Ecuador es el país que da nombre a la línea imaginaria que permite la división de los hemisferios norte y sur de la Tierra. La línea pasa por Quito, la capital, donde uno de los atractivos turísticos más importantes es el complejo Ciudad Mitad del Mundo. Pero la mayoría de los turistas desconoce que, en realidad, las mediciones más precisas han determinado que la verdadera mitad del mundo está a más de 200 metros de ese sitio.
En 1936, Luis Tufiño, un geógrafo ecuatoriano construyó el primer monumento en la Mitad del Mundo. Más de 40 años después, en 1979, el monumento se reubicó 7 kilómetros al oeste de su origen y se lo llevó a Calacalí, una parroquia de Quito. Para 1981, ya había iniciado la construcción de la Ciudad Mitad del Mundo, donde se colocó un monumento de 30 metros de altura y se trazó una línea para simular la línea ecuatorial. Este complejo turístico abrió sus puertas al público en 1992 y desde entonces millares de turistas han acudido al lugar para poder poner un pie en cada hemisferio del planeta.
En la Ciudad Mitad del Mundo, los visitantes pueden apreciar muestras de arte ecuatoriano, observar artesanías y deleitar gastronomía tradicional.
Además de su objetivo turístico, el complejo Ciudad Mitad del Mundo se creó como conmemoración a la Misión Geodésica Franco-Hispana del siglo XVIII, que visitó Ecuador y determinó el sitio donde se marca la latitud cero. Incluso la entrada al monumento tiene bustos esculpidos con los miembros de la misión. Hay también pabellones en honor a los países que participaron en esa excursión.
Sin embargo, la medición de aquellos geodésicos no fue tan precisa y se levantó un complejo turístico en el lugar equivocado, pues la verdadera mitad del mundo está en la cima del monte Catequilla, ubicado 240 metros al sur, como ya habían determinado los indígenas de la zona y fue confirmado más tarde por nuevas mediciones más exactas.
El cerro Catequilla es un sitio arqueológico desde donde se observan todos los sitios arqueológicos de la región y más de 20 sitios urbanos con antecedentes prehispánicos. El nombre del lugar demostraría la presencia de los incas en la zona.
En el cerro Catequilla, según las mediciones actuales, está la verdadera mitad del mundo.
La cosmogonía indígena, que encontró en la mitad del mundo un lugar preciso para sus rituales, no fue ignorada del todo. En la década de 1990, se crearon dos museos alternativos para referirse a la línea ecuatorial, uno en San Antonio de Pichincha y otro en Cayambe, a la sombra del volcán homónimo.
El museo de San Antonio de Pichincha se llama Inti Ñan y está ubicado a 750 metros de la ciudad Mitad del Mundo. El fundador del museo fue Fabián Vera. Inti Ñan significa “camino del sol”. El terreno en donde se levanta el museo está atravesado por la línea equinoccial, según se ha podido comprobar por mediciones más precisas de GPS.
El Museo Inti-Ñan honra a las culturas solares e incluye una muestra totémica con íconos pertenecientes a las religiones heliocéntricas que existen en el continente. En el lugar se pueden apreciar dos chozas construidas en el siglo XIX, pero que fueron rehabilitadas en los noventa.
En un artículo publicado por el académico Ernesto Capello, se recoge el testimonio de Fabián Vera, quien explica que en el lugar donde está el Museo Inti Ñan se realizaban las primeras fiestas del equinoccio, una tradición aborigen en el valle de Lulumbamba, actual San Antonio de Pichincha.
Vera, que ha estudiado las tradiciones y rituales indígenas, resalta la originalidad de los pueblos precolombinos, mostrando como referencia los hitos del paisaje y afirma que los indígenas ecuatorianos se adelantaron a las mediciones geodésicas, sin embargo sus conocimientos ancestrales, que lograron determinar elementos claves sobre la ubicación y forma de la Tierra, quedaron relegados por los conceptos occidentales de la ciencia.
“Lo único que hicieron las misiones geodésicas es adaptar el conocimiento de Occidente, adaptar a los conocimientos ancestrales que ya tenían observados y calculados ya hace miles de años aquí en Quito y en el Ecuador. Por eso que los puntos de la zona ecuatorial y su geografía arqueológica, de la Mitad del Mundo, eran puntos heliolátricos calculados con anterioridad de hace miles de años”, dice Vera, según recoge Capello. Esos cálculos sirvieron para que los indígenas pudieran construir templos solares o realizaran triangulaciones exactas donde “podían observar las fechas exactas de un equinoccio o un solsticio, las fechas exactas de la posición de un astro o planeta”. Para Vera, “las civilizaciones occidentales cuando vinieron, con otros nombres, simplemente los cambiaron, porque todo estaba hecho”.
El fundador del Museo Sitio Inti Ñan, donde se pueden realizar experimentos que demostrarían la influencia de estar sobre la mitad del mundo, manifiesta que los indígenas ya sabían que la Tierra era redonda: “Por simple observación de que el sol nacía por el pie del Cayambe, por ejemplo, y se escondía al pie del cerro de La Marca. Y esa distancia que hoy llamamos “kilómetros”, nuestros indígenas lo llamaban los chaquis del Inti-Ñan. Cuántos pies recorría el sol sobre la línea ecuatorial. Entonces, ya lo tenían calculado”. Vera sostiene que “cuando vinieron las misiones geodésicas, dejaron hitos sobre hitos indígenas”.
La línea ecuatorial atraviesa a Ecuador, Colombia y Brasil en América y a varios países de África. Los conocimientos de las poblaciones ancestrales ecuatorianas calcularon, sin la tecnología de los geodésicos ni la de nuestros tiempos, con exactitud los lugares donde los hemisferios terrestres se separan. Sin embargo, el descartar sus hallazgos han llevado a confusiones como construir un monumento turístico en el lugar equivocado.
Infobae
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