RÍO DE JANEIRO – La pandemia de covid-19 impuso nuevos desafíos a los indígenas brasileños, ya acosados por un gobierno que ignora sus derechos constitucionales y difunde noticias falsas que ponen en riesgo especial la vida de los pueblos originarios.
Las mentiras sobre vacunas provocaron fuerte resistencia a la inmunización en algunos grupos indígenas. Eso contribuyó a la alta mortalidad en esa población que tiene prioridad en la campaña de vacunación por su vulnerabilidad al coronavirus.
Un total de 1263 indígenas muertos de covid-19 y 65 104 casos de contagio registró la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (Apib), hasta el 3 de febrero, al sumar los datos de la gubernamental Secretaría Especial de Salud Indígena (Sesai) y del Comité Nacional por la Vida y la Memoria de los Pueblos Indígenas, creado por la misma articulación.
El índice de muertos por 100 000 habitantes entre los indígenas es de 141, si se toma en cuenta el censo nacional de 2010 que identificó 897 000 indígenas. Supone casi la mitad del de la población brasileña en general, de 294, pero resulta excesivo si se considera que su mayoría vive en aldeas rurales y puntos remotos, sin las aglomeraciones urbanas.
Además los datos están probablemente subestimados, ya que la Sesai y el gobierno ignoran en sus registros sanitarios a los indígenas que viven en las ciudades.
Fuentes de las mentiras
El presidente Jair Bolsonaro insinuó, en diciembre de 2020, que la vacuna puede convertir una persona en yacaré, el nombre local para el caimán, algo que genera especiales temores en la cosmogonía indígena.
Era una broma, pero subrayaba el rechazo del mandatario de extrema derecha que retrasó la vacunación en Brasil y se tradujo probablemente en muchas muertes evitables entre los 629 995 ocasionadas oficialmente por la covid-19 hasta el 3 de febrero.
Lo del yacaré se volvió un chiste nacional para ironizar sobre negacionismo anticientífico de Bolsonaro, pero sonó como una alarma en algunos grupos indígenas. “La transformación en animales es parte de la imaginación, de las leyendas indígenas”, observó Juliana Radler, analista de Comunicación del Instituto Socioambiental (ISA).
De todas formas, fue la falsa información de que la vacuna contiene un chip que, introducido en la persona, provoca su muerte más tarde o la somete al control de los comunistas, fue la que más daño provocó, al fomentar el rechazo a la inmunización, cree Radler, una periodista de Río de Janeiro que decidió vivir en la Amazonia, “centro del mundo”.
Su área de observación es el Alto Rio Negro, un extenso territorio de bosques conservados en el noroeste de Brasil, frontera con Colombia y Venezuela, donde hace décadas actúa su ISA, la organización no gubernamental que tiene el mayor acervo de informaciones sobre pueblos indígenas en Brasil y se ocupa también a temas ambientales y de desarrollo sostenible.
Es donde 23 pueblos originarios se organizaron en la Federación de las Organizaciones Indígenas del Rio Negro (FOIRN) para “defensa de los derechos y el desarrollo sostenible de 750 comunidades indígenas en la región más preservada de la Amazonia”.
“Una noticia falsa bien local, en el inicio de la pandemia, difundió que las mascarillas y equipos de protección individual venían de China ya contaminadas para enfermar sus usuarios”, recordó Radler por teléfono a IPS desde São Gabriel da Cachoeira, la ciudad más grande de la región, sede de un municipio de 47 000 habitantes, más de 80 % indígena.
“El chip del diablo en las vacunas, volver un yacaré u otras cosas similares eran solo algunas de las falsas informaciones que diseminaban los negacionistas del gobierno para impedir que la población se inmunizara”, evaluó Marivelton Baré, presidente de FOIRN.
Batalla informativa
Para contrarrestar esa ola “empezamos a hacer las cartillas y podcasts en las lenguas indígenas y en portugués, para explicar la realidad y el riesgo de seguir sin inmunización”, destacó Baré a IPS también por teléfono desde la sede de su organización, en São Gabriel da Cachoeira, “la ciudad más indígena de Brasil”.
