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Vie. Nov 22nd, 2024
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Jaime Costales. (Foto: Cortesía USFQ)

El destacado catedrático, especialista en psicología social, habló con PRENSAMERCOSUR sobre cómo enfrentar está época turbulenta que vive el país. Conozca el tratamiento que recomienda.

Jaime Costales Peñaherrera, psicólogo social y político, ha acompañado de cerca los más de cuarenta años de la democracia ecuatoriana. En sus diferentes libros e investigaciones ha echado luces sobre la compleja psique del pueblo ecuatoriano y todos sus “demonios”, que afloran en la política nacional.

En una extensa entrevista con PRENSAMERCOSUR, el autor de la recientemente publicada obra ‘Psicología política del Ecuador’, compartió su evaluación de la democracia ecuatoriana, su diagnóstico de los problemas que nos aquejan y planteó propuestas tan prácticas como polémicas.

P. ¿Cómo evaluaría usted, en general, la experiencia ecuatoriana con la democracia, desde 1979 hasta ahora?

Como un avance evolutivo en la sociedad y en la política. Si bien ha sido en conjunto una frustración colectiva, debido a la incompetencia, corrupción y liderazgo fallido e intrascendente de la mayoría de los regímenes, dirigentes y partidos, hemos tenido líderes decentes y genuinamente democráticos, especialmente Jaime Roldós y, a su manera, Rodrigo Borja, cada cual con sus luces y sus sombras. Pero otros, sobre todo Bucaram, Gutiérrez y, especialmente, Correa, han sido una gavilla de farsantes que han destrozado la democracia y destruido al país.

P. En su obra usted aborda en repetidas ocasiones la impronta del populismo y el problema del caudillismo. ¿Qué puede hacer el país para proteger en el futuro a su democracia y a su pueblo de ese virus que habita dentro de su alma?  

Urge una psicoterapia colectiva que cure la psique de los ecuatorianos, les ayude a salir del derrotismo, el conformismo y la apatía cívica, y mejore significativamente su autoimagen y autoestima, para que dejen de creer que merecen dirigentes de pacotilla que explotan, mienten y roban a mansalva. Cambiar la conciencia colectiva, logrando que millones de ecuatorianos sean proactivos, responsables, honrados, respetuosos,  resilientes y creativos es el gran salto evolutivo que necesitamos dar.

P. Tras leer el análisis que usted hace de la psicología de los pueblos a partir del pensamiento de Jung y de la “Sombra”, surge la pregunta: ¿el pueblo ecuatoriano está enfermo y, por ende, busca siempre caudillos y salvadores? ¿o existe acaso alguna condición objetiva que justifique la necesidad de los ecuatorianos siempre de ser gobernados por “hombres duros”?  

Esa dependencia, esa adicción a caudillos y populistas autoritarios y corruptos, es parte de la psicopatología de la normalidad de la sociedad y la política ecuatoriana. El pueblo ecuatoriano, en buen porcentaje de sus integrantes, está gravemente enfermo de estos males, y por ello es indispensable la intervención mediante una psicoterapia colectiva que nos permita evolucionar trascendiendo esa psicopatología.

P. Usted ha advertido desde hace mucho tiempo sobre la importancia del movimiento indígena. ¿El movimiento indígena hoy es una fuerza democratizante o antidemocrática? ¿Qué debería hacer con él la democracia ecuatoriana para fortalecerse? 

Los fundamentos, la esencia del movimiento indígena, son democratizantes, en la búsqueda de que se repare las enormes injusticias históricas cometidas desde hace siglos contra nuestros pueblos originarios. Sin embargo, especialmente desde octubre de 2019, y en junio 2022, algunos dirigentes, particularmente (Leonidas) Iza, han manipulado al movimiento indígena para convertirlo en caballo de Troya de la mafia correísta para intentar revertir las sentencias en firme y los procesos judiciales de su caudillo y otros altos dirigentes. Han secuestrado a todo un país, especialmente a Quito, han cometido agresiones y graves violaciones de derechos sobre muchos ciudadanos, impidiéndonos circular, agrediéndoles, contaminando fuentes de agua, asaltando florícolas, amenazando a los propios indígenas para sumarlos al paro, atacando convoyes y automotores, lesionando policías y militares, produciendo la muerte de alguno, provocando miedo, caos, desazón, daños enormes a los negocios pequeños, medianos y grandes, y debilitando mucho al gobierno. Todo ello dentro de una propuesta: el “comunismo indoamericano”, lo cual es un insulto a la historia, a la inteligencia y a la libertad, porque el comunismo ha sido el sistema más opresor y violador masivo de los derechos humanos de la historia, genocida, en suma. El movimiento indígena tiene la obligación de liberarse del yugo de Iza y los violentos trasnochados, serviles del correísmo, si quiere construir una democracia mejor y más madura, junto a los mestizos.

