Sucedió en 1987, cuando León Febres-Cordero ejercía la primera magistratura del país. El entonces mandatario estuvo secuestrado durante 12 horas por aliados de su ex jefe del Comando Conjunto que también era su compadre.
El viernes 16 de enero de 1987, el entonces presidente del Ecuador, León Febres Cordero, llegó a la Base Aérea de Taura en las afueras de Guayaquil, acompañado del ministro de Defensa y de un nutrido grupo de jefes militares. Lo que siguió enseguida es uno de los capítulos más raros de la Historia política de América Latina.
Todo inicia un 8 de marzo de 1986, cuando el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas del Ecuador, el general Frank Vargas Pazzos, acusó a Luis Piñeiros, ministro de Defensa del gobierno de Febres Codero, por adquirir con un sobreprecio de USD 6 millones un avión Fokker F28 para uso de la empresa pública Transportes Aéreos del Ecuador. Tras la acusación, el general Vargas Pazzos se sublevó en la Base Área de Manta en contra del ministro de Defensa, conflicto que duró varios días hasta que un equipo negociador logró que Vargas Pazzos se rindiera el 11 de marzo.
Después de ser trasladado a la Base Aérea de Quito, el 14 de marzo de 1986, Vargas Pazzos fue recluido en la misma base para permanecer en custodia a pesar de que el Congreso Nacional ya había aprobado una amnistía a su favor que el presidente Febres Cordero se negó a reconocer y a publicar en el Registro Oficial.
El 15 de marzo, en el mismo aeropuerto de Quito, Vargas Pazzos protagonizó un nuevo levantamiento argumentando que el gobierno no respetó los acuerdos sobre los que versaron su rendición. La fuerza pública irrumpió en la base aérea y capturó a los rebeldes.
El 19 de marzo de 1986, una comisión del Congreso Nacional inició una investigación y un mes después, el 24 de abril, decidió que no hubo ninguna infracción en la compra del avión, aunque la Contraloría General del Estado ya había fijado responsabilidades administrativas por 200 millones de sucres, pero sin determinar a quien o quienes era imputable este monto.
Casi un año después, el 16 de enero de 1987, varias unidades pertenecientes a las fuerzas de seguridad de la Base Aérea Taura, a 400 kilómetros al suroeste de Quito, secuestraron al presidente a Febres Cordero y a su equipo integrado por el ministro de Defensa, el general Medardo Salazar; el comandante general de la Fuerza Aérea Ecuatoriana, el general Jorge Andrade; el asesor presidencial Álex Ripalda; el hermano del presidente Nicolás Febres Cordero; y el presidente del Tribunal Militar, Gonzalo Fernández.
El acto de sublevación sucedió durante la recepción en la base de Taura a donde llegaron las autoridades y fue planificado con la intención de conseguir un acuerdo por escrito para la liberación del general Vargas Pazzos, que seguía retenido en Quito, más el perdón por las acciones de ese día y la publicación de un decreto legislativo en el Registro Oficial que contuviera estas peticiones.
Mientras secuestraban al presidente y a su equipo, uno de los guardaespaldas del mandatario disparó contra los delincuentes, hiriendo a tres de ellos. Los asaltantes respondieron matando a dos miembros de la guardia presidencial e hiriendo gravemente a tres más. Los miembros de la delegación sufrieron humillaciones y agresiones físicas al negarse a obedecer las órdenes de los rebeldes.
Tras haber permanecido 12 horas secuestrado, el presidente Febres Cordero cumplió su palabra con Vargas Pazzos, quien fue absuelto en el caso Fokker el 31 de marzo de 1987, luego de pagar una fianza de cinco millones y medio de sucres (la moneda del Ecuador en esa época). La garantía fue pagada por el oficialista Partido Social Cristiano, partido político del presidente Febres Cordero, que canceló la suma para impedir que Vargas Pazzos convocara a una colecta que incrementara su popularidad nacional. Unos días después, miembros del Grupo de Fuerzas Especiales de la Infantería de Marina arrestaron a los rebeldes.
Cuatro días después de su liberación, Febres Cordero solicitó a la Corte Suprema de Justicia abrir de oficio la causa para juzgar a los protagonistas del intento de magnicidio y culpó a los comandos de las fuerzas especiales que se sublevaron durante la rebelión ese 16 de enero de 1987. Simultáneamente, el alto mando militar disolvió las fuerzas especiales de la Base de Taura.
La oposición del Congreso Nacional aprovechó la oportunidad para exigir la renuncia del presidente mientras los medios llamaron al suceso como “El cuartelazo de Taura”.
Años después, en 2008, la Asamblea Nacional Constituyente, convocada por el entonces presidente Rafael Correa, concedió la amnistía a los 62 comandos que secuestraron al presidente León Febres Cordero.
Por el contrario, el 7 de octubre de 2014, la Asamblea Nacional del Ecuador reconoció como héroes a los soldados Patricio Robayo, Segundo Paspuel y Carlos Solís por salvar la vida del presidente Febres Cordero. Cinco soldados protegieron al presidente ecuatoriano y dos de estos murieron. Se trata de los sargentos Jaime Quinga del Ejército y Gonzalo Herrera de la Armada Nacional.
A Carlos Solís encajaron cinco balazos. A Segundo Paspuel le dispararon por cuatro veces. En ambos casos, las balas se alojaron en el cuerpo de los solados que fue usado como escudo humano para salvar la vida del mandatario.
El general Frank Vargas Pazzos fue dado de baja e inmediatamente se incorporó a la política electoral. Fue candidato presidencial en 1988, 1992 y 1996 sin ninguna suerte. Entre agostó de 1996 y febrero de 1997 fue ministro de Gobierno del presidente Abdalá Bucaram, destituido en medio de escándalos de corrupción.
La noche del 14 de diciembre de 2008, mientras Febres Cordero contaba sus últimas horas de vida, Vargas Pazzos se presentó ante él y le dijo: “Le doy mi mano de amigo y de lealtad al presidente, de su comandante general”. Y Febres Cordero le contestó: “He aceptado su visita porque el Ecuador siempre estará primero y los asuntos de honor solo se salvan por nuestra Patria”. El antiguo general se retiró cuadrándose, ofreciendo el saludo marcial y dijo “A usted señor presidente, toda mi vida le serví con lealtad”. Ambos eran compadres, pues Febres Cordero fue padrino de uno de los hijos de Vargas Pazzos.
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