Hace 30 años el tricampeón mundial rescató a Érik Comas, quien sufrió un terrible accidente en Spa-Francorchamps. Quedó inconsciente y su auto corría riesgo de explotar.
Ayrton Senna es inolvidable por sus tres campeonatos en la Fórmula 1, sus hazañas, carisma, pero también por su fuerte compromiso por la seguridad y preocupación por sus colegas en ese aspecto. Uno de los ejemplos más recordados ocurrió hace 30 años cuando le salvó la vida a Érik Comas que tuvo un accidente en el Autódromo de Spa-Francorchamps, durante los entrenamientos del Gran Premio de Bélgica, donde este fin de semana la Máxima retomó su actividad luego del receso por el verano europeo.
Comas fue una promesa del automovilismo francés y nació el 28 de septiembre de 1963 en Romans-sur-Isère, una ciudad medieval en el sudeste de su país. Fue campeón nacional de karting (1983) y también en las categorías promocionales, la Fórmula Renault (1986), la monomarca de Renault 5 Turbo (1987), la Fórmula 3 (1988) y en la que era antesala a la F1, la Fórmula 3000 (1990). En 1991 debutó en la Máxima con Ligier, por sus méritos y por su buen acompañamiento de sponsors.
“El año pasado fue duro porque el equipo estaba en plena reorganización, pero creo que para mí fue la mejor manera de empezar. De hecho, fue una elección política. Estoy en la F1 por Elf, que ha sido mi patrocinador durante diez años desde los karts. Y también Renault fue importante, ya que mi primer trabajo en 1981 y 1982 fue como vendedor de Renault en un concesionario”, afirmó en una entrevista con Grand Prix en marzo de 1992.
En 1991 llegó a la escudería gala de Guy Ligier que ya no era la que supo ser protagonista a finales de los setenta y principios de los ochenta. Poco pudo hacer Érik con un auto sin potencial. Al año siguiente se renovaron las expectativas con Renault como motorista y pudo sumar sus primeros puntos por sus dos sextos puestos en Canadá y Alemania y la quinta colocación en Gran Bretaña.
El viernes 28 de agosto de 1992, en los entrenamientos libres en Spa, Comas giró en su vuelta lanzada, esa en la que los pilotos buscan el límite para luego poder conseguir un tiempo óptimo en la clasificación para la carrera. Al llegar a Blanchimont, una rápida curva a la izquierda, perdió el control del su coche, el JS37, a unos 290 kilómetros por hora. El auto voló sobre la corta vía de escape y golpeó contra las barreras. En el choque, la rueda delantera derecha se soltó, impactó el casco de Érik y lo dejó inconsciente. Por la fuerza del incidente, el monoposto rebotó y terminó en el medio de la pista. Comas se quedó apretando el acelerador a fondo y el peligro creció pues se elevó la temperatura que no tuvo entrada de aire; el incendio o una explosión fue inminente, con el piloto inmóvil adentro del coche.
Pero Comas tuvo un ángel llamado Senna, que transitó a un par de segundos detrás suyo y fue testigo privilegiado del incidente. Cuando pasó al lado del Ligier escuchó el motor acelerado entre 7.000 y 8.000 revoluciones y vio al francés inconsciente. De inmediato el brasileño estacionó su McLaren MP4/7A, salió corriendo hacia el coche de Érik y se jugó la vida porque ante la poca visibilidad se metió en la nube de polvo y con el riesgo de que otros autos vinieran a alta velocidad. Encima coche de Comas quedó cruzado en la mitad de la pista y Ayrton rozó la muerte para socorrerlo a Érik. Llegó a su coche y apagó el motor para evitar un incendio. Luego, colocó la cabeza de forma erguida para que la presión no dañase las vértebras.
El brutal accidente de Érik Comas y rescate que le brindó Ayrton Senna cuya reacción le salvó la vida
Por esa época Sid Watkins era el jefe médico de la F1 mientras trabajó también como doctor en el Royal London Hospital (Whitechapel Hospital) de Londres. Una eminencia como neurocirujano que sirvió en la categoría entre 1978 y 2004 y luego fue presidente del Comité de Seguridad de la Federación Internacional del Automóvil (FIA) hasta 2011. Era amigo íntimo de Senna, quien siempre mostró interés en saber cómo actuar en caso de un accidente. El galeno le enseñó conocimientos básicos. “Cuando llegué, Senna estaba de rodillas sosteniendo la cabeza de Comas, de forma correcta, debo añadir. Mientras nos hacíamos cargo, Ayrton me dijo: ‘Me aseguré de que su respiración estuviera bien, y le dije al comisario deportivo que no le quitara el casco para que tú pudieras examinar los daños’. Era un buen alumno”.
En testimonios que consignó el portal GP Today, el galo contó que “tuve la desventaja de ser el primero en doblar esta curva (Blanchimont) y conduje directo contra el guardarraíl. Vi el video después porque no pude recordar nada de lo que sucedió. Mi rueda delantera derecha golpeó mi casco y quedé inconsciente, pero aún tuve el pie en el acelerador. El coche rebotó hacia a la pista”
“En las imágenes vi que Ayrton se detuvo tan pronto como escuchó que mi auto todavía estaba acelerando. El motor todavía estaba funcionando entre 7000 y 8000 RPM. Se quitó los cinturones y corrió por la pista hacia mí entre los autos que se aproximaron y que bajaron la velocidad porque vieron las banderas amarillas. Senna llegó al cockpit (donde se ubica el piloto) y buscó el interruptor principal para apagar el motor. En ese momento hubo riesgo de un incendio porque se perdió mucho aceite y combustible del auto. Era probable una explosión, pero él lo evitó y me salvó la vida”, agregó Comas, que luego de ser socorrido por Senna y Watkins, fue trasladado al centro médico donde se constató que sufrió una contusión y hematomas, y no corrió en Bélgica. Se recuperó y regresó en la fecha siguiente en Italia.
