Las enfermedades del corazón son la principal causa de muerte entre hombres y mujeres en Estados Unidos, y ocasionan la muerte de casi 700.000 personas al año. Sin embargo, desde hace tiempo, los estudios han demostrado que las mujeres son más propensas que los hombres a ignorar las señales de advertencia de un infarto, pues en ocasiones esperan horas o más para llamar a emergencias o ir a un hospital.
Ahora los investigadores intentan averiguar la razón. Han descubierto que las mujeres suelen dudar en pedir ayuda porque los síntomas de un infarto son más sutiles que en los hombres, pero incluso cuando acuden al hospital, los profesionales de la salud suelen restarles importancia a sus síntomas o retrasar su tratamiento. Las autoridades de la salud afirman que las cardiopatías en las mujeres siguen siendo poco diagnosticadas y tratadas, y que estos factores contribuyen a que los resultados sean peores entre las mujeres y a que aumenten los índices de mortalidad por esta enfermedad.
La mayoría de los estudios sugieren que una de las principales razones por las que las mujeres retrasan la búsqueda de atención médica —y con frecuencia se les da un diagnóstico equivocado— es por los síntomas que presentan. Aunque el dolor o el malestar en el pecho es el síntoma más común de un infarto en ambos sexos, las mujeres que sufren ataques al corazón son mucho menos propensas que los hombres a presentar cualquier dolor en el pecho. En cambio, suelen tener síntomas que pueden ser más difíciles de relacionar con problemas cardiacos, como dificultad para respirar, sudor frío, malestar, fatiga y dolor de mandíbula y espalda. Un informe de la Asociación Estadounidense del Corazón reveló que los infartos son más mortales en las mujeres que no presentan dolor en el pecho, en parte porque tanto las pacientes como los médicos tardan más en identificar el problema.
No obstante, cuando las mujeres sospechan que están sufriendo un infarto, siguen teniendo más dificultades que los hombres para recibir tratamiento. Los estudios demuestran que es más probable que se les diga que sus síntomas no están relacionados con el sistema cardiovascular. Los médicos les dicen a muchas mujeres que sus síntomas son producto de su imaginación. Un estudio reveló que las mujeres que se quejaban de síntomas compatibles con una enfermedad cardiaca —incluido el dolor de pecho— tenían el doble de probabilidades de que se les diagnosticara una enfermedad mental en comparación con los hombres que se quejaban de síntomas idénticos.
Las mujeres se enfrentan a esperas más largas y a diagnósticos más lentos
En un estudio publicado este mes en el Journal of the American Heart Association, los investigadores analizaron los datos de millones de visitas a las salas de urgencias antes de la pandemia y descubrieron que las mujeres —y en especial las mujeres de color— que se quejaban de dolor en el pecho tenían que esperar un promedio de 11 minutos más para ver a un médico o enfermera que los hombres que se quejaban de síntomas similares. Las mujeres tenían menos probabilidades de ser ingresadas en el hospital, recibían evaluaciones menos exhaustivas y era menos probable que se les realizaran pruebas como un electrocardiograma, o ECG, que pueden detectar problemas cardiacos.
Alexandra Lansky, cardióloga del Hospital Yale-New Haven, recordó a una paciente que había consultado a varios médicos por dolor en la mandíbula, por lo que la refirieron con un dentista, el cual le extrajo dos molares. Puesto que el dolor de mandíbula no desapareció, la mujer fue a ver a Lansky, quien descubrió que el problema estaba relacionado con el corazón. “Acabó sometiéndose a una cirugía de derivación coronaria porque el dolor de mandíbula se debía a una enfermedad cardiaca”, explicó Lansky, quien dirige el Centro de Investigación Cardiovascular de Yale.
A lo largo de los años, las autoridades de salud han intentado abordar la brecha de género en la atención cardiovascular mediante diversas campañas de servicio público. El gobierno federal y la Asociación Estadounidense del Corazón lanzaron campañas para aumentar la conciencia sobre las enfermedades del corazón y sus síntomas entre las mujeres, al igual que la Women’s Heart Alliance, que el año pasado comenzó a poner anuncios en Facebook, Instagram y miles de emisoras de radio y televisión. Al ritmo de la música de Lady Gaga, los anuncios del grupo instan a las mujeres a “identificar las señales” de un ataque al corazón, que, advierte, pueden ser tan vagas como la sudoración, los mareos o una fatiga inusual.
En enero, un grupo de científicos publicó un estudio en el que se analizaron los factores que llevan a las mujeres a retrasar la búsqueda de atención para sus problemas cardiacos. Descubrieron que la ausencia de dolor o molestias en el pecho era una de las razones principales. El estudio, publicado en la revista revisada por pares Therapeutics and Clinical Risk Management, analizó a 218 hombres y mujeres que fueron tratados por infartos en cuatro hospitales diferentes de Nueva York antes de la pandemia. Descubrió que el 62 por ciento de las mujeres no presentaba ningún dolor o molestia en el pecho, en comparación con solo el 36 por ciento de los hombres. Muchas mujeres informaron de dificultades para respirar y síntomas gastrointestinales como náuseas e indigestión. Alrededor de una cuarta parte de los hombres también declararon tener dificultad para respirar o molestias gastrointestinales.
