Los investigadores sostienen que el tamaño de las lunas es un elemento crucial para que un planeta tenga la capacidad de albergar vida.
Un grupo de científicos de la Universidad de Rochester, así como de la Universidad de Arizona (EE.UU.) y el Instituto de Tecnología de Tokio (Japón), ha descubierto que las lunas deben ser grandes con respecto al tamaño de su planeta anfitrión para que se incrementen las posibilidades de hallar vida extraterrestre, lo que supone que los planetas más pequeños tienen mayores probabilidades de albergar organismos.
La Luna desempeña un papel crucial en el mantenimiento de la vida en la Tierra. Además de controlar las mareas de los océanos, estabiliza las rotaciones de nuestro planeta e influye en la estabilidad del clima, contribuyendo a los ciclos biológicos.
En un estudio publicado el pasado martes en la revista Nature Communications, los especialistas sugirieron que el tamaño del planeta es clave para entender la formación de los satélites naturales. “Al entender la formación de las lunas, tenemos una mejor restricción sobre lo que debemos buscar cuando buscamos planetas similares a la Tierra”, señaló la líder de la investigación Miki Nakajima, profesora adjunta de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente de la Universidad de Rochester.
Con el fin de averiguar si otros planetas pueden formar lunas igual de grandes a la nuestra, que se formó como resultado de una colisión entre la Tierra joven y un protoplaneta del tamaño de Marte hace unos 4.500 millones de años, los científicos realizaron simulaciones de impacto en la computadora, con una serie de hipotéticos planetas rocosos similares a la Tierra y planetas helados de masas variables.
Los investigadores descubrieron que cuando los planetas rocosos con más de seis masas terrestres y los planetas helados del mismo tamaño que el nuestro chocan, la energía produce discos totalmente vaporizados que no son capaces de formar lunas, ya que sería rápidamente arrastrado de vuelta al planeta, mientras que con un disco parcialmente vaporizado —como el que se cree que formó la Luna de la Tierra— no pasaría lo mismo.
“Descubrimos que si el planeta es muy masivo, estos impactos producen discos completamente vaporizados porque los impactos entre planetas masivos suelen ser más energéticos que los que se producen entre planetas pequeños”, concluyó Nakajima.
RT
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