Detectaron un aspecto nuevo sobre los flavivirus, patógenos responsables de estas enfermedades. Del descubrimiento participaron dos investigadores argentinos. Infobae dialogó con uno de ellos.
Un trabajo realizado por investigadores del Centro de Virología de la Universidad Médica de Viena y el Instituto Pasteur de París, del que participaron dos científicos argentinos, podría cambiar cómo se abordan las enfermedades provocadas por los flavivirus, tales como el dengue, el zika y la encefalitis transmitida por garrapatas, donde los vectores como los mosquitos son los principales vehículos de contagio.
Con este avance, según explicó a Infobae uno de los investigadores, se podrán repensar las estrategias ante estas enfermedades, como así también las vacunas y los tratamientos.
”Hace 27 años se hizo el primer descubrimiento de cómo son las envolturas de estos flavivirus, pero aquello que se conocía como una pared chata tenía como una puertita de regulación que permitía su actividad. Vislumbramos algo que estaba oculto y que tiene un alcance a futuro que es generar nuevas tecnologías de desarrollo de antivirales. Hoy el dengue y el zika, por ejemplo, no tienen una vacuna efectiva y tampoco buenos antivirales. Pero comprender cómo es su funcionamiento es la base para generar nuevos desarrollos tecnológicos”, explicó a Infobae Mariano Dellarole, del Centro de Investigaciones en Bionanociencias (CIBION – Conicet).
En este hallazgo, el investigador trabajó junto a uno de los argentinos más respetados y reconocidos en el mundo en este campo, Félix Rey. “El trabajo forma parte de mi postdoctorado, que lo realicé en el laboratorio Virología Estructural del Instituto Pasteur bajo su dirección. Él fue quien descubrió la primera estructura de las proteínas de envoltura (E) de los flavivirus y en la actualidad es miembro estable de la academia de Ciencias de Francia”, relató. El descubrimiento fue publicado en Nature Communications.
Qué son los flavivirus
Antes que el nombre del virus, se conocen las enfermedades. Es que los flavivirus son los responsables del dengue, el zika, la fiebre amarilla o la encefalitis transmitida por garrapatas, por nombrar algunas. Pese a que se conocen desde hace muchos años y generan brotes que alertan a las autoridades sanitarias nacionales y los organismos internacionales, como la Organización Mundial de la Salud o la Organización Panamericana de la Salud, aún no existen terapéuticas o vacunas efectivas para la mayoría de ellas.
La única de éstas que cuenta con una inmunización, que tiene bajas tasas de cobertura en la población general (y que se centra solo en aquellos que viven en áreas donde se registran brotes de forma más frecuente) es la fiebre amarilla. “Hay distintos flavivirus, algunos pueden infectar vía garrapatas y otros vía mosquitos, que no solo son Aedes sino también Culex (Culicidae). Pero no son los únicos, porque hay un montón de variantes sobre el vector que los transmite, el tipo de población sensible, la sintomatología y las causas”, señaló Dellarole.
En ese sentido, el experto destacó la importancia que tenía conocer cuál es el comportamiento de este virus para “adaptarse a un ser específico o un vector, porque así como los flavivirus infectan al hombre, hay otros que infectan a animales, y generan otro tipo de problemas, y otros que sólo se quedan reproduciéndose dentro de los mosquitos. Entonces necesitábamos comprender cómo se adapta el virus para vivir en un organismo u otro, y pasar de un lado al otro”.
La forma que tienen estos virus se puede asemejar a una pelota. Cada uno de ellos cuentan con 90 dímeros de E (180 protómeros o monómeros), que son básicamente proteínas. Cada 3 dímeros de E se forman un zócalo y 30 zócalos empaquetan la totalidad de la superficie, conformando un patrón de tipo espina de pez.
“Estos virus cuentan con envolturas de 50 nanómetros de diámetro, con partículas recubiertas por 90 dímeros de esta proteína E, que es la proteína de envoltura y la proteína de fusión. Uno puede pensar a un dímero de E como una puerta de vaivén de estas que se ven en las películas de vaqueros, las cuáles cuando cambia el pH se abren, reacomodan, juntan y hacen la fusión con las membranas”, señaló el experto.
En ese tono, explicó: “Nosotros descubrimos la foto de cómo hace virus para mantener cerrada esa puerta de vaivén, que es un mecanismo intrínseco de estos dímeros, que se abre o cierra según cambios en el entorno del pH”.
