un precio mucho más alto que el previo, de 150 gourdes por dólar.


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