Desde osos que viven en domicilios hasta organizaciones criminales. Cómo funciona este mercado negro que mueve miles de millones y que sigue creciendo: en 2021, la Brigada de Control Ambiental logró recuperar a casi mil animales. El protagonismo de las ventas online.
Desde un oso que vive en un domicilio luego de que el circo itinerante lo dejara abandonado hace años, hasta una organización criminal de alcance internacional que comercializa miles y miles de huevos de aves o de tortugas. Tal es la complejidad de un problema que incluye situaciones de las más diversas y que se expande: el tráfico ilegal de fauna silvestre. El abanico incluye animales vivos que urge rescatar, así como venta de piezas de origen animal, pieles y taxidermias. En medio de un espectro inmenso y con poca información estadística oficial, solo en el último año la Brigada de Control Ambiental (BCA), que fue creada en septiembre de 2020 y depende del Ministerio de Ambiente, realizó 928 decomisos de animales vivos, productos y subproductos de la fauna silvestre. ¿Qué sucede con esos ejemplares? ¿Quiénes los vendieron y compraron? Un universo del que se sabe poco, pese a estar a la vista y mover cifras millonarias.
Las especies autóctonas más traficadas, según datos de la BCA, son reptiles como tortugas de tierra y aves pequeñas como cardenales de copete rojo, cardenales amarillos, jilgueros, reina moras, corbatitas, loros y guacamayos. Entre las especies exóticas más comercializadas de forma ilegal se encontraron osos pardos, otras aves y grandes felinos como tigres. Las zonas fronterizas y las grandes ciudades surgen como los sitios más problemáticos. El mes pasado, durante un control vial camino a Rosario, efectivos de Gendarmería rescataron a 154 loros habladores que eran transportados en cajas de madera envueltas en lona, ocultas en el habitáculo de la rueda de auxilio, debajo del asiento del conductor.
La Ley 22.421 de Conservación de la Fauna, que apunta al “ordenamiento legal que tiende a resolver los problemas derivados de la depredación que sufre la fauna silvestre” fue sancionada en 1981, durante la última dictadura cívico-militar. “Es una ley que tiene 41 años. Y el tema nunca estuvo en la agenda política. Se está trabajando en una ley de bienestar animal, y entre otras cosas se piensa en subir las penas, pero tiene que ser algo articulado con las jurisdicciones. No es sencillo, hay economías que prácticamente viven de esto”, remarca a Tiempo Alejandro Mackielo, director de Inspecciones y jefe de la BCA.
En rutas y redes
La venta ilegal de animales silvestres muchas veces está a la vista, en mercados, ferias o puestos a la vera de las rutas. La Brigada “realiza trabajos de patrullaje en las redes abiertas en pos de captar la demanda de fauna y así poder detectar traficantes, además de ser parte de acciones internacionales con la Aduana e Interpol. Asimismo, se trabaja en colaboración con el Ministerio Público Fiscal y con las fuerzas policiales de todo el país”. La intervención se realiza de forma directa, mediante actuaciones administrativas, o tras realizar la denuncia judicial para –por ejemplo– obtener órdenes de allanamiento.
“Si bien el tráfico está prohibido desde hace años, nunca fue de mucha trascendencia. Hemos mandado notas a Mercado Libre diciendo ‘estás vendiendo sombreros con piel de yaguareté’. A veces alcanza con mirar las redes sociales. Esas publicaciones se bajaron y se pidieron los datos”, revela Mackielo. Y agrega: “Si bien la ley contempla todo, la intención es enfocarnos en animales vivos”.
Los ejemplares rescatados pueden ser autóctonos o exóticos. En el primer caso tratan de reinsertarlos en su hábitat, en caso de que se encuentren en condiciones de hacerlo. Los animales exóticos, en cambio, solo pueden ser llevados a santuarios o espacios de conservación, sin una posibilidad libre de reinserción.
“Hace poco se rescataron en Temperley dos monitos caí. Nos dicen que tienen 30 años. Ya no los podés liberar, no reconocen predadores, no saben comer por caza. Ahí hay que trabajar para que no estén hacinados en un cuarto y llevarlos a un lugar con recintos acordes. Lo mismo con aves a las que les cortan cartílagos de las alas para que no se les escapen. Es muy común. Hemos encontrado guacamayos, tucanes, loros habladores que, cuando son chicos, les cortan las alas y no vuelan más”.
Crimen organizado
“Empecé a trabajar con esto en el ’83. Tengo informes desde el ’87. Es un tema crónico”, subraya el naturalista y asesor científico de la Fundación Azara, Claudio Bertonatti. “Si tengo que hacer un diagnóstico, se repiten los mismos aspectos desde hace años: lo más grave es que no hay una vocación política por enfrentar lo que llamamos el crimen organizado”, acusa.
