El Estado, a través del Gobierno central, gobiernos departamentales, municipales y entidades públicas, destinó ingentes cantidades de recursos económicos en la guerra contra el covid, fundamentalmente para el equipamiento y compra de insumos de bioseguridad como medidas prioritarias.
Brújula Digital realizó un análisis de los datos del Sistema de Contrataciones Estatales (Sicoes) sistematizados por la plataforma Contratos Abiertos Bolivia y desarrollado por el Laboratorio TecnoSocial.
La suma de todos los ítems de bioseguridad contratados por las instituciones del nivel central, subnacionales, instituciones públicas, hospitales y otras entidades superó los 122 millones de bolivianos entre marzo de 2020 y enero de 2022.
Gran parte de los recursos se destinaron a la compra de insumos de bioseguridad como mascarillas, protectores faciales, trajes de bioseguridad, guantes, mamelucos, protectores de zapatos, cofias quirúrgicas, alcohol, lavandina, jabones y otros productos para la protección del personal de salud, funcionarios y el personal que estuvo al frente de la pandemia por el nuevo tipo de coronavirus.
Veamos algunos de esos ítems, según los datos digitalizados por el Laboratorio TecnoSocial: La adquisición de los equipos de protección del personal de primera línea como barbijos, protectores faciales, lentes, antiparras y otros equipos similares demandó al Estado al menos 44,3 millones de bolivianos.
La ropa de bioseguridad –denominada en los contratos como overoles, “ropa de protección sanitaria”, “trajes de bioseguridad”, “trajes de protección” o “traje de protección”– requirió un presupuesto de al menos 13,4 millones de bolivianos.
Los guantes de nitrilo, quirúrgicos, desechables y otros tipos de protección de manos costaron al menos 11,6 millones de bolivianos; mientras la ropa de protección, batas, mamelucos y otras prendas del personal médico demandaron 13,4 millones.
La compra de alcohol, en todas sus variedades, costó al menos 12,2 millones, mientras la lavandina o hipoclorito de sodio otros 7,5 millones.
Para este reporte no se realizaron comparaciones de precios entre uno u otro producto que pudieran revelar precios mayores a los del mercado; el ejercicio se concentró en la agregación de los ítems contratados.
Las entidades, por ejemplo, emitieron convocatorias para adquirir barbijos o protectores faciales con diferentes descripciones, aunque se trata de los mismos productos. En esos casos se realizó consulta a personal médico para tener la certeza de que se trata de equipos afines.
En muchos casos, las instituciones contrataron en una sola convocatoria insumos de bioseguridad, alimentos, repuestos de vehículos y otros productos que a primera vista no pareciera que tienen relación con la lucha contra el Covid-19.
También existen casos en los que no se especifica el producto adquirido; por eso es frecuente ver conceptos generales o hasta confusos como “respiradores K95” o “mascarilla”, o términos similares.
El Laboratorio TecnoSocial realizó un relevamiento de los datos del Sicoes y evidenció que en muchos casos no existen las fichas de los contratos, por lo que no se conocen los montos reales de las contrataciones. Por eso, para este caso, se sumaron sólo los contratos que tienen registrados los montos efectivos.
En 2020, como casi en todos los países del planeta, Bolivia no estaba preparado para hacer frente a esa pandemia que hasta ahora dejó más de 22.000 fallecidos en el país y más de un millón de contagiados, según cifras oficiales. Algunas estimaciones señalan que esas cifras deben multiplicarse por cinco, ya que están subvaluadas.
El análisis de los gastos del Sicoes establece que el equipamiento de los centros de salud, hospitales, centros de aislamiento y otras infraestructuras demandó un presupuesto adicional de al menos 44,6 millones de bolivianos.
El equipamiento, según el ejercicio de agrupación que realizó este medio, implica la compra de insumos como termómetros, camas de hospital, accesorios de cama para el cuidado del paciente, mesas, equipos médicos para la atención a pacientes con covid, equipos de computación y otros para el fortalecimiento del sistema de respuesta inmediata frente a la emergencia.
El oxígeno fue otro elemento importante para la lucha contra el virus. Bolivia demandó mucho de este producto sobre todo en la primera y segunda ola, según los contratos.
Los tanques de oxígeno, “cilindros de oxígeno y otros gases afines” requirieron un presupuesto de al menos 34 millones, aunque en muchos casos no se tienen detalles del tipo de oxígeno que demandaron los contratantes o las características de los productos.
Los ventiladores pulmonares y otros equipos similares tuvieron un costo que no supera los 10 millones de bolivianos y es previsible que este monto no sea el total porque muchos ítems tienen descripciones confusas como “respirador”, “respirador K95”, como ejemplo, por lo que amerita hacer un desglose más en detalle.
Pero hubo más: las máscaras, mascarillas y otros insumos especiales para la atención en las estaciones de terapia intermedia o intensiva requirieron un presupuesto de 9,5 millones de bolivianos, mientras que el montaje de plantas generadoras de oxígeno demandó un costo de 2,2 millones.
Otros gastos consistieron en alimentos, compra de medicamentos y de vacunas. En este último caso, el costo se desconoce, ya que los contratos fueron reservados y no constan en el Sistema de Contrataciones Estatales (Sicoes).
Página Siete.
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