Más allá de la riqueza patrimonial de su Barrio Histórico, la primera y más hermosa ciudad de Uruguay guarda múltiples tesoros dignos de ser visitados. Un repaso por algunos de los más increíbles.
La cercanía a Argentina -solo 50 kilómetros en barco separan a Buenos Aires y a Colonia del Sacramento- convierte a esta joya apacible del litoral fluvial uruguayo, cuyo Barrio Histórico es Patrimonio de la Humanidad desde 1995, en uno de los lugares más visitados del país, con un movimiento previo a la pandemia de dos millones de personas por año.
Fundada en el 1680 por los portugueses, la primera y más hermosa ciudad de Uruguay guarda múltiples tesoros dignos de ser visitados. Más allá de su riqueza patrimonial, la ciudad seduce con hermosas playas y modernas atracciones, casas de diseño y restaurantes. Tanto en su arquitectura como en su trama urbana conviven edificaciones de estilo colonial típicamente portugués y viviendas de porte español. Sus calles empedradas y su rambla hacen de esta ciudad un lugar mágico al que se suman las vistas maravillosas al Río de la Plata.
El recorrido podría comenzar en la Calle de los Suspiros, la peatonal más emblemática del barrio histórico. Sus casonas portuguesas originarias del siglo XVIII, sus faroles coloniales sus, viejos adoquines y su vista al Río de la Plata, la convierten en un lugar de ensueño, detenido en el tiempo. Un punto cargado de leyendas y romanticismo.
A 300 metros, se encuentra el icónico faro, una parada imperdible si lo que se busca es conocer la historia de la ciudad. Fue construido en el siglo XIX para iluminar a las embarcaciones que navegaban el Río de la Plata. Hoy su luz sigue guiando a los navegantes y seduciendo a cientos de turistas que llegan para contemplarlo junto a las ruinas del Convento San Francisco Xavier. Inaugurada en 1745, la Puerta de la Ciudadela, también llamada Puerta de Campo, representa otra de las postales más características del departamento. Está enmarcada por un fuerte, un foso con puente y grandes pilares de piedra.
Con una intensa actividad de yates, barcos y veleros que llegan desde Argentina, el puerto es uno de los lugares más recomendables para ver la puesta de sol y contemplar la Bahía de Colonia y sus playas. Las aguas tranquilas del Río de la Plata, se tornan ideales para la práctica de deportes náuticos. Las playas de la ciudad, sobre el Río de la Plata, son disfrutables tanto en verano como en invierno, ya sea para darse un baño refrescante o para hallar la calma perdiendo la vista en el horizonte. Playa Honda, Ferrando, de las Delicias y del Rowing son algunas de las más visitadas.
Sin embargo, no todo lo imperdible está enclavado en la ciudad. A unos 12 kilómetros del casco del casco, cruzando las angostas calles empedradas y el aroma a tiempo detenido, Sylvaine y Bruno Chevalier, una encantadora pareja de franceses, dirigen Le Moment, una posada de ocho habitaciones, todas ambientadas con diferentes estilos, que miran al río que asoma por las ventanas.
Su historia parece sacada de una novela. Durante 15 años, Sylvaine y Bruno mantuvieron a flote un pequeño hotel en Villefranche-Sur-Saône, cerca de Lyon. Él hacía Beaujolais y ella, con una hospitalidad digna de un premio Nobel, mimaba a los huéspedes. Hasta que llegó la hora de cambiar de aire. Así fue que cuando uno de sus hijos -que vino a trabajar para la cadena Accor en Buenos Aires- les contó de Colonia, cruzaron el océano.
Compraron el terreno de San Pedro, a unos 25 minutos de la ciudad, pusieron en un container todos los muebles de su posada francesa y en enero de 2016 inauguraron el hotel. Con una naturalidad insospechada hoy cada mueble halló su rincón y Bruno está al frente del restaurante que recibe a huéspedes y comensales no hospedados, y propone un verdadero diner français que incluye desde excéntricas preparaciones como el carpaccio de betterave Chioggia (carpaccio de remolacha) hasta la tradicional tarte au citron (tarta de limón). Sin embargo, no deja pasar oportunidad para deleitar a los invitados con especiales como el saltimbocca, un plato tradicional de la cocina italiana.