En definitiva, el 72 por ciento de las mujeres que sufrieron un infarto esperaron más de 90 minutos para acudir a un hospital o llamar a emergencias, frente al 54 por ciento de los hombres. Poco más de la mitad de las mujeres llamaron a un familiar o a un amigo antes de llamar a urgencias o acudir a un hospital, en comparación con el 36 por ciento de los hombres.
Las enfermedades cardiacas están aumentando en las mujeres más jóvenes
“Tanto en las mujeres como en los hombres hay una falta de comprensión de que un infarto no tiene por qué causar dolor en el pecho o estos increíbles síntomas como los que se ven en las películas”, dijo Jacqueline Tamis-Holland, autora del estudio de enero y cardióloga del Monte Sinaí Morningside de Nueva York.
Tamis-Holland aseveró que hay otras razones de este retraso. Una de ellas es que las mujeres no se consideran tan vulnerables a las enfermedades del corazón como los hombres. Estudios anteriores han demostrado que son más propensas a desestimar sus síntomas como estrés o ansiedad. También tienden a desarrollar enfermedades cardiacas a edades más tardías que los hombres. En el estudio de Tamis-Holland, las mujeres que sufrieron ataques cardiacos tenían una media de 69 años, mientras que la edad media de los hombres era de 61 años.
Sin embargo, las mujeres más jóvenes no son inmunes a las enfermedades del corazón. De hecho, estudios recientes han revelado que los infartos y las muertes por enfermedades cardiacas han aumentado entre las mujeres de 35 a 54 años, en parte debido al incremento de los factores de riesgo cardiometabólico, como la hipertensión y la obesidad.
“Creo que muchas mujeres jóvenes no pueden creer que tienen una enfermedad cardíaca porque nunca se ha etiquetado como una enfermedad de mujeres jóvenes”, dijo Lansky del Hospital Yale-New Haven. “En segundo lugar, los síntomas en las mujeres más jóvenes son aún menos típicos: hay menos sensación de elefante en el pecho y más indigestión, falta de aire, malestar, fatiga y náuseas, cosas que no son muy específicas. Eso dificulta que lo identifiquen como un problema”.
Los expertos afirman que se necesita mayor divulgación y educación para ayudar a mujeres y hombres a reconocer los síntomas y los factores de riesgo de las enfermedades cardiacas, pero Lansky asegura que también quiere capacitar a la gente para que se convierta en defensora de sí misma. Si sospechas que está pasando algo malo con tu salud, no dejes que un proveedor de atención médica te rechace hasta que tengas respuestas, dijo.
“Si no te sientes bien y crees que en el ámbito de las posibilidades hay un problema con tu corazón, entonces deberías explicarlo”, dijo Lansky. “Di: ‘Me preocupa la posibilidad de estar teniendo un infarto y quiero que me haga un electrocardiograma para tener la certeza’. Nadie en el servicio de urgencias va a decir que no te lo pueden hacer, pero a veces no lo piensan, así que es bueno comunicarlo”.
Lansky recomendó que la gente sea lo más detallada posible al describir sus síntomas, lo que puede conducir a un mejor diagnóstico. También señaló que las representaciones de Hollywood de personas que se agarran el pecho durante un ataque al corazón pueden ser engañosas: a menudo las personas experimentan presión u opresión en el pecho debido a la enfermedad cardíaca, en lugar de dolor. También pueden sentir una fatiga inusual o falta de aliento en respuesta a un ligero esfuerzo. “Si subías y bajabas las escaleras y ahora tienes que detenerte para recuperar el aliento, eso debería ser una señal de alarma”, dijo.
Lansky instó a las mujeres a participar en ensayos clínicos centrados en la medicina cardiovascular. Señaló que gran parte de lo que se sabe sobre las enfermedades cardíacas procede de estudios en los que participan hombres. Las mujeres representan solo entre el 20 y el 25 por ciento de quienes participan en los ensayos clínicos relacionados con los ataques cardíacos y los tratamientos intervencionistas, dijo. Una de las razones es que durante muchos años las autoridades de salud excluyeron a las mujeres, por temor a que si se quedaban embarazadas o experimentaban fluctuaciones hormonales pudieran influir en los resultados de los ensayos.
“En muchos casos, nuestras recomendaciones se basan en pruebas derivadas de pacientes masculinos”, dijo Lansky. “En medicina cardiovascular, es un reto conseguir que participen más mujeres. Hay un millón de obstáculos, pero es muy importante fomentar la participación en los estudios clínicos. Si quieres hacer algo por la humanidad, eso es algo importante”.
NY Times
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