El 8M se conmemora el Día Internacional de la Mujer, en homenaje a quienes lucharon contra la explotación salarial y el abuso de sus derechos laborales, para recuperar ese espacio justo en la sociedad, cansadas de la explotación y el machismo.
En nuestro país, una marcha pacífica se convirtió nuevamente en escenario de ese pasado tormentoso, donde la agresión y la violencia eran el mejor método de intimidación que existía. Es una situación quizá anticuada para muchos y, para otros, una realidad ajena a un presente sensato y racional. No alejados de esto, la realidad que se vive en los ámbitos hospitalarios también nos recuerda a ese pasado oscuro.
El acoso se ha adecuado como una práctica habitual en la formación de varias médicas, que no solo lo han visto, sino que lo han vivido en carne propia. Desde el hecho de romper la selectividad para hacer una especialidad y estigmatizar que una mujer no puede ser traumatóloga porque necesita la fuerza que tiene un hombre, que no puede ser emergencióloga porque no posee el carácter del hombre o uróloga porque cómo una mujer puede ver y tratar la patología relacionada con el pene (símbolo erótico de masculinidad); críticas realizada por sus propios colegas hombres y que muchos no lo dicen, pero en su accionar muestran esa gran diferencia y limitación mental.
El hostigamiento o acoso laboral y sexual que se vive entre los pasillos hospitalarios es escalofriante y tan real que duele mencionarlo. ¡Qué decir de las internas que empiezan su año de internado como “carne fresca”! Para llegar a tener un año sin problemas es mejor acceder y aceptar estas prácticas, caso contrario el reflejo será evaluado en el desempeño académico, ya que una de las pagas más comunes que realizan los acosadores es meterse con la formación, que es esencial y fundamental. De igual forma, lo cuestionable que se torna observar que en los marcos jerárquicos se ha limitado a la mujer para manejar las instancias hospitalarias de primer orden, realidad que se vive en la gran parte de hospitales en el país, sin considerar que un gran número de mujeres se forman en carreras médicas administrativas y han demostrado un gran liderazgo para conducirlo.
Otro hecho lamentable que ocurre muy frecuentemente es ese condicionamiento directo por parte de las unidades de Recursos Humanos con respecto a la proyección del recurso que representa contratar a una mujer soltera frente a una casada, con hijo o sin hijo, y, sobre todo, embarazada. ¡Que difícil se hace en nuestro país este tipo de contratos! Las horas de lactancia posterior representan una pérdida de recurso para la institución, ya que varios piensan que eso va ligado de forma directa con la falta de compromiso y entrega, cuando es un derecho amparado en nuestra Constitución.
Por todo esto y aquello, el mejor acto es la solidaridad para las mujeres que han sufrido este tipo de atentado, denunciar y parar de una vez por todas la violencia de género en nuestros ámbitos laborales. Porque el 8M no se festeja, se conmemora el día de la mujer, desde el respeto y la equidad, como siempre debería serlo.
alavayen@presamercosur.net
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