El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, restó importancia este miércoles al vertiginoso aumento de casos de covid-19 impulsado por la variante ómicron, que, según los expertos, podría provocar pronto una nueva sobrecarga del sistema hospitalario en el país.
“El ómicron no ha matado a nadie. La persona que murió en Goiás no falleció por ómicron (…) Él ya tenía problemas serísimos, especialmente en los pulmones”, dijo el mandatario de extrema derecha en una entrevista con el portal Gazeta Brasil.
El paciente del estado de Goiás (centro-oeste), un hombre de 68 años, fallecido el 6 de enero, es el primer muerto oficialmente confirmado en Brasil por ómicron, según las autoridades del municipio de Aparecida de Goiânia.
Los expertos aseguran que esa variante ya es mayoritaria en el país.
“Ómicron, que ya se esparció por el mundo, tiene una capacidad de contagio muy grande, pero su letalidad es muy pequeña, según dicen las personas que saben”, agregó el mandatario.
“Algunos incluso dicen que sería un virus que serviría como vacuna. Según algunas personas estudiosas y serias, y sin relación con las farmacéuticas, ómicron es bienvenida y puede señalar el fin de la pandemia”, insistió.
De acuerdo con el último informe oficial del Ministerio de Salud, publicado la noche del martes, Brasil registró 70.765 nuevos casos de covid-19 en 24 horas, ocho veces más que hace dos semanas (8.430).
La media móvil de los últimos siete días es de 43.660 contaminaciones diarias, una cifra inédita desde finales de julio pasado.
En el estado de Rio de Janeiro (sureste), por ejemplo, el número de casos diarios aumentó 1.500% en dos semanas.
A pesar del aumento vertiginoso, Bolsonaro sigue oponiéndose ferozmente a cualquier medida restrictiva.
“Nuestra economía no soportaría un nuevo confinamiento. Brasil entraría en bancarrota”, señaló.
El presidente volvió a defender la controvertida tesis de la “inmunidad colectiva” que conferiría la contaminación masiva.
“La inmunidad de rebaño es una realidad (…) Yo, por ejemplo, no me he vacunado y estoy muy bien”, afirmó.
Para Bolsonaro, el covid-19 es una “enfermedad politizada”: “Soy quizás el único jefe de Estado en el mundo que tuvo el coraje de dar su opinión”.
Desde el inicio de la pandemia, el presidente brasileño no ha dejado de criticar las recomendaciones de los expertos para luchar contra el covid-19, rechazando en particular el confinamiento, el uso de mascarilla y la vacunación.
Una comisión de investigación del Senado recomendó en octubre su acusación por varios delitos, incluidos “crímenes contra la humanidad”, por haber “expuesto deliberadamente a los brasileños a una contaminación masiva”.
Con más de 620.000 muertos, Brasil es el segundo país con más víctimas fatales después de Estados Unidos.
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