Uno de los centro de rehabilitación, que antes recibía a unas 80 personas por mes, ahora tiene hasta 250.
Dnipro (Ucrania).- Los militares ucranianos repiten que necesitan que otros países les envían armas, pero en el caso del centro de rehabilitación de mutilados en Dnipro lo que esperan son prótesis, pues ahora tiene más del doble de pacientes que antes de la guerra.
“Antes recibíamos entre 70 y 80 por mes. Ahora hasta 200 o 250, con una importante tendencia al alza”, asegura a Efe Oleksiy Shtanko, director de la Planta Protésica de Dnipro, una ciudad en el sureste de Ucrania, a donde llegan muchos de los heridos en el frente.
Piden ayuda externa
La ayuda del exterior es esencial “en estos tiempos difíciles”, subraya Shtanko, mientras observa a un par de pacientes que hacen ejercicios para aprender a andar con sus prótesis en las piernas.
Al centro le llega de todo, desde niños pequeños a ancianos, con mutilaciones menores y más graves, pero tienen prótesis para todos ellos, desde las que les piden por razones de estética a otras más complejas con inteligencia artificial.
Cualquiera puede acudir tras solicitarlo a través de un servicio público de Protección Social, para recibir asistencia gratuita, tanto para elaborar la prótesis como para su estancia durante la rehabilitación.
Les llegan ayudas, “pero me gustaría ver más, dada la cantidad de solicitudes que recibimos ahora”, confiesa.
El centro necesita una ampliación y hace falta dinero, o el envío de cualquier material, desde camas a maquinaria de ortopedia, para recibir más militares heridos y también a civiles, para ayudar “a un mayor número de personas”, añade.
Aceleraron la producción
La guerra también ha obligado a acelerar su trabajo, pues antes les llevaba un par de meses elaborar cada prótesis, a medida de cada paciente, pero ahora tardan solo uno.
Antes las amputaciones eran por causas como accidentes laborales o de tráfico, ahora muchas más por las heridas de la guerra, explica.
Shtanko destaca que los menores costes, por ejemplo en salarios, hacen que una prótesis en este centro resulte tres veces más barata que lo que puede costar en otros países de Europa, donde puede superar los 10.000 euros.
Con ese dinero aquí tienen para tres, contando todo el proceso desde su fabricación hasta completar la rehabilitación, que en el caso de las piernas “es rápido, en tres o cinco días se aprende a andar de nuevo”, comenta.
Pero para él, más que el dinero lo que importa es el resultado, que quien acude a ellos salga satisfecho.
Listos para todo
El centro se va preparando para cuando lleguen militares y también civiles con mutilaciones durante la guerra, para que comiencen su rehabilitación mientras ahora van preparando sus prótesis, cada una de forma manual, a medida y con el nombre de cada persona que las espera.
“Personalizada hasta en el color de su piel, incluso de sus uñas”, apunta un empleado mientras muestra un brazo de plástico.
Tienen preparada también una habitación para niños, una cocina donde los pacientes aprenden a convivir con sus nuevas manos para retomar su vida, a cómo abrir una puerta o poner una bombilla.
Pero necesitan unas barras adaptables a la altura de cada paciente que tiene que volver a aprender a andar, pues las que tienen ahora son fijas.
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