El éxito súbito de Appetite for Destruction que lo llevó a la fama al frente de Guns N’ Roses. Las peleas con Slash. La larga reclusión. Sus escándalos en los recitales. Y el regreso a los escenarios.
Axl Rose cumple 60. Tal vez el último rockstar de la vieja escuela. Una estrella modelada en otro tiempo, para otro tiempo. El pelo largo, el paso arrastrando alternadamente los pies de manera lateral mientras su cuerpo se cimbrea, los jardineros de jean, las polleras escocesas, los escándalos, los shows interrumpidos, las peleas con sus compañeros de banda, la impactante presencia escénica y su voz, con un enorme rango y con la ductilidad para lucirse en el grito o en las baladas quietas.
Es probable que Guns N’ Roses haya sido la última banda de rock a la vieja usanza, que triunfó mirándose en el espejo de los grupos de los setenta. Megalomanía, grandes canciones, excesos, vocación imperial. Esa carrera se detuvo de pronto, cuando parecía que monopolizarían la música durante años. Después Axl se convirtió en un ermitaño, recluido en su mansión de Malibú, apartándose no sólo de sus compañeros de banda, sino también de los fans y del mundo. Cada tanto volvía a surgir, prometiendo un disco, organizando una gira, criticando a Slash o algún monstruo sagrado de la canción. Ahora, aquel que se dio a conocer cantando versos feroces, que hacían ruborizar a varios, que era una amenaza para las buenas familia, twittea indignado como un señor de sesenta.
William Bruce Rose Jr. nació el 6 de febrero de 1962 en Lafayette, Indiana. Su madre tenía 16 años y su padre se ganaba la vida delinquiendo. Dos años después, el hombre abandonó a su familia. La madre de Axl se volvió a casar con un hombre que adoptó a Axl. Su nombre fue cambiado a William Bruce Bailey. Ese hogar, pese al nacimiento de dos hermanas, no fue mucho mejor que el anterior. El ambiente era opresivo. Su padrastro era muy religioso, rígido y abusivo. Un golpeador que abusaba psicológica y físicamente de su familia. En esos años Axl tuvo su primer contacto con la música en los coros escolares. Pero en su casa el rock estaba prohibido, era considerado música satánica. Sus problemas de conducta y con la justicia se hicieron presentes desde temprano. En Lafayette uno de sus compañeros de aventuras era Jeff Isbell, conocido después como Izzy Stradlin; con él, a espaldas de sus padres, se juntaban a escuchar discos y a cantar, a soñar una vida como músicos de rock. A los 17 años descubrió que quien él pensaba que era su padre no lo era. Nadie le había contado sobre el hombre que lo había abandonado ni que quien lo castigaba diariamente era el esposo de su madre.
Alguna vez alguien le dijo a Axl que se comportaba como un chico de dos años, que sus gritos, caprichos y desplantes arbitrarios eran los de alguien de esa edad. Él le respondió que era cierto. La explicación, según él, estaba en lo que había descubierto con la terapia regresiva. Su padre biológico había abusado de él y de su madre. Y Axl pudo recordarlo y revivir esas escenas gracias a la terapia. Encontró en ese momento la explicación de sus conductas, de su larga vida de conflictos perpetuos. Su padre biológico murió en un enfrentamiento con la policía cuando él estaba a punto de alcanzar la fama. Desde que lo abandonó a los dos años, no volvió a verlo.
En favor de Axl Rose se puede afirmar que todos los problemas posteriores no se debieron a la fama. Sus conductas problemáticas ya habían tenido antecedentes antes del éxito. Debió dejar su ciudad natal en Indiana después de haber sido arrestado más de veinte veces. Los cargos: robo, consumo de drogas, daños a la propiedad privada, lesiones. Y en sus bandas anteriores y en las primeras épocas de los Guns N’ Roses también dejaba al público insatisfecho, abandonando el escenario después de la segunda canción o saltando hasta la segunda fila para golpear a alguien que que lo miraba mal.
Tras mudarse a Los Angeles trató de abrirse camino en la música. Con Izzy integraron varios grupos. Uno de ellos fue L.A. Guns que terminaría convirtiéndose después de cambió de nombres e integrantes en Guns N’Roses. Mientras tanto, Axl (tomó su nombre de la primera de estas bandas en la aventura californiana, AXL) trabajaba en el turno nocturno de Tower Records o se ofrecía como voluntario para un estudio en una universidad sobre consumo de tabaco: le pagaban por fumar cigarrillos.
