Es una celebración que sólo tiene lugar en países de profunda raigambre católica. Sin embargo, a lo largo del tiempo su manifestación tuvo un cambio drástico. Las particularidades de cada región del país donde se lleva a cabo. Y el final que anticipa la Cuaresma.
La celebración del carnaval es una fiesta religiosa católica. Por lo tanto, sólo es celebrada en las regiones donde el catolicismo impera. Hoy en día ha perdido la dimensión escatológica, pero en su momento fue una válvula de escape para soportar los rigores de la antigua forma de la cuaresma, que comienza al finalizar el martes de carnaval con el “miércoles de ceniza”. Pero además, es un claro símbolo de la finitud de la vida y con ella, el día terrible de la justificación. Una especie de “memento mori” (”recuerda que morirás”) social. Por eso era tan importante la culminación de la fiesta el miércoles de ceniza. Durante cuatro días o seis -dependiendo de la región-, los festejos eran continuos. El martes de carnaval es la gran celebración y punto máximo, el clímax, el día “de la fiesta de la fiesta”. Y cuando todos creen que la alegría es sin fin, al otro día es miércoles de ceniza. Las campanas de los templos convocarán a penitencia y mortificación, las plazas se vaciarán de música y de bailes, ya no habrá desfiles ni cantos, todo terminará.
Será un paso simbólico dado con mucha fuerza para demostrar la vacuidad y lo efímero del existir. Ayer estábamos disfrazados y nos divertíamos, y hoy, concurrimos al templo penitentemente y nos dicen: “Recuerda hombre, tu eres polvo y en polvo te convertirás”. En verdad que en latín suena más terrible: “Memento, homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris” convirtiendo ese ritual penitencial, como comentábamos más arriba; en un “memento mori” pero personal, en un recordatorio de la muerte que acecha a cada instante y de la cual nadie se escapa. Está claro que los que concurren a estos rituales son católicos y algunas iglesias de oriente y reformadas; por tanto, la penitencia de los cuarenta días de la cuaresma, podrán purificar su espíritu para comprender la Semana Santa y la preparación para el día más glorioso de la fe cristiana, que es el domingo de Resurrección.
No obstante todo lo que hemos leído en cada país y en cada región el carnaval se vive de manera totalmente diferente. Veamos en un pantallazo las maneras de celebración en la Argentina y en naciones vecinas.
Corrientes
Es la provincia con más historia de carnaval. La ciudad de Corrientes, capital nacional del carnaval, tuvo dos etapas claramente diferenciadas en sus características y modos de expresión popular: el carnaval de los barrios y el carnaval de las comparsas, cuyas primeras manifestaciones se produjeron en 1961. La música es pieza clave, cada agrupación tiene su himno y sus orquestas (escuelas de samba) logran tanta popularidad como sus bailarines. Estos desfiles del carnaval de Corrientes beben sus raíces en el estilo de las “escolas do samba” de Rio de Janeiro.
Entre Ríos
Quizás sus carnavales no son tan estruendosos como los de sus vecinos de Corrientes. Las ciudades que más celebran el carnaval, aparte de Gualeguaychú (la cual es denominada como la ciudad “del carnaval del país”) son La Paz, Concordia, Gualeguay, Concepción del Uruguay, Hasenkamp, Victoria y Santa Elena. Cada agrupación, comparsa o murga se prepara durante todo el año y también poseen raíces en las “escolas do samba” de Rio de Janeiro.
Chaco
La provincia del Chaco se caracteriza por tener unos carnavales muy vistosos y populares. Dos ciudades se disputan el título de “capital del carnaval chaqueño”: Villa Ángela (tercera ciudad en importancia, ubicada al sudoeste de la provincia) y General San Martín (antes llamada El Zapallar, a cuarenta kilómetros de la ciudad capital).
Norte
El de Jujuy es considerado el más popular, ya que toma las características propias de la idiosincrasia local. Los más conocidos son el de los pueblos de la Puna o la Quebrada. Éste último tomó las características de la cultura española mezcladas con la de la cultura indígena, quienes lo festejan todos los años. En esta celebración se produce la liberación social para manifestar así su rebelión frente a los esquemas establecidos, a los privilegios, a las normas morales y a la sumisión ante el poderoso. La figura que representa al carnaval es el diablo, pues él permite desprenderse de los aspectos negativos que estuvieron reprimidos durante todo el año. La música andina, la música popular, el folklore y las sonoridades autóctonas son las que predominan en estos festejos tan caros a la población norteña. Como en muchas provincias del NOA, la harina y la ruda sobrevuelan los poblados y las personas esos días.
San Juan
El carnaval es una festividad de mucho arraigo en esta provincia. Desde los tiempos coloniales, los sanjuaninos viven esta festividad a través de “mascaradas” y murgas en las calles, así como de la costumbre de “chayar” (se trata de jugar al carnaval con harina, agua y pinturas en algunos casos). Es habitual que en los barrios, los vecinos se reúnan en casas para hacer sus propias fiestas con “chaya”.
La Rioja
El carnaval en esta provincia toma el nombre de Chaya. Es la fiesta de desborde en la cual se rompen todas las ataduras que el mismo hombre se ha impuesto. La gente bebe, come, baila y se libera más de lo que acostumbra a hacer en su vida cotidiana. Sobrevuela la idea de que son tres días de liberación de los instintos. Los carnavales más característicos y populares se dan cita en la localidad de Chilecito. Harina y ruda vuelan por todos los aires.