Un año y nueve meses más tarde en el Autódromo Enzo y Dino Ferrari de Imola se vivió el peor fin de semana de la historia. El terrible golpe de Rubens Barrichello contra las defensas por el cual el brasileño reveló que estuvo cinco minutos muerto y los trágicos choques de Roland Ratzenberger, el sábado, y de Ayrton Senna, el domingo, fueron golpes durísimos. Comas recordó que “el 1 de mayo de 1994, por primera vez en mi carrera, me senté junto a Senna en la reunión de pilotos. Todos estábamos en estado de shock por los acontecimientos de ese fin de semana y lo que había sucedido allí no parecía real. Ya había habido una tragedia con lo de Roland (Ratzenberger)”.
“Senna estaba golpeado por todo lo que pasó y fue quien hizo el comentario de que había que hacer algo para evitar este tipo de accidentes. Todos estábamos tocados por la muerte y creo que nuestra sensación era todo lo que extrañaríamos a alguien en la grilla para la carrera”, reveló.
Ayrton tuvo su choque fatal. La carrera se detuvo con bandera roja para asistir al brasileño y por un error de comunicación en Larrousse, el equipo para el que corrió ese año Comas, el piloto volvió a pista creyendo que se relanzaba la carrera. Llegó la curva Tamburello donde se encontró con el helicóptero y los auxiliares y médicos tratando de salvar la vida de Ayrton, cuya agonía fue indeclinable. Érik detuvo su coche, bajó y se quedó paralizado a unos metros del cuerpo del tricampeón mundial 1988, 1990 y 1991.
El relato de Comas sobre ese momento fue dramático: “Ayrton era una persona que de algún modo irradiaba algo y al llegar al lugar se sintió como si una bomba atómica hubiera estallado en Tamburello. Hubo una atmósfera muy pesada flotando en la zona y aun sin saber los detalles, supe que era algo muy malo. Me quedé paralizado, porque me encontraba ahí, al lado del hombre que me había salvado la vida dos años antes, y no podía hacer nada por él. Era algo que me hizo sentir terriblemente mal. Él me salvó la vida, pero yo llegué demasiado tarde y no pude salvarlo”.
“No soy un doctor y en cualquier caso él estaba en peores condiciones de lo que estaba yo, su accidente fue distinto del mío, pero encontrarme cerca suyo en ese momento, sintiéndome tan impotente. No pude hacer nada para ayudarlo y eso fue una experiencia tan horrible y la guardé para mí durante tanto tiempo que pasados diez años a duras penas empiezo a poder hablar de ello. Es algo que enterré dentro de mí durante mucho tiempo”, confesó.
“Me siento avergonzado y con cierta culpa por no haber retribuido lo que él hizo. Es difícil aceptar que alguien que salvó tu vida dos años antes estaba ahora a pocos metros de mí, herido gravemente. Quise dejar el coche e ir allí para ayudar de alguna manera, pero los médicos no me dejaron”, afirmó.
Video producido en el Autódromo de Interlagos, en San Pablo, Brasil, donde Érik Comas recuerda y agradece a Ayrton Senna
Y repudió el festejo en el podio: “Fue un gran escándalo lo que sucedió allí y lo escuché de otras personas. No lo vi porque estaba yendo al aeropuerto. Fue uno de los escándalos más grandes de la historia, especialmente porque mucha gente era hipócrita en ese momento. Todos sabían cómo era la situación alrededor de Ayrton en ese momento. La historia de la ceremonia después de la carrera fue encubierta por la FIA. En ese momento, hicieron todo lo posible para cruzar la línea y perder su propia credibilidad”.
“Fue difícil para mí darme cuenta de que yo fui el último piloto que lo vio a Senna antes de morir. Para mí, el libro de F1 estaba cerrado en ese momento”, concluyó. A finales de esa temporada Érik dejó la categoría, pero siguió con su campaña y fue campeón del Súper GT en Japón en la divisional GT 500, en 1998 y 1999 con un Nissan Skyline GT-R. Luego corrió cuatro veces las 24 Horas de Le Mans y su mejor resultado fue el segundo puesto en 2005 con un Pescarolo C60. Y logró los títulos de los Campeonatos de Rally Histórico de Italia (2015) y de Europa (2017).
Comas suele aparecer en alguna carrera o evento especial y recibe el cálido saludo de los fanáticos. Pudo haber tenido un mayor recorrido en la F1, pero aquel retiro de la categoría tras la tragedia de Senna fue una correspondencia hacia el piloto que le salvó la vida hace 30 años y se convirtió en héroe más allá de sus logros deportivos. Es una de las historias que marcaron para siempre al automovilismo y que se la recuerda tanto o más que la propia carrera de ese Gran Premio de Bélgica de 1992 cuando un tal Michael Schumacher, a bordo de su Benetton, logró el primero de sus 91 triunfos en la categoría.
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