En 1986, tuvieron ofertas de varias discográficas. Se habían convertido en una pequeña sensación en el circuito de clubes de Los Angeles. El grupo era potente, y Axl, su frontman, tenía un poder magnético. Había sensación de peligro cada vez que subía al escenario. Esa adrenalina se traspasaba al público. Después de firmar contrato con Geffen, entraron al estudio. Primero salió un Ep con cuatro canciones. Y en 1987, Appetite for Destruction. El disco no tuvo demasiada repercusión en los primeros meses. Vendió 200.000 copias. No estaba mal para una banda nueva; mostraba su potencial. Sin embargo, ni las radios ni MTV pasaban sus temas. La discográfica decidió focalizarse en otros artistas que estaban rindiendo más. Hasta que un gerente pidió una última oportunidad a MTV. Arregló que el video de Welcome to the Jungle fuera pasado durante tres noches consecutivas. Esas tres pasadas del clip desataron el fenómeno. El disco, casi un año después de su salida, llegó al número uno. Con los años se convirtió en el debut más vendido de una banda en Estados Unidos. Más de 30 millones de copias. Paradise Ciy y Sweet child of Mine también se convirtieron en hits.
El guitarrista de los rulos abundantes y su virtuosísimo y el cantante con el pelo largo y sus movimientos sensuales parecían imparables. Tenían las canciones, la imagen y los escándalos. La banda apareció a fines de los ochenta y se convirtió en una especie de último estertor del rock clásico. Grandilocuencia, grandes temas, tapas de los diarios y una imagen que se regodeaba en el riesgo y la provocación. Enamoraban a las chicas, provocaban fanatismo en adolescentes de ambos sexos y atemorizaban a los adultos. Las letras caminaban por la frontera del racismo y la misoginia pero eran otros tiempos y esas provocaciones rendían para atraer atención y construir un público en vez de imantar a los canceladores.
Axl salía en la tapa de las revistas musicales y en las páginas policiales de los diarios. Era arrestado por empezar una gresca infernal en un recital en St Louis o por pelearse en un club nocturno. En un show insultó a David Bowie desde el escenario porque en los camarines había flirteado con Erin Everly, su pareja de entonces. Algunos dicen que en los camarines se agarraron a las trompadas
En 1989 oficiaron de teloneros en el inicio de la gira de los Rolling Stones. En el primer show, Axl, entre canción y canción, le habló al público. “No quería hacer esto en el escenario pero no tengo otra opción. A menos que ciertas personas de esta banda superen sus mierdas, estos serán nuestros últimos conciertos. Estoy cansado de que haya mucha gente en esta organización bailando con Mr Brownstone”. La referencia es a la canción del mismo nombre que habla de la heroína. Sus compañeros no dijeron nada y el grupo terminó el recital. Pero al día siguiente, Slash se disculpó ante el público por su adicción. Recién en ese momento, cuando alguien fue a los camarines y le avisó a Axl lo que había sucedido, el cantante subió al escenario. Con Steven Adler, el baterista, no hubo contemplaciones: lo despidieron por sus adicciones.
La impuntualidad de Axl Rose es uno de sus rasgos más característicos como performer. Su banda debe haber batido un récord de shows empezados con varias horas de tardanza. No sería temerario afirmar que nunca empezó una actuación sin antes haberse demorado un tiempo considerable que impacientó a la audiencia. Cuando en 1992 salieron en gira con Metallica, la banda de Hetfield decidió comenzar ellos las actuaciones para no tener que depender de los caprichos de Axl. Metallica tocaba y se iba. A veces la distancia entre el último tema de Metallica y el primer tema de los Guns & Roses era de tres horas. Pero una noche en Montreal, James Hetfield sufrió quemaduras en el escenario por un efecto espacial que salió mal. Metallica interrumpió la actuación por la mitad y esperó en el backstage que su cantante regresara del hospital. Tenían la intención de reanudar la actuación si Hetfield volvía en condiciones. Mientras tanto le pidieron a los Guns N’ Roses que subieran ellos para que la gente no se sintiera defraudada. Pero con Axl eso fue imposible. Entre la salida accidentada de Hetfield y el primer tema de la banda de Axl y Slash, pasaron tres horas. Pero apenas comenzó el show, Axl dijo que el sonido era muy deficiente y que su voz esa noche no estaba en condiciones y abandonó el escenario. La paciencia del público se agotó y se desataron graves disturbios. Hubo decenas de heridos y destrozos por cientos de miles de dólares. Pero a Axl no le importó demasiado.