Bertonatti plantea que el abordaje del tráfico de especies “debería encajar dentro del crimen organizado con toda su diversidad de variantes” y que, a diferencia de otros tipos de tráfico, en este caso “hay una subestimación absoluta del valor de lo que está en juego”. El mercado del comercio ilegal de vida silvestre genera entre 15 y 20 mil millones de dólares al año, según estimaciones. De acuerdo con información difundida por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable, es el cuarto comercio ilegal mundial después de la venta de drogas, la falsificación y el tráfico de personas.
Bertonatti menciona a la pesca como «ejemplo elocuente» en el comercio de especies: «Todo el mundo sabe que hay una flota de distintos países en la Milla 201. Cuando los controles se alejan, ellos avanzan en aguas argentinas. Y varias veces han apresado buques ilegales. Pero los empresarios pesqueros abandonan esos barcos. Es tan rentable el negocio que está dentro de los costos».
Pese a estar a la vista, es un problema poco cuantificado en términos oficiales. Por eso, Bertonatti trabaja en la elaboración de informes estadísticos a partir de publicaciones mediáticas. De acuerdo con el relevamiento publicado en el boletín Biodiversidad Neotropical, de Fundación Azara, ese rastreo dio con 163 operativos en 19 provincias a lo largo del año 2020. En estos procedimientos se decomisaron 6080 ejemplares y 2820 kilogramos de carne relacionados con fauna silvestre. Involucraron a 4688 animales vivos.
La ONG Aves Argentinas también apeló a relevamientos propios ante la falta de estadísticas oficiales, a través del Programa Tráfico Ilegal de Fauna Silvestre. Siguieron publicaciones en Facebook. Entre enero de 2020 y agosto de 2021 relevaron 50 grupos y páginas de compra-venta de animales. Detectaron 1429 registros de venta de animales silvestres de un total de 1006 publicaciones ofrecidas por 581 usuarios.
“Siempre notamos que no hay estadísticas, ni provinciales ni a nivel nacional. Empezamos a ver qué es lo que estaba pasando, lo importante de tener los datos es poder actuar después en consecuencia. Saber de dónde vienen los animales, en qué época, cuáles son las especies que se están traficando. La idea era mostrarle a la gente lo que está pasando y ver si lo podemos plantear frente a Facebook para estudiar si se puede hacer algo al respecto, porque es una plataforma que está permitiendo que esto ocurra”, denuncia Cecilia Maqueda, coordinadora del programa.
Maqueda advierte sobre lo que sucede en las redes, algo potenciado en pandemia: “Hay ferias todavía, pero con todo lo que avanzó la tecnología se usan mucho las redes. Facebook es el que tiene más cantidad. Y existen muchos grupos de WhatsApp donde es más difícil ingresar. Hay desde pequeños coleccionistas que les gustan las aves hasta gente que acopia y lleva en cantidad. Hay que ir contra estas grandes asociaciones, siempre insistimos en eso”. «
Alerta mascotismo
Si bien los especialistas apuntan a que los controles se concentren en los grandes traficantes de animales y piezas, también remarcan la necesidad de concientizar para que no se tenga como mascotas a animales exóticos. “Si querés tener mascotas, que sean animales domésticos. No está prohibido tener animales silvestres, pero hay que comprarlos a criadores inscriptos. Igual es innecesario. Podés tener un perro sin papeles, pero con estos animales, sin papeles es tráfico”, contrasta Alejandro Mackielo, jefe de la Brigada de Control Ambiental.
Muchos de los operativos tienen que ver con este fenómeno del mascotismo, sin tocar a las redes traficantes. Cuando se detectan estos casos –por denuncias de vecinos, por ejemplo–, se alienta la entrega voluntaria de los ejemplares. Así pasó días atrás en Posadas, donde se localizó a un hombre que tenía a un yacaré en el patio de su casa; lo alimentaba con carne, cuero de gallina y pescado. Finalmente lo entregó y fue llevado a la reserva El Puma. A mediados de 2021 una familia entregó a Tincha, una hembra de carpincho a la que tenían de mascota.
Doble amenaza: el caso del cardenal amarillo
La gravedad del tráfico ilegal se potencia cuando afecta a especies que ya se encuentran amenazadas. De las más de cien especies de aves, 20 de reptiles y 15 de mamíferos que se comercializan ilegalmente en la Argentina, una veintena está bajo amenaza, según el Ministerio de Ambiente.
Uno de los casos emblemáticos es el cardenal amarillo. “Además de todos los problemas ambientales que padece vinculados a la actividad humana, como pérdida de hábitat y agricultura, también sufre la presión de caza para mascotismo”, denuncia Cecilia Maqueda, de Aves Argentinas. “Es un animal muy lindo, canta hermoso, y al haber cada vez menos se convierte en una ‘figurita difícil’ y la quieren tener”.
Las cifras detectadas en el relevamiento de esa ONG en Facebook son alarmantes en torno de esa especie: dieron con ofertas por 68 ejemplares a lo largo de 50 publicaciones, en seis provincias. Se cree que el tamaño poblacional de la especie no superaría los 2500 individuos, con lo que cada uno es altamente valioso para su conservación. El valor de un ejemplar va de los 6000 a los 10 mil pesos.
TELAM
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