Casi 49 millones de habilitados están llamados a votar este domingo para definir quién estará al frente de la presidencia de la República el próximo quinquenio. Dos propuestas: renovar el mandato del centrista y actual jefe de Estado o llevar a la primera magistratura a la líder del partido de ultraderecha, Agrupación Nacional (RN).
En los colegios electorales, abiertos desde las 8 en todo el país, 15 días después de la primera vuelta, comenzará a develarse la hoja de ruta que presentaran los franceses para el país, luego de una campaña particularmente afectada por las crisis de estos tiempos. Desde el Covid-19 hasta la guerra de Ucrania. Por un lado, ambas podrían consolidar la base central del jefe de Estado saliente. Por otro, Marine Le Pen podría capitalizar los temores de una Francia popular que no ha logrado empatía con las políticas y personalidad de Emmanuel Macron. Conciudadanos afectados principalmente por las consecuencias de un mundo en conflicto.
Emmanuel Macron, de 44 años, busca su reelección a la presidencia de la Quinta República por sufragio universal al margen de la convivencia. Exbanquero de inversiones, exministro de Economía del socialista François Hollande, se convirtió en 2017 en el presidente de la República más joven, con solo 39 años. Marine Le Pen, una abogada de 53 años, va por su tercera candidatura al Palacio del Elíseo y espera esta vez transformar la contienda en triunfo. Elegida durante mucho tiempo para el Parlamento Europeo, el oponente de extrema derecha ahora es miembro por Pas-de-Calais.
Más allá de lo que digan las urnas, una vez cerradas las mesas, 19 horas en casi todo el país y 20 horas en las grandes urbes, el comicio repite el descontento social de la primera vuelta. Una sociedad escéptica que no espera mejoras. Un malhumor presente dentro de las democracias occidentales, en especial de los sectores más vulnerables. Y aunque las encuestas adelanten el triunfo de Macron, la ultraderecha llega estrechado los márgenes como nunca.
Los contrincantes, a pesar de los números que logren, se enfrentarán a otro desafío: el descalce entre los ciudadanos y la política. El índice de participación será el otro dato significativo de este domingo. Una posible abstención significativa, ilustrará esta desconfianza. Cualquiera sea el margen del ganador, la elección no otorga la voluntad extendida de la sociedad, sino de una porción de esta. El presidente llegará al Palacio del Elíseo con mas del 60% de los votantes que optaron por votar en primera vuelta a otros candidatos. Pero además con un ausentismo que podrá alcanzar el 25%. Todo constituye una base de huérfanos electorales incapaces de canalizar sus aspiraciones en el sistema actual.
En términos continentales, los resultados pueden tambien ser un cataclismo para el proyecto común europeo. Una victoria de la extrema derecha, es decir de Le Pen, provocaría que la radicalización política llegue, al menos después de la Segunda Guerra Mundial, al poder de un país cuna de las democracias liberales, nación fundadora de la Unión Europea y actora central de las deliberaciones mundiales. Con el antecedente del Brexit, una Alemania sin Angela Merkel y una guerra en suelo propio, una presidente ultranacionalista, amiga de autócratas como Vladimir Putin o Viktor Orban, llegaría a uno de los miembros medulares de la construcción comunitaria.
La segunda ronda, ¿y después?
Luego de los resultados los primeros resultados provisionales de esta noche, se conocerá al ganador, a menos que la diferencia sea extremadamente pequeña.
El Ministerio del Interior informará los resultados finales en las próximas horas, probablemente el lunes 25 de abril. Serán formalizados por el Consejo Constitucional el miércoles 27 de abril, y publicados en el Diario Oficial al día siguiente.
Esta noche, son posibles dos escenarios. En caso de victoria de Marine Le Pen, el Jefe de Estado y su sucesor deberán acordar la fecha de la ceremonia de investidura, que deberá tener lugar antes del 13 de mayo. Normalmente sigue un protocolo bien establecido: transferencia de poderes, entrega del gran collar de la Orden, discurso del presidente electo, honores militares, entre lo mas destacado.
El nuevo inquilino del Elíseo podrá entonces nombrar “muy rápidamente” a un Primer Ministro, ya sea el mismo día o al día siguiente. Será el encargado de formar gobierno lo antes posible.
En caso de reelección de Emmanuel Macron, las formalidades de posesión se reducen considerablemente. El actual presidente, de ser reelecto, tendrá la posibilidad de nombrar a su primer ministro sin siquiera esperar a la ceremonia o la proclamación de los resultados, pero también puede decidir esperar unos días.
Una vez formado el gobierno, se realizarán transferencias de poder en los distintos ministerios. Salvo sorpresa, luego oficiará hasta las elecciones legislativas, previstas para 12 y 19 de junio, al final de las cuales es probable que se de una nueva conformación política en el gobierno y el país. Otro desafío. INFOBAE.
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