Guns N’ Roses editó Use Your Illusion I y II en 1991. Eran la banda más grande del planeta. El lanzamiento tuvo características inéditas. En lugar de editar un disco doble, dividieron el lanzamiento en dos volúmenes independientes. Más de treinta canciones que recorrían el amplio espectro que la banda manejaba. El heavy desbocado, las canciones que eran vehículo para el lucimiento de Slash, covers de McCartney y Dylan, y baladas épicas. Entre los dos vendieron más de 35 millones de copias. El tour fue largo, polémico y tremendamente exitoso. En 1992 llegaron por primera vez a la Argentina. Su presencia provocó una conmoción como pocas veces se ha visto en el país por la llegada de una banda. Fueron días frenéticos, casi ridículos y esta vez no por culpa de Axl y sus compañeros. Críticas explícitas del presidente Menem, miles de fans en la puerta del hotel, entradas agotadas, el tema omnipresente y exacerbado en los medios y hasta un episodio luctuoso con el suicidio de una joven (y el posterior del padre) después de una discusión familiar por la banda. Volvieron en 1993 y esos fueron los últimos recitales que dieron en muchísimo tiempo.
Hay diversas maneras de avanzar por la vida pública de Axl Rose. Podemos elegir como hitos la salida de sus discos. O, también, podemos saltar de escándalo en escándalo, de cada llegada tarde a un gran evento, de cada vez que paró un recital e hizo sacar a alguien del público, o con cada pelea con sus compañeros de banda u otros músicos famosos. Cuando Slash ya no estaba en la banda, obligó a la seguridad a que sacara un espectador porque tenía puesta una remera del guitarrista. En otra oportunidad fue detenido y tuve que enfrentar cargos penales por morder la pierna de un guardia de seguridad (ninguna de las descripciones ni explicaciones del incidente nos permiten figurarnos de qué manera Axl terminó mordiendo la extremidad inferior de un guardia: así de inverosímil, de inexplicable, resultó el incidente).
En esos años de inactividad, Axl se convirtió en un recluso. De a poco fue echando o alejando a los restantes miembros de la banda. No se presentaba en público y prometía perpetuamente su obra maestra, Chinese Democracy, probablemente el disco más veces anunciado y postergado de la historia del rock.
Según Axl, la relación con Slash se rompió definitivamente después de que el guitarrista participara en Black and White y en un concierto en homenaje a Michael Jackson. Como víctima de abuso infantil no podía comprender cómo Slash por unos minutos de alto impacto, de rating masivo, en la televisión pudiera apoyar a un pedófilo como Michael Jackson.
Sin embargo, la historia de la banda y de los continuos enfrentamientos de Axl con todo el mundo, pero en especial con sus compañeros, demuestran que la ruptura se hubiera producido por cualquier otro motivo.
En 2008 salió Chinese Democracy. Un disco de Guns N’ Roses pero que ya era de él solo con decenas de colaboradores. No quedaba ningún otro de los miembros fundadores ni de aquellos otros que lo acompañaron en los años de mayor éxito. Tardó 17 años en terminar el disco. Se había convertido en el Plegarias Atendidas del rock. Así como Truman Capote prometió ese libro durante años pero no logró más que escribir unos pocos capítulos antes de su muerte, Axl prometía su democracia china pero el disco se postergaba año tras año. Cuando salió, el New York Times lo comparó con el Titanic. Y aclaraba: con el barco, no con la película. Era mastodóntico, fuera de época, ambicioso y frágil en su desmesura. Fue tanta la anticipación del álbum, tantos los problemas que existieron en la grabación, tanto se habló de él sin haber escuchado ni una canción, que cuando salió gran parte del público no sintió necesidad de escucharlo. Se habían cansado de él hacía años. En todos esos años, el mundo había cambiado pero Axl no pareció darse cuenta en su enclaustramiento. De todas maneras, las críticas fueron buenas aunque no las ventas. Pero la gira mundial produjo una enorme recaudación.
A lo largo de los años, las peleas y cruces con sus ex compañeros de banda continuaron. Habían jurado no volver a reunirse. Diferencias irreconciliables. Axl no quería compartir escenario con nadie que lo opacara. Slash y el resto estaban lo suficientemente lastimados por las actitudes del cantante. Pero el amor (al dinero) es más fuerte. Y en 2016 se volvieron a juntar. La gira, convenientemente, se llamó Not In This Lifetime Tour (No en esta vida), recordando la promesa que habían hecho de no volver a juntarse. El tour duró casi tres años y se convirtió en el tercero más taquillero de la historia del rock.
También reemplazó por un tiempo al cantante de AC/DC durante una serie de shows.
Hoy Axl Rose volvió a la reclusión en Malibú. Desde allí opina por las redes sociales y planea nuevas grabaciones y algún regreso a los escenarios convertido en una leyenda del rock, en un representante del pasado, de un tiempo que parece cercano pero que ya no volverá.
INFOBAE
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