La pandemia provocó que millones de personas utilicen mascarillas descartables. Estos elementos ahora representan el 1% de todos los desechos a nivel mundial. Cuál es el impacto en el ambiente y en los animales.
La contaminación plástica ya demostró cómo afecta negativamente al medio ambiente. Con la pandemia y la necesidad de aplicar medidas de cuidado, como es el uso de barbijos y los guantes, la realidad se tornó aún más sombría, ya que ahora estos elementos sanitarios representan el 1% de toda la basura arrojada a nivel mundial, según un reciente estudio realizado por científicos del Museo de Historia Natural del Reino Unido. Según señalaron, estas secuelas ambientales del COVID-19 pondrán en peligro durante decenas, si no cientos, de años a la vida silvestre.
Aunque en algunos países el uso de barbijo dejó de ser obligatorio y su uso comenzó a decaer, las secuelas de la pandemia en este sentido permanecerán durante décadas, según advirtieron investigadores británicos en un trabajo que fue publicado en Science of The Total Environment. Es más, según alertaron esta situación podría extenderse durante siglos.
Según explicaron los científicos, este estudio se realizó en base a “observaciones científicas comunitarias de todo el mundo”, mediante las cuales descubrieron que “las máscaras faciales desechables y los guantes de plástico podrían representar un riesgo continuo para la vida silvestre”, ya que los animales suelen enredarse con estos desechos plásticos y morir.
Alex Bond, coautor del artículo, curador principal y responsable de las aves en el Museo de Historia Natural, aseguró: “En última instancia, realmente no sabemos qué tan grande podría ser el problema de los desechos pandémicos“ y destacó que “dado que muchas áreas del mundo tenían restricciones sobre el movimiento no esencial, nunca podremos saber el verdadero alcance del problema, pero este estudio nos brinda una instantánea de la gran diversidad de especies que se vieron afectadas”.
Aunque el trabajo se centra solamente en 114 observaciones de todo el mundo, los expertos aseguraron que el problema puede ser aún más grande. “Con una demanda mundial estimada de más de 129 000 millones de máscaras por mes en el punto álgido de la pandemia, el efecto de los desechos de la pandemia será más pronunciado a medida que más plástico llegue a nuestros ecosistemas”, alertaron los expertos.
Al tiempo que Bond destacó: “Filtramos la mayor parte de la basura en nuestro entorno, ya que representa ejemplos como paquetes de papas fritas o colillas de cigarrillos que hemos visto durante años o décadas”. “Cuando el Equipo de Protección Personal (EPP) inundó nuestros sistemas de gestión de residuos en los primeros días de la pandemia, fue mucho más obvio porque era nuevo”, afirmó el investigador y reflexionó: “Ahora ni siquiera nos inmutamos cuando vemos una mascarilla azul en el suelo. Rápidamente se ha convertido en parte de nuestra experiencia diaria de desechos en nuestro entorno”.
En palabras de los investigadores, cuando el COVID se convirtió en pandemia y se comprobó la efectividad del barbijo como medida de protección, se registró un “aumento sin precedentes en la producción y el uso de plásticos de un solo uso”. Según explicaron los expertos, “de marzo a octubre de 2020, la cantidad de mascarillas abandonadas aumentó más de 80 veces hasta representar casi el 1% de toda la basura arrojada a nivel mundial y hasta el 5% en el Reino Unido”.
Es más, estos desechos dejaron las zonas urbanas y “viajaron” hasta regiones deshabitadas. En tanto, “los guantes desechables aumentaron inicialmente a alrededor del 2,4 % de la basura arrojada a nivel mundial en abril de 2020, pero luego volvieron a caer al 0,4 % a medida que avanzaba el año”, señalaron. Con este aumento de desechos, se comenzó a evidenciar cómo la vida silvestre se enfrentó, una vez más, a la basura generada por la humanidad.
“La basura también se ha relacionado con muertes de vida silvestre, y se cree que uno de los primeros fue un petirrojo estadounidense encontrado muerto en Canadá en abril de 2020 después de enredarse en una máscara facial. Más tarde ese año, se cree que un barbijo que se comió un pingüino de Magallanes en Brasil provocó la muerte del ave”, enumeraron a modo de ejemplo.
Para tomar dimensión de la problemática, los investigadores analizaron “114 avistamientos, de los cuales el 83% involucraban aves”, siendo que, en el ranking de los mas afectados siguieron los mamíferos, con un 11%; mientras que el 3,5% fueron invertebrados y el 2% peces. “Las aves corren un riesgo particular de enredarse con el plástico, y se sabe que un tercio de las especies de aves marinas y una décima parte de las especies de agua dulce han quedado atrapadas en artículos sintéticos”, señalaron.
Del total del impacto de los desechos en la vida silvestre, “el enredo refleja alrededor del 42% del impacto”, siendo que “un poco más que el 40% de los avistamientos en los que se usaron máscaras y guantes fueron para construir nidos”.
“Muchas aves construyen nidos y generalmente los construyen con elementos filamentosos, ya sea hierba, ramitas, musgo o seda de araña”, explicó Bond. Al tiempo que agregó: “Desafortunadamente, mucha basura tiene las mismas características, particularmente objetos como máscaras que tienen cuerdas para atar alrededor de las orejas. Cuando eso se incorpora a los nidos, presenta un riesgo significativo de enredos tanto para los adultos como para los polluelos”.
En cuanto a su análisis sobre el tiempo que durarán estas secuelas en el medio ambiente, los investigadores señalaron que “dado que se estima que las máscaras faciales desechables tardan hasta 450 años en descomponerse, los desechos dejados por la respuesta a COVID-19 deberán tenerse en cuenta en cualquier intento futuro de abordar la contaminación plástica global”.
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