MADRID – “Si no tomamos medidas, la proporción de niños que dejan la escuela en los países en desarrollo y que no saben leer podría aumentar del 53 al 70 por ciento”, es la voz de alarma que ha lanzado el secretario general de la ONU, António Guterres, en su mensaje con motivo del Día Internacional de la Educación, que se celebra este lunes 24 de enero de 2022.
De hecho, unos 1600 millones de estudiantes de escuelas y universidades vieron interrumpidos sus estudios en el momento álgido de la pandemia de covid-19, y aún no ha terminado, dijo el máximo responsable de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).
Guterres añadió que en la actualidad el cierre de escuelas aún sigue interrumpiendo la vida de más de 31 millones de estudiantes, “exacerbando una crisis mundial de aprendizaje”.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), el Banco Mundial y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) han cuantificado la dimensión económica de este drama.
Pérdidas gigantescas
“Esta generación de estudiantes se arriesga ahora a perder 17 billones (millones de millones) de dólares en ingresos de por vida en valor actual, o alrededor de 14 % del producto interno bruto (PIB) mundial actual, como resultado del cierre de escuelas relacionado con la pandemia de covid-19”, han indicado en un informe conjunto publicado en diciembre.
En el informe sobre el estado de la crisis mundial de la educación, se destaca que los países de ingresos medios y bajos ya tenían antes de la pandemia una proporción de niños que viven en situación de pobreza de aprendizaje de 53 %, que ahora podría saltar a 70 %, debido al prolongado cierre de las escuelas y la ineficacia de la enseñanza a distancia.
Según el informe, las simulaciones realizadas estiman que los cierres de escuelas provocan importantes pérdidas de aprendizaje que están siendo corroboradas por datos reales.
Y ofrece algunos ejemplos concretos: los datos regionales de Brasil, Pakistán, India en su área rural, Sudáfrica y México, entre otros, muestran pérdidas sustanciales en matemáticas y lectura.
El análisis muestra que en algunos países, en promedio, las pérdidas de aprendizaje son aproximadamente proporcionales a la duración de los cierres. Sin embargo, existe una gran heterogeneidad entre los países y según la asignatura, el estatus socioeconómico de los estudiantes, el género y el grado.
“Por ejemplo, los resultados de dos estados de México muestran pérdidas de aprendizaje significativas en lectura y matemáticas para los estudiantes de 10 a 15 años. Las pérdidas de aprendizaje estimadas fueron mayores en matemáticas que en lectura, y afectaron de manera desproporcionada a los alumnos más jóvenes, a los estudiantes de bajos ingresos y a las niñas”, se afirma.
Las desigualdades educativas, exacerbadas
Aprender a leer es un hito en la vida de todos los niños. La lectura es una habilidad fundamental, explica el informe, y añade que todos los niños deberían ser capaces de leer a los 10 años. La lectura es una puerta de entrada para el aprendizaje a medida que el niño avanza en la escuela y, a la inversa, la incapacidad de leer limita las oportunidades de seguir aprendiendo.
“Más allá de esto, cuando los niños no saben leer, suele ser un claro indicio de que los sistemas escolares no están bien organizados para ayudar a los niños a aprender en otras áreas como las matemáticas, las ciencias y las humanidades”, destacan los tres organismos mundiales en el documento.
Y aunque es posible aprender más tarde en la vida con el suficiente esfuerzo, los niños que no leen a los 10 años -o como máximo, al final de la escuela primaria- suelen no dominar la lectura más adelante en su carrera escolar.
Según el informe, incluso antes de que la covid alterara los sistemas educativos de todo el mundo, estaba claro que muchos niños de todo el mundo no aprendían a leer de forma competente. Aunque la mayoría de los niños están escolarizados, una gran proporción no está adquiriendo las habilidades fundamentales.
“Además, 260 millones de niños ni siquiera están escolarizados. Esta es la punta de lanza de una crisis de aprendizaje que amenaza los esfuerzos de los países para construir capital humano y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”, añade.
Sin capital humano
Sin un aprendizaje básico, los estudiantes a menudo no prosperan más tarde en la escuela o cuando se incorporan a la fuerza de trabajo.
“No adquieren el capital humano que necesitan para impulsar sus carreras y economías una vez que dejan la escuela, ni las habilidades que les ayudarán a convertirse en ciudadanos comprometidos y a formar familias sanas y prósperas. Y lo que es más importante, la falta de habilidades básicas de alfabetización en los primeros grados puede conducir a la transmisión intergeneracional de la pobreza y la vulnerabilidad”, se detalla.
La crisis del aprendizaje, que contribuye en gran medida al déficit de capital humano, socava el crecimiento sostenible y la reducción de la pobreza.
Para poner de relieve esta crisis, el Banco Mundial y el Instituto de Estadística de la Unesco elaboraron conjuntamente el concepto de pobreza de aprendizaje y el indicador correspondiente.
“La pobreza de aprendizaje significa ser incapaz de leer y comprender un texto sencillo a los 10 años”, se ha determinado.
Agravamiento de la crisis mundial de aprendizaje
La covid está causando estragos en la vida de los niños pequeños, los estudiantes y los jóvenes. La perturbación de las sociedades y las economías causada por la pandemia está agravando la crisis mundial del aprendizaje y repercutiendo en la educación de una manera sin precedentes.
Con la pérdida de más de un año completo de escolarización en muchas partes del mundo, se estima que la pobreza de aprendizaje aumentará hasta 63 % en los países en desarrollo.
Desigualdades crecientes
La Unesco afirma que este cuarto Día Internacional de la Educación se celebra «cuando nuestro mundo se encuentra en un punto de inflexión: las enormes desigualdades, el deterioro del planeta, la creciente polarización y los efectos devastadores de la pandemia mundial nos sitúan ante una elección generacional: Seguir por un camino insostenible o cambiar radicalmente de rumbo”.
“La educación es clave para trazar el rumbo hacia una mayor justicia y sostenibilidad, pero está «fallando a millones de niños, jóvenes y adultos, aumentando su exposición a la pobreza, la violencia y la explotación», añade la agencia de las Naciones Unidas.
La educación, un derecho humano
Y aquí va un recordatorio necesario: el derecho a la educación está consagrado en el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
De hecho, la Declaración reclama «la enseñanza elemental gratuita y obligatoria».
La Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada en 1989, va más allá al estipular que los países «harán que la enseñanza superior sea accesible para todos».
Desafíos
La educación ofrece a los niños una escalera para salir de la pobreza y un camino hacia un futuro prometedor.
Sin embargo, unos 258 millones de niños y adolescentes de todo el mundo no tienen la oportunidad de entrar en la escuela o completarla, y 617 millones de niños y adolescentes no saben leer ni hacer cálculos matemáticos básicos.
Y menos de 40 % de las niñas del África subsahariana completan el primer ciclo de secundaria y unos cuatro millones de niños y jóvenes refugiados no están escolarizados.
“Su derecho a la educación está siendo violado y es inaceptable», advierte Naciones Unidas.
La ONU sentencia que “sin una educación inclusiva y equitativa de calidad y sin oportunidades a lo largo de toda la vida para todos, los países no conseguirán alcanzar la igualdad de género ni romper el ciclo de la pobreza que está dejando atrás a millones de niños, jóvenes y adultos”.
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