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Jue. Nov 21st, 2024
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La lactancia materna es una fuente de salud presente y futura. A mayor duración mayor es su beneficio potencial.

La leche materna es una fuente de micronutrientes y macronutrientes, especialmente diseñada para la alimentación del lactante. No obstante, a partir de los 2 años, muchas madres comienzan a tener dudas sobre si es adecuada la lactancia en mayores, también conocida como “lactancia materna prolongada”.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y las sociedades científicas, entre ellas la Asociación Española de Pediatría (AEP), recomiendan mantener la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses.

A partir del año, esta debe ser combinada con otros alimentos sólidos y triturados en una dieta variada y equilibrada. En niños mayores, la leche materna aporta el 33% de las calorías diarias, por lo que realiza una función nutritiva.

Esto se debe a que la composición de la leche se va adaptando a lo largo del tiempo en que la madre continúa lactando. Por ello, no se trata de la misma leche al inicio que pasado el primer año.

No hay un límite establecido para la interrupción de la lactancia, sino que deben ser la madre y el hijo quienes lo decidan después de los 24 meses, según las recomendaciones de la OMS.

La pediatra Marta Castell, miembro del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría, explica a EFEsalud que “junto con una dieta variada y nutricionalmente completa, es una manera tan adecuada como otras fuentes de lácteos para los menores a partir de los dos años”.

¿Tiene consecuencias?

La pediatra aclara: “Siempre que no exista un desplazamiento de unos alimentos frente a otros, no existe riesgo nutricional en el niño mayor de 2 años”.

Tampoco conlleva un riesgo en el desarrollo cognitivo y psicológico del mismo. De hecho, Castell destaca que aporta “numerosas ventajas tanto para la madre como para el lactante”.

Algunos de sus principales beneficios son su aporte nutritivo, la mejora de las defensas y el neurodesarrollo y la protección de la madre frente a algunas enfermedades.

En la mayoría de los casos, serán circunstancias sociales, como la incorporación laboral de la madre o la falta de interés del menor, las que fuercen el destete.

Aunque en muchos países la lactancia se suele extender más allá de los 24 meses, la doctora Castell recuerda que “en países industrializados, va a ser una minoría de las madres las que puedan mantener lactancias prolongadas”.

“Si así lo desean, los profesionales sanitarios, pediatras, matronas y enfermería pediátrica deben apoyar a aquellas madres que deseen prolongar la lactancia materna, resolviendo dudas y ayudando en el proceso del destete cuando la madre lo desee”, recalca Castell.

Favorece el apego seguro

Por otro lado, la lactancia materna tiene enormes beneficios psicológicos como la creación de un apego seguro para los hijos, especialmente en niños mayores.

Diana Sánchez, psicóloga del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid y experta en psicología perinatal, detalla a EFEsalud que el efecto psicológico del pecho ayuda a generar cercanía entre la mamá y el bebé, ya que se segregan hormonas que producen relajación y bajan el cortisol.

“A nivel psicológico en bebés mayores, el pecho lo que produce es sensación de calma y seguridad. Estar en contacto continuo con su figura materna puede generar un apego seguro, pero el dar pecho no implica que se cree necesariamente”, apunta Sánchez.

La experta aclara que el apego seguro se genera con “la flexibilidad maternal y el saber atender las emociones de tu hijo”.

¿Hasta cuándo puede prolongarse?

Como se ha mencionado, a partir de los 2 años, la Organización Mundial de la Salud señala que la lactancia materna prolongada puede mantenerse hasta que la mamá y el bebé quieran.

“La base está en que sea un proceso respetuoso en el que la madre esté tranquila y lo pida el bebé. Si obligamos a un bebé a que siga con el pecho, podría ser algo a lo que deberíamos dar una vuelta para saber por qué ocurre”, recuerda la psicóloga.

En otras ocasiones, lo que ocurre es que el bebe quiere seguir, pero la madre no quiere o está incómoda. En este caso, lo mejor sería terminar con la lactancia, ya que puede generar una sensación de rechazo y angustia.

¿Cómo debe ser el proceso de destete?

En primer lugar, la psicóloga aconseja que “la madre esté decidida y que entienda que es normal que llore”.

“Es un duelo para su hijo. Es normal que algunos días lo pase mal. En algunos casos, las madres se sorprenden porque no ocurre nada”, destaca.

Por su parte, la pediatra Castell recomienda que “el proceso sea gradual y progresivo, según las necesidades del lactante y la madre”. Para ello, se deben disminuir de manera gradual las tomas para ir realizando un destete intermitente”.

Para el lactante, tras un periodo largo de 2-3 años permite afianzar otra forma de tomar leche con seguridad como la taza, vaso o biberón. Asimismo, ayuda a que se sienta seguro cuando precise apego con otras formas como su peluche preferido.

La lactancia como método de calma

Ese clima de relajación y seguridad que crea la lactancia para el bebé hace que muchas madres lo utilicen para calmarlos en momentos de llanto.

Ambas profesionales concuerdan en que es un método totalmente adecuado, si así lo desean tanto el hijo como la madre.

La lactancia puede ser usada en conjunto con otros métodos como el chupete o un juguete que le de seguridad y confort al niño. No obstante, la psicóloga recuerda que el chupete “sí que implica riesgos como los problemas de masticación y odontopediatría”.

“El pecho no tiene nada de perjudicial para un niño. No hay ningún estudio psicológico que haya demostrado lo contrario. En el caso de la parte física, tampoco existen estudios que muestren que sea perjudicial”, recalca la psicóloga.

Además, la experta añade que “los niños se van autorregulando y desarrollan estrategias para calmarse”. Por ello, “si es una lactancia, donde los dos quieren, no hay ningún problema”.

Si bien es cierto que también hay casos en los que la madre no quiere dejar la lactancia por miedo a separarse de su hijo.

“En estos casos, hay miedo de no darle el pecho y que la madre piense que deje de ser necesaria. Ahí se genera un vínculo ansioso entre ambos”, explica Sánchez.

“Eso sí, cuando está todo bien -añade- y hay una relación de apego sana no existe ningún problema”.


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