Para decirlo de otro modo, al abrir estas puertas el virus puede testear si se encuentra dentro de un organismo que puede infectar. El responsable de dar aviso de esta situación es el pH, es decir que dependiendo de cuán ácido es su entorno madurará y se convertirá en una partícula viral que desencadenará la enfermedad al iniciar la fusión con las células. Caso contrario, cerrará las puertas y esperará a un mejor “paisaje”.
“Esta tapa controla tanto la entrada o infección viral (el proceso de fusión de membranas), como la salida de los nuevos flavivirus replicados en la célula infectada (maduración viral). Además, descubrimos cómo una proteína anexa, llamada PR, evita que los nuevos flavivirus se fusionen a la célula que los produce. Es decir, antes de salir. Es un nuevo paradigma y puede dar lugar a repensar algunas estrategias antivirales”, resaltó Dellarole.
Flavivirus: qué implica este descubrimiento
Para poder entender qué tan importante es este hallazgo se pueden establecer dos puntos esenciales. De ahora en más, los científicos pueden desarrollar vacunas y, mientras tanto, evaluar tratamiento efectivos para tratar la infección.
Con lo cual, de ahora en más, la medicina ya no se centraría en atender solamente los síntomas, sino que sería el patógeno el objetivo.
“La fiebre amarilla es súper letal y muy peligrosa, y es la única de todos los flavivirus que poseen una vacuna activa, pero no todo el mundo todo completamente vacunado y protegido. Y los brotes que se siguen dando en la región. Por ejemplo, fue esta enfermedad la que redujo un 8% a la población de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en el año 1871 y hubo un montón de epidemias en esa época en toda América. Otro flavivirus conocido es el Zika, que tuvo brotes emergentes en el año 2015 y provocó con cuadros de microcefalia y abortos en las mujeres embarazadas”, relató el experto.
La enfermedad provocada por un flavivirus más conocida es el dengue. En 2020, cuando el COVID fue el protagonista por la pandemia, esta enfermedad marcó su pico histórico en la Argentina, con unos 60 mil casos en todo el país. Según el último reporte epidemiológico que abordó esta enfermedad, entre 2021 y 2022 fueron “23 las provincias que notificaron casos con sospecha de dengue”, siendo que del total de los reportados durante el periodo en estudio, “Salta aportó un 77% de los casos confirmados, seguida por Buenos Aires con un 11% y Santa Fe, un 3%”. En tanto, los serotipos identificados fueron: 89% del DEN-2 (Salta, un caso en Córdoba y un caso en Santiago del Estero), y el restante 11%, del DEN-1 (Buenos Aires y Santa Fe).
Tras este hallazgo sobre los flavivirus: cuáles son los próximos pasos
Luego de las argumentaciones del científico argentino, ya no quedan dudas. Este avance marcará un antes y un después en el tratamiento de estas enfermedades. Ya que al conocer cómo se activan estos virus y cuál es el mecanismo que usan para iniciar la enfermedad, la ciencia comenzará a transitar un nuevo camino hacia vacunas y tratamientos efectivos.
“Conocer el mecanismo molecular que regula la infección permite, por supuesto, el desarrollo de nuevos antivirales y una nueva comprensión de cómo funcionan estos virus y cómo hacen para infectar a través de los vectores, como son los mosquitos. Conocer el mapa atómico de una región que cambia su estructura según el entorno y que es clave para la funcionalidad de la infectividad de estos virus es una herramienta clave para el diseño de nuevos antivirales, estrategias de monoclonales dirigidos o cualquier forma de atacar y combatir este flagelo”, aseguró Dellarole.
Y concluyó: “Es un cambio de paradigma importantísimo y como todo cambio de paradigma abre puertas hacia la imaginación de cómo combatirlos desde un punto de vista sanitario. Y toda esta comprensión permitirá muchos otros experimentos para tratar de comprender cómo estas pequeñas variaciones hacen que los distintos virus infecten y afecten de distinta manera, con distintos síntomas y a distintas poblaciones”.
Vale destacar que, además de Dellarole y Rey, fueron parte de la investigación Marie-Christine Vaney, Stéphane Duquerroy, Iris Medits, Georgios Tsouchnikas, Alejandro Rouvinski, Patricio Inglaterra, Karin Stiasny, y Franz X Heinz; los cuales pertenecen al Centro de Virología de la Universidad Médica de Viena y el Instituto Pasteur de París.
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