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Jue. Nov 21st, 2024
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Para un mundo agotado de luchar contra el coronavirus, el brote de la viruela del mono presenta una pregunta clave: ¿estoy en riesgo?

La respuesta es alentadora. Es probable que la mayoría de los niños y adultos con sistemas inmunitarios sanos esquiven una enfermedad grave, comentaron expertos en entrevistas. Sin embargo, hay dos grupos de alto riesgo.

Uno consta de los bebés menores de seis meses, aunque el brote actual todavía no les afecta. Y muchos adultos mayores, el grupo más propenso a sucumbir frente al virus de la viruela del mono, al menos están protegidos un poco gracias a las vacunas contra la viruela que se pusieron hace décadas, sugieren estudios.

Los adultos mayores vacunados podrían infectarse, pero es probable que escapen tan solo con síntomas leves.

“En resumidas cuentas, incluso quienes fueron vacunados hace muchas décadas mantienen un nivel muy, pero muy alto de anticuerpos y la capacidad de neutralizar el virus”, comentó Luigi Ferrucci, director científico del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento.

“Incluso si se vacunaron hace 50 años, esa protección debería seguir presente”, mencionó Ferrucci.

En Estados Unidos, se dejó de implementar la inmunización rutinaria contra la viruela en 1972. El ejército continuó con su programa de vacunación hasta 1991 a manera de precaución en contra de un ataque bioterrorista.

Las preguntas sobre la durabilidad de la vacuna contra la viruela surgieron después de un ataque de ántrax en 2001, comentó Anthony Fauci, el máximo asesor sobre enfermedades infecciosas del gobierno de Joe Biden. Era razonable suponer que la mayoría de la gente vacunada seguía protegida, señaló, “pero la durabilidad de la protección varía de persona a persona”.

“No podemos garantizar que una persona que fue vacunada contra la viruela esté protegida contra la viruela del mono”, comentó Fauci.

El brote de la viruela del mono ha aumentado hasta incluir 260 casos confirmados y muchos más que están siendo investigados en 21 países.

En Estados Unidos, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) están monitoreando nueve casos en siete estados, de los cuales no todos tienen un historial de viajes a países donde la viruela del mono es endémica. Esto sugiere que ya podría haber cierto nivel de transmisión comunitaria, les comentó a reporteros el jueves Rochelle Walensky, la directora de la agencia.

Walensky dijo que 74 laboratorios en 46 estados tienen acceso a una prueba que puede detectar la viruela del mono y juntos pueden analizar hasta 7000 muestras a la semana. La agencia está trabajando para expandir esa capacidad, mencionó Walensky, quien agregó: “Llevamos décadas preparándonos para este tipo de brotes”.

La infección de la viruela del mono, también llamada viruela símica, comienza con síntomas respiratorios, pero se desarrolla hasta convertirse en un salpullido distintivo, primero en la boca, luego en las palmas de las manos y las plantas de los pies y poco a poco en el resto del cuerpo. Con el tiempo, el salpullido crece hasta que se convierte en ampollas llenas de pus.

Cada pústula contiene virus vivo y una ampolla rota puede contaminar la ropa de cama y otros artículos, por lo que el contacto cercano es riesgoso. La gente infectada también debería tener mucho cuidado de rascarse los ojos porque el virus puede destruir la vista.

“Antes de que Jenner desarrollara la vacuna contra la viruela, la primera causa de ceguera en el mundo era la viruela”, comentó Mark Slifka, inmunólogo de la Universidad de Salud y Ciencias de Oregón. Las personas infectadas son contagiosas hasta que las pústulas se hacen costras y se desprenden, mencionó Slifka.

Slifka y otros expertos enfatizaron que, aunque la viruela del mono puede ser grave e incluso fatal, es improbable que el brote actual se convierta en una gran epidemia.

“Tenemos suerte de tener vacunas y tratamientos terapéuticos: cosas que pueden mitigar todo eso”, dijo Anne Rimoin, epidemióloga de la Universidad de California, campus Los Ángeles, quien ha estudiado la viruela del mono en África. “Sí tenemos la capacidad para detener este virus”.

La viruela del mono tarda hasta 12 días en causar síntomas, por lo que los doctores tienen un periodo de al menos cinco días después de la exposición para vacunar y prevenir la enfermedad (el enfoque, llamado profilaxis posexposición, no es una opción para los pacientes con COVID-19 porque el coronavirus puede comenzar a devastar el cuerpo tan solo un par de días después de la exposición).

El virus de la viruela del mono no se propaga en ausencia de los síntomas. Una vigilancia cuidadosa, el aislamiento de la gente infectada, el rastreo y cuarentena de contactos deberían contener el brote, declaró Rimoin.

La mayoría de las personas infectadas en este momento son hombres menores de 50 años y muchos identificados como gay o bisexuales, lo cual podría reflejar los posibles orígenes del brote en un evento del Orgullo Gay en las Islas Canarias (el brote podría haber empezado igual de fácil entre gente heterosexual en un evento grande, comentaron los expertos).

“El riesgo de exposición no se limita a un grupo particular”, comentó Walensky el jueves. “Nuestra prioridad es ayudar a que todo el mundo tome decisiones informadas para proteger su salud y la de su comunidad y eso comienza con la creación de conciencia guiada por la ciencia, no con un estigma”.