P. Usted advierte sobre los riesgos políticos que se derivan de las particularidades de la psicología ecuatoriana, de la manipulación tecnológica y de otros elementos. Si usted pudiese formar a la clase política ecuatoriana del futuro, ¿en qué ámbitos o conocimientos haría énfasis para que, justamente, puedan proteger al país de esos riesgos?  

Es indispensable declarar constitucionalmente la corrupción pública y privada de alto vuelo, crimen de lesa humanidad. Hay que formar a los nuevos dirigentes en la convicción activa de que la política debe ser liderada por gente honrada y no por una gavilla de gánsteres, como tiende a suceder. Se necesita una escuela de líderes que forme exigentemente a los aspirantes a serlo, en valores éticos superiores y en destrezas de gestión de lo público. El fundamento tiene que ser un profundo y genuino patriotismo, un sincero y eficaz amor por la Patria, una revalorización honda del ser ecuatoriano. Además tienen que establecerse normas legales para que los candidatos a toda función pública por elección sean filtrados mediante rigurosas pruebas de salud mental, también de inteligencia, y demuestren un impecable pasado judicial, así como una hoja de vida brillante en el área de la gestión que vayan a asumir. No se puede permitir que cualquier audaz, narcisista, incompetente y con hambres atrasadas se suba a bailar en una tarima para ser presidente o alcalde o prefecto o asambleísta. Tenemos que ser sumamente selectivos. Tienen que liderarnos quienes poseen mejores destrezas, creatividad, honradez y valores éticos para asumir tal desafío.

P. Si ve al Ecuador como parte del mundo, ¿qué riesgos para la democracia existen que tengan un origen externo? ¿Se considera optimista o pesimista con respecto al futuro de la democracia en Ecuador? 

Estamos cercados por una creciente expansión del socialismo del siglo XXI en Latinoamérica, y por ambiciones geopolíticas cubanas, rusas, chinas, nicaragüenses y venezolanas, que auspician ese modelo perverso, opresor e inhumano. Veámonos en el espejo de la dictadura asesina de Nicaragua, en los gobiernos cleptocráticos de Venezuela (genocida además) y Argentina, para librarnos de tales tragedias. Por eso tenemos que defender la libertad y la democracia y lograr que el Ecuador no vuelva jamás a caer en manos del correísmo,  o de grupúsculos similares de mafiosos trasnochados con delirio de poder. Si logramos despertar a la mayoría de la población bajo la consigna de ni un solo voto por los correistas, ni un solo voto por los violentos, ni un solo voto por los corruptos, ni un solo voto por los que usan el trágico camino de la lucha de clases, podemos tener un mejor futuro. Hagamos una rebelión no-violenta en las urnas, evitando que los pandilleros de la política logren más espacios de poder. Mi propuesta es la sinergia de clases, en vez de la fratricida lucha de clases. Mi camino es el de la no-violencia, que es coherente además, con la salud mental colectiva. Mi propuesta es el Personalismo Sinérgico, una democracia evolutivamente superior que supere las taras y crímenes de la sociedad de mercado, y del comunismo, de toda forma de autoritarismo.

Trayectoria

Jaime Costales es catedrático e investigador de la Universidad San Francisco de Quito. Tiene un Doctorado en Política y Administración Pública (área: Psicología Política), Universidad Complutense de Madrid, febrero de 2016. También un Máster en Salud Mental y Clínica Social, Universidad de León, España, 2009. Es autor de más de 20 libros; el más reciente es ‘Psicología Política del Ecuador’.


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