Una iniciativa singular de FOIRN, la Red Wayuri de comunicadores indígenas, cumple un rol importante en esa batalla contra la desinformación, cuya influencia en parte de la población local provocó “atrasos y cierto rechazo a la vacunación”, acotó.
Las mentiras afectan también “las organizaciones indígenas y las no gubernamentales aliadas, acusadas de recibir mucho dinero para promover la internacionalización de la Amazonia. Saben que no es verdad, es la estrategia de los que no quieren el movimiento indígena organizado y no respetan nuestra forma de organización social. Acabamos muy atacados, principalmente en el gobierno actual”, lamentó Baré.
Wayuri quiere decir trabajo colectivo en nheengatu, una de las tres lenguas indígenas oficiales en São Gabriel da Cachoeira. La red, creada en 2017, cuenta con 20 comunicadores de 10 etnias de la cuenca del río Negro, llamado así por el color de sus aguas.
Claudia Ferraz, del pueblo wanano, coordina la Red Wayuri, de comunicadores indígenas, que informa a las 750 comunidades indígenas de la cuenca del río Negro en varias de sus lenguas y tiene un papel esencial en combatir las notícias falsas que atentan contra la vacunación anticovid. Foto: Juliana Radler / ISA“Su objetivo es llevar informaciones para las comunidades más alejadas sobre asuntos relevantes que están ocurriendo en el ámbito nacional y mundial, relacionados a los pueblos indígenas”, explicó Claudia Ferraz, del pueblo wanano, quien siempre vivió en São Gabriel da Cachoeira.
Su experiencia anterior como locutora de una radio local, en periodismo de jóvenes en red nacional y en comunicación educativa le permite asumir tareas centrales de coordinadora, editora y narradora en la Red Wayuri.
Los comunicadores, corresponsales en sus comunidades, intercambian informaciones entre ellos y con la central, “todo es compartido”. WhatsApp y otras formas de comunicación digital permiten la operación de la red.
La principal tarea del grupo es producir un boletín radiofónico, un podcast, mensual, de duración variada, con temas actuales y a veces debates sobre cuestiones como la violencia de género.
Hasta ahora produjo 102 podcasts normales y algunos excepcionales más cortos o más largos. El último especial derivó de un taller para 60 comunicadores del Río Negro. Esa es otra tarea de la red: multiplicar comunicadores.
En las comunidades, los boletines se difunden por radios o altoparlantes, los llamados “radios poste”, altoparlantes colgados.
La proliferación de las noticias falsas sobre vacunas “dañinas a la salud, que vendrían para exterminar los pueblos indígenas y no para curar” condujo a boletines para aclarar la necesidad de la vacunación y fomentar la adhesión al programa nacional de inmunización, una exitosa tradición brasileña de cinco décadas.
“Usamos mucho las lenguas maternas indígenas, como las nheengatu, baniwa, tucano y yanomami, para comunicar mejor con nuestros parientes y contrarrestar las mentiras”, apuntó la coordinadora, más conocida como Claudia Wanano, en entrevista telefónica con IPS, también desde São Gabriel da Cachoeira.
La campaña también incluye cartillas escritas en las lenguas indígenas Wanano también mantiene un programa en una emisora de radio en su ciudad, de alcance local.
Además de las persistentes mentiras, en buena parte neutralizadas en la cuenca del río Negro por la comunicación indígena, Wanano señala que algunos grupos indígenas rechazan la vacunación por una cuestión religiosa, derivada de la prédica evangélica.
Juliana Radler, del ISA, estima que la población está dividida casi a la mitad entre católicos y evangélicos, “aún con pequeña mayoría católica”. La resistencia antivacuna se concentra en los feligreses evangélicos, sostuvo.
Las falsas noticias no se limitan a la vacunación, también tratan de “criminalizar líderes indígenas, descalificar sus asociaciones, como FOIRN, y a estimular la invasión de tierras indígenas por el ‘garimpo’”, la minería informal que destruye bosques y contamina los ríos con el mercurio, concluyó Radler.
ED: EG / IPS NOTICIAS
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