No se han reportado muertes. Sin embargo, los expertos están particularmente preocupados por los contactos cercanos que son niños, adultos mayores o quienes tienen sistemas inmunitarios débiles por otras razones.

Hay opiniones encontradas sobre la duración de la inmunidad de una vacuna contra la viruela.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades recomiendan refuerzos de las vacunas contra la viruela cada tres años, pero solo “para personas en riesgo de exposición por  su ocupación”, mencionó en un comunicado David Daigle, un vocero de la agencia.

“Hasta que sepamos más, seguiremos usando las reservas de vacunas disponibles para la gente que haya tenido un contacto cercano con casos conocidos y la gente con el mayor riesgo a estar expuesta por sus trabajos, como los profesionales de la salud que tratan a los pacientes con la viruela del mono”, comentó Daigle.

Estados Unidos y varios países europeos han comenzado a inmunizar a los contactos cercanos de los pacientes infectados, una estrategia llamada vacunación en anillo.

Muchos de los grupos más vulnerables ya podrían estar protegidos. En un estudio, Slifka y sus colegas tomaron muestras de sangre de 306 voluntarios vacunados, algunos de los cuales habían sido inmunizados hacía décadas, entre ellos uno que había sido inmunizado 75 años atrás. La mayoría mantuvo altos niveles de anticuerpos contra la viruela.

En otro estudio, Slifka y sus colegas mostraron que los anticuerpos que producía incluso una sola dosis de la vacuna contra la viruela disminuían con bastante lentitud en el cuerpo, hasta la mitad después de 92 años.

Ferrucci y sus colegas del NIH, así como otros equipos, también descubrieron que los niveles de anticuerpos persisten durante décadas luego de la vacunación. Algunos estudios encontraron que otras ramas del sistema inmunitario también disminuyen lentamente, pero los anticuerpos producidos por la vacunación pueden ser suficientes por sí solos para proteger contra la viruela del simio.

Si la viruela comenzara a propagarse, tendría sentido inmunizar a cualquiera que esté expuesto por su alta tasa de mortalidad, independientemente de una vacunación previa, dijo Gigi Gronvall, experta en bioseguridad del Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud.

“No queremos correr el riesgo de que alguien quede desprotegido”, dijo.

Sin embargo, eso no es necesario ahora: “Esto es viruela del mono”, añadió.

La evidencia de los anticuerpos en los laboratorios no demuestra que la vacuna contra la viruela puede proteger contra la viruela del mono. Sin embargo, para responder esa pregunta se necesitaría que los participantes de los estudios se infectaran a propósito con viruela o un virus relacionado, un experimento poco ético a todas luces.

Por la misma razón, las vacunas y los fármacos más nuevos contra la viruela tan solo se han probado en animales.

Sin embargo, una forma de estudiar la efectividad de la vacuna en las personas consiste en recopilar evidencia durante un brote. El equipo de Slifka hizo exactamente eso en 2003, cuando decenas de estadounidenses se infectaron con la viruela del mono después de haber estado expuestos a perros de la pradera infectados.

Los investigadores volaron a Milwaukee y extrajeron sangre de 28 personas que habían estado expuestas a los perros de la pradera infectados. De las ocho personas que habían sido vacunadas previamente, cinco desarrollaron un promedio de tres ampollas llenas de pus, en comparación con un promedio de 33 en los que no estaban vacunados.

Los otros tres individuos vacunados no tenían ningún síntoma. “Ni siquiera sabían que habían sido infectados”, dijo Slifka.

Otro estudio de ese brote encontró que en una familia de tres, el padre previamente vacunado desarrolló solo dos lesiones de viruela símica en comparación con 200 en la madre no vacunada. Su hija de 6 años no vacunada tenía alrededor de 90 lesiones y estuvo en coma durante 12 días.

Los cuestionamientos en torno a la durabilidad de la protección de la vacuna contra la viruela del mono han adquirido una importancia particular pues ha aumentado la cantidad de casos en el mundo. La viruela del mono volvió a surgir en la población de Nigeria en 2017 y desde entonces ha habido unos 200 casos confirmados y 500 casos sospechosos.

El Congo ha registrado 58 muertes y casi 1300 casos sospechosos desde el inicio de este año.

La gente en los pueblos africanos solía contraer la viruela del mono de animales mientras cazaba, pero casi no infectaba a otros. “Tan solo hasta hace muy poco, como en los últimos años, comenzamos a ver esto”, dijo Rimoin para referirse a brotes más numerosos.

La erradicación de la viruela, aunque es uno de los logros más grandes de la salud pública, ha dejado vulnerables a poblaciones frente al virus y sus primos.

La reducción de la inmunidad, además del crecimiento de la población y de una mayor cercanía con los animales silvestres, podría dar como resultado brotes más frecuentes de la viruela del mono, advirtieron Rimoin y sus colegas en 2010.

Los brotes desenfrenados, particularmente entre personas inmunodeprimidas, le darían al virus mayores oportunidades de adquirir mutaciones que lo hagan más resistente, tanto en personas como en animales.

“Si la viruela del mono se estableciera en un reservorio de vida silvestre fuera de África, el revés para la salud pública sería enorme”, dijo Rimoin. “Eso, creo, es una preocupación legítima”.

NY Times


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