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NY Times.- Alma Partida sabía que su experiencia con la lactancia materna llegaba a su fin en junio. Había amamantado a su hija, Alessa, durante casi 18 meses —más tiempo que la mayoría de las madres de Estados Unidos— y el proceso no había sido fácil.

Primero vino el nacimiento de Alessa, por cesárea de urgencia, en febrero de 2020. En el hospital, tras la operación, Alma tuvo problemas para amamantarla. Después de que ella y su hija fueron dadas de alta, la lactancia siguió siendo un reto.

“Fue una travesía muy larga”, relató Partida, terapeuta del lenguaje de 29 años en Watsonville, California. Ahora que llegaba a su fin, quería encontrar una manera de recordarla.

Al revisar las publicaciones de un grupo sobre crianza en Facebook, Partida encontró un recuerdo inusual pero adecuado: un pendiente de una piedra blanca. ¿El elemento principal? Leche materna.

Supo que quería uno.

Tal vez sea la primera vez que escuchas hablar de joyas con leche materna, un nicho del mercado conmemorativo. Pero ya existen muchos precedentes de artículos y objetos de uso personal que contienen materia orgánica. Los pendientes y broches hechos con pelo humano fueron muy populares en la época victoriana. En los últimos tiempos, se han fabricado diamantes sintéticos a partir de cenizas de cremación. También es habitual que los padres guarden los cordones umbilicales y los dientes de leche de sus hijos.

Para su pieza, Partida envió unos diez mililitros de leche materna a una empresa llamada Keepsakes by Grace. Alrededor de un mes después, recibió por correo un colgante en forma de corazón de color blanco lechoso.

“Es la última gota”, dice Partida. “Es lo último que tienes para recordar la travesía”.

Freda Rosenfeld, consultora de lactancia en la ciudad de Nueva York, dijo que entiende el impulso de conmemorar la experiencia.

“Para muchas personas, la lactancia es un momento muy especial e importante en su vida”, dijo Rosenfeld. “A menudo, cuando dejan de dar el pecho a sus hijos, es un poco triste, porque fue un momento muy especial”, agregó.

Sarah Castillo, propietaria de Keepsakes by Grace, explica que con frecuencia sus clientas le compran piezas después de haber tenido dificultades para amamantar.

“Muchos de mis pedidos vienen de clientas que están pasando por un momento difícil o que están dejando de amamantar, pero todavía no están listas para hacerlo”, dijo Castillo, de 25 años, quien vive en Tucson, Arizona. “Gran parte viene de eso, del deseo de continuar, o bien no pueden o han decidido que es el momento de ponerle fin”.

Castillo comenzó su línea en marzo después de ver productos similares en Instagram. Experimentó con su propia leche materna durante meses y al final se decidió por un método que consiste en deshidratar la solución para hacer un polvo y luego mezclar el polvo con resina para hacer una piedra. Sus piezas suelen costar entre 60 y 150 dólares.

“Las joyas por sí mismas tienen un valor sentimental”, dice Castillo, pero en el caso de las hechas con leche materna, “literalmente te estás aferrando a un recuerdo”.

Ann Marie Sharoupim, fundadora de Mamma’s Liquid Love, comentó que sus clientas tienen una motivación similar cuando compran su joyería elaborada con leche materna. Sharoupim, de 34 años, quien estudió un doctorado en Farmacología y vive en Rutherford, Nueva Jersey, vende aretes, collares, pulseras y anillos con piedras de leche materna. Cuestan entre 90 y 1500 dólares. En 2021, dice haber vendido casi 4000 piezas.

“Ahora la gente quiere joyería con significado”, afirmó Sharoupim.

Recomienda a sus clientes que traten sus joyas como si fueran perlas, procurando mantenerlas secas y limitando su exposición a productos químicos. Después de que un cliente hace un pedido en su sitio web, Sharoupim envía instrucciones sobre la mejor manera de enviar 14 mililitros de leche materna a la empresa.

Para algunos padres, las joyas hechas con leche materna también pueden ser una manera de sobrellevar la pérdida.

Rebecca Zuick, de 31 años, estudiante de desarrollo de software en San Antonio, compró un anillo con una piedra hecha con su leche materna en febrero de 2017, tanto como una forma de celebrar el fin de la lactancia de su hijo, Asher, como para sobrellevar el nacimiento de un bebé muerto en julio de 2015.

“Para mí, buscar joyas hechas con leche materna era una manera de aferrarme al recuerdo y al legado del niño que no pude amamantar, porque esa era la leche que habría podido tener si hubiera sobrevivido”, dijo Zuick.

Tanto la Academia Estadounidense de Pediatría como la Organización Mundial de la Salud recomiendan que los bebés sean amamantados durante los primeros seis meses de vida. Sin embargo, para muchas madres, eso es insostenible a causa del trabajo; Estados Unidos es uno de los pocos países del mundo que carece de permiso de maternidad remunerado a nivel nacional.

Jacqueline Wolf, profesora de historia de la medicina en la Universidad de Ohio y autora de un libro de 2001 sobre el declive de la lactancia materna a finales del siglo XIX y principios del XX, señaló que, en su mayor parte, las madres que pueden dar el pecho durante esos primeros meses son las que tienen permiso de maternidad remunerado u horarios de trabajo flexibles.

“La mayoría de las mujeres no tienen trabajos así”, dijo Wolf. “Creo que esta joya también simboliza un poco esta injusticia”.


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