Pese a la baja protección en la población (solo un 40 % cuenta con el esquema completo de vacunación) y la llegada de la variante ómicron, que ha multiplicado el número de casos diarios de covid-19, Paraguay afronta un fin de año sin restricciones.
Si bien las autoridades han insistido en las recomendaciones habituales (uso de tapabocas y alcohol en gel, además de evitar las aglomeraciones), la falta de prohibiciones hace que muchos grupos de amigos y familiares elijan, como ya hicieron el 24 por la noche, reunirse y festejar el final de 2021 y el inicio de 2022.
La tradicional sopa paraguaya y su variante más usada, la ‘chipa guazú’, en ambos casos una especie de tarta de choclo (maíz) que puede comerse sola o como guarnición en platos de carne, son lo más degustado en las mesas paraguayas durante las celebraciones navideñas y de fin de año.
Para brindar, y aunque en los últimos tiempos y en casas con mayor poder adquisitivo se impone el champán, sigue triunfando el ‘clericó’, una suerte de sangría o ponche con frutas que agrega, además de su inseparable aportación alcohólica, frescor a las noches veraniegas.
Este dato, el del alcohol, es uno de los más destacados en las noches festivas de diciembre en Paraguay, ya que su ingesta eleva el número de accidentes de tránsito, debido a los numerosos desplazamientos entre la capital, Asunción, y lugares del interior del país a los que viajan muchos paraguayos para celebrar.
El uso de la pirotecnia, habitual en los festejos navideños y de paso de un año a otro, no faltará, si bien, como en otros tantos países, cada vez son más las voces que claman por su regulación.
HOY PY
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