América Latina es la región del mundo donde los niños faltaron más días a la escuela durante la emergencia sanitaria.
La pandemia de COVID-19 produjo en América Latina un rezago educativo de dos años en promedio, aunque en algunos casos podría alcanzar hasta cuatro años, señaló una especialista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La experta del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) de la UNAM, Marion Lloyd, señaló que organismos como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el Banco Mundial (BM) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) coinciden en esa estimación.
«Lo anterior es preocupante porque muchos niños aprendieron poco o nada y olvidaron numerosos contenidos que ya tenían asimilados antes de la emergencia sanitaria», expuso Lloyd en un comunicado emitido este 23 de julio por la UNAM.
Aumentó la brecha
Señaló que, según estimaciones, en la región un 55% de los infantes de 15 años «desconocen los contenidos educativos mínimos que deberían manejar de acuerdo con su edad», por lo que se estima que el problema se incrementó en por lo menos un 15%, para rebasar el 70%.
«Es decir, más de dos de cada tres estudiantes de primero de secundaria no tienen los conocimientos que tendrían que dominar en ese nivel educativo», expuso.
Dijo que ello se debe a que en la mayoría de los países, «estuvimos encerrados cerca de dos años sin clases presenciales».
Recordó que en México, por ejemplo, como en otros países, se estableció programas de televisión, además de programación en radio, la distribución de libros de texto y el uso de internet, aunque no de forma generalizada.
«Los infantes que estaban mejor posicionados aprovecharon estas soluciones, sobre todo las clases por internet, mientras que los estudiantes marginados tuvieron que recurrir a la televisión y la radio, sin interacción alguna con los profesores», señaló.
Para la académica, «este problema pone en riesgo a una generación de estudiantes», pues por un lado no adquirieron los conocimientos suficientes y, por otro, muchos abandonaron la escuela.
«Hablamos de millones de estudiantes que no estudiaron y que probablemente trabajan, o que ni estudian ni trabajan y están en riesgo de entrar al mercado de las drogas. Desafortunadamente son las opciones para las personas más marginadas«, afirmó.
¿Qué se puede hacer?
También indicó que, a diferencia de otras naciones de la región, en México no se ha resarcido el daño a través de programas propedéuticos y pruebas diagnósticas para determinar, salón por salón, el grado de rezago en los escolares y qué hacer con ello.
Puso como ejemplo a Chile, donde se implementaron programas remediales para fortalecer los contenidos educativos, en particular en matemáticas.
Ante ello, consideró que se debe aumentar el presupuesto que se destina a la educación y dirigir una parte a realizar evaluaciones, «a fin de determinar cómo están los educandos, cuáles son las necesidades y posteriormente diseñar e implementar esos programas para llenar estos huecos educativos que tienen».
«Se requiere atacar el problema con un plan nacional, pero aplicado en cada estado, en cada escuela y en cada salón», dijo, agregando que se debe tomar en cuenta que América Latina es la región del mundo donde los niños faltaron más días a la escuela.
«Esto quizá se deba a que ha sido de las más golpeadas en términos de decesos, pero también hubo países que, a pesar de la situación sanitaria, decidieron continuar con las clases presenciales», finalizó.
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