Provincia de Buenos Aires
Ciudad de Lincoln
Todo comenzó en el 1928, cuando el profesor Enrique Alejandro Urcola, que trabajaba en el taller de escenografía del teatro Colón de Buenos aires, trajo unos muñecos los cuales instaló sobre un carro tirado por un coche y les dio movimiento. Ese año don Enrique Urcola confeccionó una carroza con movimiento llamada `Peliculeros`, dando origen a lo que es hoy el principal atractivo del carnaval del Lincoln: las figuras mecánicas. La figura de don Enrique es homenajeada por la ciudad de Lincoln con un museo dedicado al carnaval.
Ciudad de Buenos Aires
Con murgas, comparsas y mucho color, los corsos porteños ganan las calles de algunos barrios con tradición carnavalera, como San Telmo, La Boca y Boedo. Los fines de semana, se cortan las principales arterias de estas comunas para dar paso a las comparsas y agrupaciones participantes. Son gratuitos y de carácter familiar. Bailan, desde los más pequeños hasta adultos mayores. Hace unos cuantos años, en los días de carnaval, la jovencitas eran blanco de terribles baldazos de agua que propiciábamos desde las terrazas los varones o de las guerras con bombitas de agua (ahí nos uníamos los varones y las mujeres) que dábamos terribles batallas acuáticas los de un barrio contra los del otro. Citando a Marco Tulio Cicerón diré: “O tempora, o mores…”. En los “Corsos” de antaño era común ver a los más chicos con pomos llenos de agua y si demostrabas miedo, ¡zas! te empapaban, o con martillos y bastones de plástico y muchas cintas y papel picado.
Uruguay
La celebración del Carnaval en nuestro país hermano rioplatense es hablar del carnaval de Montevideo, aunque también se celebra con gran entusiasmo en otros departamentos del Uruguay con murgas y candombe. Esta fiesta se caracteriza por combinar tradiciones africanas con europeas y atrae a cientos de turistas. Las raíces del candombe se remontan a la llegada de los esclavos africanos durante la época colonial a Montevideo. En 2009, junto al tango, también fue reconocido como “patrimonio inmaterial de la humanidad” por la Unesco. En esos días se realiza la máxima fiesta de la colectividad negra de Uruguay: el “desfile de llamadas”, donde los protagonistas son miles de tambores que tocan el ritmo del candombe, mientras recorren las calles de los barrios Sur y Palermo. Este desfile se desarrolla desde 1956 y ofrece durante dos días un espectáculo de cuarenta comparsas. Las “llamadas” remiten a la época colonial, y hacen referencia a una reunión improvisada, en la que algunos miembros de la comparsa convocaban al resto de la misma con los tambores como su único medio de comunicación. Pero el máximo exponente del carnaval en Uruguay son los “Tablados”, son escenarios al aire libre en los cuales se presentan grupos de artistas que se dividen en 5 categorías: comparsas de negros y lubolos (blancos caracterizados como negros), murgas, humoristas, parodistas y revistas. Los espectáculos de murgas son los que más público convocan durante el carnaval en Uruguay. Se distinguen por su canto coral y su ritmo. Las murgas narran con sarcasmo los acontecimientos más importantes del año y se ríen de políticos, deportistas y famosos de la televisión.
Bolivia
El carnaval de Oruro ha sido declarado “obra maestra del patrimonio oral e intangible de la humanidad” por la UNESCO, además, ha sido capaz de generar manifestaciones culturales parecidas en otros espacios geográficos. El carnaval de Oruro es la conjunción de más de 30 000 danzantes y cerca de 10 000 músicos, distribuidos en 150 bandas, que bailan a lo largo de 4 kilómetros de calles, en las que se han preparado escenarios para más de 400 000 espectadores del país y extranjeros. Acá el carnaval retoma ribetes religiosos y se ofrece en honor a la Virgen del Socavón (la candelaria), patrona de los mineros y delante de ella danzan los diablos, las famosas “diabladas” con sus imponentes mascaras a la cual la Virgen los doblega acompañada por san Miguel Arcángel. Pero estas manifestaciones de las “diabladas” no son espontáneas, poseen una coreografía muy específica. Al inicio de la comparsa están Lucifer y Satanás con varias China Supay o diablescas. Le siguen los pecados la soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia, y la pereza y después una tropa de diablos y luego el Arcángel San Miguel, con blusa de seda blanca, falda corta, espada y escudo doblegando a los demonios y a los pecados, antes de la llegada de la Virgen. También el carnaval del Perú y en el norte de Chile toma mucho de esta corriente Orureña.
Brasil
El más conocido del mundo, sobre todo el de Rio de Janeiro. Quizás la frase que mejor define a esta celebración salió de allí, de la pluma de Agostinho dos Santos, a la que puso melodía de Tom Jobim: “Tristeza nao ten fim, felicidade sim”. Pero si desean ver cómo eran los carnavales en Rio de Janeiro en sus principios, solo tiene que ver el film “Orfeo Negro” de 1959 ganadora del Oscar y varios premios más.
Como vemos, el carnaval no solo es la diversión del momento sino es una metáfora del transcurrir del existir. Nos disfrazamos, transgredimos las normas establecidas pero al otro día, inexorablemente llegará el tiempo de penitencia y con él el recuerdo de la finitud de nuestra vida. “memento, homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris” o la famosa frase inscripta en el fresco de la sala del trono de la Rocca Albornoziana en Spoleto, Italia: “Finisce, tutto finisce…”
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