La vulnerabilidad de las fronteras empuja a las autoridades argentinas a pensar en medidas adicionales a la persecución penal de los responsables, para solucionar los efectos del contrabando de hortalizas.
Entrevista a Yanina Settembrino, viceministra de Agricultura Familiar de Argentina.
Durante su visita a Paraguay para participar de la Reunión Especializada de Agricultura Familiar del Mercosur y del lanzamiento de la plataforma digital para mujeres rurales, la viceministra argentina, Yanina Settembrino, habló en esta entrevista sobre las políticas públicas adoptadas en su país para asegurar la provisión de alimentos sanos y el bienestar integral de quienes los producen. Así también, respondió sobre qué decisiones se deberían tomar para hacer frente al contrabando de hortalizas, que afecta sobre todo a la pequeña agricultura paraguaya.
-¿Cuáles son los ejes principales de las políticas públicas para la agricultura familiar en Argentina?
-En Argentina somos entre 300.000 y 350.000 familias dispersas en todo el territorio nacional, por supuesto en la zona norte, en los cinturones periurbanos, hay mayor concentración de estas familias. La agricultura familiar en Argentina se dedica tanto a las cadenas cárnicas como a la horticultura, fruticultura, incluso la pesca artesanal y participamos activamente en la producción de alimentos para el mercado interno en Argentina. Nosotros tenemos una ley de Reparación Histórica de la Agricultura Familiar en Argentina, donde el acceso a la tierra y el acceso al agua son dos políticas estructurantes. Cuando llegamos a la Secretaría, la primera política que sacamos fue el plan de acceso al agua, porque entendemos que es un derecho fundamental para nuestras familias campesinas.
-En cuanto a la capacidad presupuestaria de la Secretaría, ¿a qué porcentaje de las familias campesinas alcanzan todos los programas?
-La Secretaría hoy tiene un presupuesto importante en la combinatoria de fondos nacionales e internacionales. Es insuficiente por supuesto para la demanda que tienen nuestras familias y principalmente pospandemia, ya que parte del impacto que tuvo fue descapitalizar a las familias, muchas de nuestras familias para poder sostenerse vendieron algún bien o animales, entonces hoy nuestros esfuerzos están en que estas familias se recapitalicen. El otro pilar de nuestra Secretaría es el registro y la formalización, muchas de nuestras familias no estaban en el Registro Nacional de la Agricultura Familiar y eso el Gobierno neoliberal que nos precedió eliminó mucho de esos registros y encontramos un registro de la agricultura familiar diezmado, entonces tuvimos que reconstruirlo porque el Estado determina en esa ley de reparación histórica que el Estado debe reconocer a los núcleos de la agricultura familiar. Eso nos hizo trabajar también en herramientas de registros tributarios, fiscal, de a poco vamos trabajando en esa dirección y en la adaptabilidad de la normativa, tanto de inocuidad de los alimentos, de manipulación, de producción, de distribución, que debe ser adaptada y tener normativas específicas para la agricultura familiar, porque toda la normativa debe ser adaptada a la realidad de la agricultura familiar, la cual no debe ser empujada a que entre en una normativa que no esté adaptada a ella y que finalmente la excluya.
-¿En qué medida el salario social complementario que rige en Argentina ayuda a las familias productoras?
-Permite primero sostenibilidad y previsión, que eso en cualquier actividad económica hace que las familias estén más tranquilas, que pueda planificar y continuar con su actividad productiva, después está asociado al acceso a derechos que tienen que ver con el acceso al monotributo social, que es una figura tributaria fiscal específica de las economías sociales y populares. No es suficiente, nos falta mucho camino que recorrer en reconocer la cantidad de valor que nuestras familias generan, nosotros tenemos datos de que las familias agropecuarias en Argentina proveen de más del 60% de los alimentos frescos y que aparte somos el 50% del empleo rural.
-Pero, actualmente, ocurre que Paraguay prácticamente no exporta frutas y verduras, en cambio sí importa y en grandes volúmenes desde Argentina. ¿Cómo considera que se pueda pasar de la dependencia hacia la importación al autoabastecimiento?
-Sin dudas con inversión productiva, generando tecnología que nos permita seguir produciendo todo el año y poder lograr el autoabastecimiento en los casos posibles y, si no, los intercambios. Yo creo que mientras pensamos regionalmente y trabajemos sobre el valor de los alimentos de nuestros pueblos, de volver a poner en el centro de la agricultura la producción de alimentos y no la producción de commodities, obviamente nuestros países tienen una ventaja comparativa de exportar alimentos hacia el mundo y nadie podría no reconocerlo, sin embargo, creemos que es importante la inversión la agricultura familiar, ampliar las cadenas de distribución, generar procesos asociativos entre los productores, que puedan ampliar su escala, porque cuando los productores están sueltos capaz los niveles de producción no dan para poder distribuirlos en otros puntos del país.
-¿Le parece contraproducente que las familias migren de la producción de alimentos frescos al modelo de los commodities?
-Tenemos que trabajar para que los alimentos sanos y seguros sean importantes en nuestra producción de agricultura familiar. El costo es elevado, sin embargo a la hora de ganancia, la dificultad que tenemos con las producciones frescas es que son para los mercados internos, entonces están atados al poder adquisitivo de las familias nacionales. Creo que esa discusión económica, a través de compensaciones tiene que trabajarse dentro de los países de la región.
-En el caso de Paraguay no tenemos capacidad de exportar hortalizas y la competencia con los productos argentinos se ve afectada también por el tipo de cambio. ¿Qué solución se puede plantear para estos casos?
-Yo creo que cuando los fenómenos ocurren, siempre hay ganadores y perdedores, generalmente en estos procesos los agricultores familiares, incluso los argentinos, tampoco son ganadores, hay unos intermediarios que llevan la mejor parte de esos negocios, entonces yo creo que la manera de resolver un problema económico es con incentivo económico, que tiene que ver con la posibilidad de formalizar esa situación, entonces seguramente nuestros productores van a poder exportar directamente de manera formal y eso incluso podría pensarse en precios justos. Hay que trabajar en acuerdos internacionales, en acuerdos de cantidad o para fijar precios, para que sea beneficioso para ambos lados de la frontera.
Debería existir un formato de compensaciones para que algo de lo que reciba el que pueda exportar llegue a las familias que se están encargando de alimentar a nuestras poblaciones.
Creemos que es importante la inversión en la agricultura familiar, ampliar las cadenas de distribución, generar procesos asociativos y que puedan ampliar su escala.
UH
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