Muchas veces se ha dicho que la profesión periodística es catalogada como de alto riesgo para padecer estrés laboral, a esto se le suma la falta de un estilo de vida saludable. Por eso, es importante que estos profesionales tengan en cuenta señales que el propio cuerpo lanza, así como también las buenas prácticas que lleven a mejorar esta situación.
De acuerdo a un trabajo de investigación publicado por la Licenciada en Nutrición, Nidia Ortiz, la característica principal de la vida poco saludable de los periodistas es la mala alimentación y el excesivo consumo de cafeína. Esto genera un alto riesgo de patologías graves en los comunicadores.
En ese sentido, los datos recolectados por la profesional y comentados a HOY, indican que más del 50% de los periodistas que ejercer propiamente la función de reporteros, padecen o padecerán de enfermedades productos del estrés de la presión laboral y los malos hábitos.
A esto se suma el exigente ritmo de trabajo que impide a muchos comunicadores tener una alimentación adecuada ya que generalmente se come en la calle y no siempre de la mejor manera, grasas saturadas y gaseosas son parte del menú. Por otra parte, se habla del estrés laboral la cual es una realidad experimentada cada jornada por la mayoría de los trabajadores de prensa.
Sin embargo, la licenciada señaló que también se pudo identificar a comunicadores que a pesar del trajín laboral, hacen todo el esfuerzo posible para llevar una vida saludable, pero la profesión misma impide llevar adelante los hábitos no saludables: comer sin horario, el estrés, tomar poca agua, no dormir pocas horas y consumir alimentos procesados.
Al respecto, precisó que la acumulación de estrés laboral puede alterar los patrones de conducta de quienes lo sufren, de manera muy especial, los hábitos alimentarios y las conductas asociadas a ellos.
Por otro lado, se pudo ver que a nivel mundial el encierro de la población durante el aislamiento social por COVID-19, tuvo grandes efectos sobre el estado emocional. La profesión periodística no estuvo ajena a esta situación, generando aún más los malos hábitos e ingesta emocional de los comunicadores.
La malnutrición por malos hábitos nutricionales e ingesta emocional. Abarca a:
– desequilibrios de vitaminas o minerales,
– el sobrepeso,
– la obesidad, en algunos casos desnutrición
– enfermedades no transmisibles relacionadas con la alimentación.
Puntualmente, en el caso de los comunicadores sucede que sus extensas horas laborales a lo que se le suma la presión de tener una información precisa, concisa y veraz por lo que la mayoría de las veces la alimentación pasa a segundo plano cuando la información de último momento los llama o van en busca de la primicia.
La licenciada señaló que una detección precoz de los malos hábitos alimentarios e ingesta emocional, desde los servicios de nutrición y psicología, evitaría uno de los factores de riesgos más pronunciados en salud pública que es la obesidad.
Puntualizó además de la necesidad de la creación de un proyecto sobre promoción de buenos hábitos alimentarios, cuyo pilar prioritario sea la educación nutricional para evitar las enfermedades por contaminaciones cruzadas y también implementar las recreaciones con actividades físicas con el cual se elimine el sedentarismo al igual que el estrés.
FUENTE: POR JUAN RIVEROS
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