Hubo una época en la que ver televisión era cosa de enchufar un cable por el que llegaba la señal. Eso pasó a la historia. Hoy los televisores son inteligentes, están conectados a Internet, y llevan dentro un montón de funciones que quizá puedes querer, y también otras que que quizá no quieras tanto.
No cabe duda de que los televisores inteligentes o Smart TV ofrecen ventajas. Para empezar suelen llevar sistema operativo (sea Android o propietario) y todas las principales aplicaciones de streaming instaladas. También suelen permitir navegar por Internet, instalar nuevas aplicaciones y hasta juegos.
El problema es que los televisores inteligentes también tienen cosas que quizá no son tan deseables. ¿Y si fuera mejor idea comprar un televisor estúpido y dejar todas esas funciones inteligentes a un dispositivo externo? Vamos con las razones por las que podrías querer hacer eso.
Muchos fabricantes de televisores inteligentes están haciendo dos cosas que probablemente no te gusten: vender tus datos (qué ves, durante cuánto tiempo lo haces, etc…) y llenar su interfaz con publicidad. No hablamos de marcas pequeñas y de televisores baratos, sino de fabricantes consolidados como Samsung, que tiene a bien meter anuncios y contenido no deseado en televisores tope de gama que cuestan 3.000 dólares. Las opciones para eliminar esos anuncios están ahí, pero enterradas en lo más profundo de la configuración, no sea que puedas tomar el control de un dispositivo por el que acabas de pagar una pequeña fortuna. A veces la única solución pasa por bloquear a mano los DNS que usa la marca para insertar publicidad.
El problema de la privacidad no es menor. No es raro que, cuando enciendes por primera vez tu televisor, tengas que firmar un contrato legal. Si te molestas en leer con detenimiento ese documento descubrirás que das permiso al fabricante para monitorizar todo lo que haces con el televisor y vender esa información a terceros que usan esa información para personalizar los anuncios que te muestran en el televisor.
¿Puede ser peor? Por supuesto, algunos fabricantes como Vizio están experimentando con publicidad que aparece sobreimpresa a lo que quiera que estés viendo. Esa publicidad, por supuesto, está personalizada según tus datos de audiencia. Otras marcas, de nuevo como Samsung otra vez, están experimentando con anuncios tipo pop-up que aparecen nada más encender el televisor y que hay que cerrar para poder usarlo.
La seguridad es otro factor a considerar
Cuando compré mi primer Smart TV hace unos pocos años era genial poder tener Netflix y otros streamers preinstalados, pero eso comenzó a no ser tan genial cuando el fabricante dejó de actualizar esas aplicaciones y tuve que acabar por comprar un Roku para poder tener las últimas versiones con toda la funcionalidad.
No es para nada un caso aislado. Los fabricantes de televisores no suelen ser desarrolladores de software y tienen una marcada tendencia a abandonar sus plataformas al poco de crearlas. Esto es un inconveniente para el usuario, pero también puede acabar siendo un problema de seguridad. El televisor inteligente no deja de ser un dispositivo conectado a Internet que tiene algunos datos personales tuyos. Microsoft libera actualizaciones de seguridad de Windows prácticamente cada semana. ¿Qué te hace pensar que tu televisor no las necesita para evitar intrusiones?
Comprar un televisor estúpido o no conectado impide que recibas actualizaciones de nada, pero no hay ninguna actualización de software que vaya a convertir tu pantalla 4K en una 8K, así que no te pierdes mucho. Para disponer de todos los servicios de streaming y aplicaciones que usas solo tienes que comprar un dispositivo aparte como un Roku o un ChromeCast.
La primera ventaja de esto es que no estás atado al software del fabricante. Comprando un dispositivo externo puedes elegir el sistema operativo y entorno que más te guste y cambiarlo si no te gusta (a un precio más asequible que el de cambiar de televisor). Además, las compañías como Roku o Google viven de su plataforma de software, no de los dispositivos que la llevan instalada, por lo que usar sus dispositivos externos te garantiza un nivel de actualizaciones más sensato, tanto a nivel de seguridad, como de versión de las aplicaciones.
El mayor problema a la hora de comprar un televisor estúpido es el mismo que el de comprar un móvil blindado: que los fabricantes en realidad no quieren que lo hagas. No es que no se fabriquen este tipo de televisores. Es que las marcas no los priorizan ni los dan a conocer, por lo que a veces son complicados de identificar y de comprar. ¿Cómo comprarlos? Hay algunas claves.
La primera y más importante es buscar lo que se conoce como televisores comerciales o para empresas. A menudo se trata de pantallas fabricadas por las mismas compañías que hacen los televisores domésticos, pero sin las funciones de Smart-TV (porque las empresas no las necesitan).
Otra opción, si no te importa el tamaño, es buscar monitores en lugar de televisores. Los monitores de PC normalmente vienen sin ningún tipo de función inteligente. El mayor problema es que es muy raro encontrar modelos por encima de las 50 pulgadas. Una última opción es buscar televisores de jardín o para uso en exteriores. No son la elección ideal, porque están ajustados para verse en exteriores (tienen demasiado brillo, por ejemplo), pero suelen estar desprovistos de funciones inteligentes.
Por supuesto, nada de esto es fácil, y comprar un televisor nuevo debería ser algo divertido y relajado, no una pesadilla más. Si la decisión es informada y no te importa que hagan negocio con tus datos, no tiene nada de malo comprar un televisor inteligente. Lo que realmente es importante, sobre todo en los tiempos que corren, es informarse sobre cada modelo concreto y probarlo.
Gizmodo
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