Como Le Moment, existen otros alojamientos en Colonia que se destacan por la unicidad de las experiencias que ofrecen. Tal es el caso de Charco, un hotel con restaurante a la carta ubicado estratégicamente en el casco de la ciudad. Su magnífica vista al río y su calidez hacen que visitarlo se vuelva un cúmulo de intensidad y vivencias.
Es que Colonia es un convite a la buena vida. Y como gran destino turístico, ofrece lo mejor de la gastronomía de su país. Quienes quieran experimentar una noche a puro sabor, el restaurante Las Libres -en medio de un monte soberbio- ofrece una carta internacional, con productos de su propia huerta orgánica y hasta la posibilidad de pernoctar en una de sus dos habitaciones, decoradas con un gusto capaz de competir con el primer nivel mundial.
Otro de los preferidos para hacer un alto con buena gastronomía y las mejores vistas es Lentas Maravillas, un café con pocas mesas que dirige Maggie Molnar, quien atiende y cocina personalmente a los que la visiten. Su propuesta de slow food tienta con sus ensaladas, sándwiches y pastelería casera en un caserón lleno de detalles.
Y así, la lista podría ser interminable. Pero no sería una guía completa si no incluyera a Casa Viera y Bohemia Restó, dos lugares perfectos para descubrir sabores diferentes pero a la vez familiares acompañada de coctelería de autor y una selección de vinos elaborados en rincones de Uruguay.
La ciudad del suroeste de Uruguay es zona de viñedos. En el Paraje El Quintón, Departamento de Colonia, y a orillas del arroyo que da origen a su nombre, se encuentra el establecimiento Viñedos y Olivares Del Quintón, 120 hectáreas dedicadas al cultivo de viñas y olivares, con un marcado equilibrio entre lo artesanal y lo tecnológico. En el mismo campo se construyó una bodega. La misma se implantó excavada en una lomada de piedra, rodeada por viñedos de uva Cot-Malbec y Syrah. Allí, la labranza del viñedo conjuga el arte de lo manual y la perfección de la mecánica.
El itinerario de viaje perfecto concluye con una pasada por el edificio colosal que conforma a la Plaza de Toros que, además de ser hermoso, tiene un gran valor histórico para la ciudad. Fue inaugurado en 1910 por un el empresario argentino Nicolás Mihanovich que soñaba con convertir a Colonia en un centro lúdico regional mediante la construcción de un gran complejo con plaza de toros, frontón y casino. Paradójicamente, las corridas de toros fueron prohibidas por resolución oficial en 1912, y el lugar quedó abandonado desde entonces. En diciembre de 2021 fue restaurado y reabierto al público. Se transformó en verdadero complejo cultural y deportivo. Además cuenta con un museo taurino, un espacio para locales, una tienda de merchandinsing y en breve una cafetería.
Si de entretenimiento hablamos, situado a orillas del Río de la Plata, el centro cultural y teatro Bastión del Carmen concentra la principal movida cultural del departamento. Exposiciones, espectáculos teatrales y musicales, se dan cita durante todo el año. Durante el verano, es uno de los mejores puntos para contemplar el atardecer y dejarse llevar por los reflejos del agua sobre el muelle viejo.
Por último, ubicado frente a la Plaza de Toros, el Museo Recrear la Historia propone adentrarse en el pasado de los trenes uruguayos. Este pintoresco lugar consta de cuatro vagones de principios del siglo XX reconstruidos según el estilo de su época y una estación inspirada en modelos de 1900. El proyecto fue construido en el mismo lugar donde el empresario Nicolás Mihanovich soñó unir Colonia con el Real. Cuenta con varios servicios como visitas guiadas, restaurante, casa de té, pero conviene reservar con anterioridad.
INFOBAE
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