Una de las pasajeras del vuelo 162 de Eastern relató “el infierno” que vivieron los paraguayos para llegar a Asunción y pasar Navidad en familia. Los directivos de la compañía no aparecieron.
Lourdes Céspedes fue una de los más de 400 paraguayos que quedaron varados en Miami, a causa de las reiteradas cancelaciones del vuelo 162 con destino a Asunción que sufrió la compañía Eastern, que hicieron vivir a los pasajeros un verdadero infierno antes de que el avión pudiera despegar para traerlos de vuelta a casa para recibir la Navidad en familia.
Céspedes, quien viajó a Miami para pasar unas vacaciones junto a su pequeña hija de 8 años y una amiga, comentó que debieron soportar horas y horas de incertidumbre, incluso cuando ya estaban a bordo del avión, aguardando, sin tener la certeza del viaje. La pasajera señaló que, al final, todos los viajeros paraguayos que lograron resistir las horas de espera para llegar a Asunción están estudiando la posibilidad de demandar a la compañía aérea “por el infierno” que les hizo pasar para retornar al país.
Durante todo el tiempo que pasaron en el aeropuerto, incluso los días previos al 23 de diciembre, “ni un solo directivo o representante de Eastern dio la cara ni una explicación sobre lo que estaba sucediendo realmente y que originó las reiteradas cancelaciones”, afirmó Céspedes.
El vuelo estuvo todo el tiempo en riesgo de no realizarse, porque el avión volvió a sufrir averías el día 24 de diciembre y tuvo que regresar a la manga del aeropuerto cuando ya estaba a punto de despegar.
Niños. Entre los pasajeros había incluso niños y mascotas, que lograron resistir las horas de espera y manejaron mejor la ansiedad que los propios adultos, según relató la pasajera. La odisea comenzó ya el 18 de diciembre, en que se canceló el primer vuelo que debía traer a un grupo de paraguayos, llegados de otras ciudades de Estados Unidos. Posteriormente, ese grupo se unió a otro que debió embarcar hacia Asunción el 21, vuelo que tampoco se realizó, alegando la compañía desperfectos mecánicos y Covid-19 positivo de la tripulación.
“Muchos paraguayos esperaron hasta 10 días dentro del aeropuerto para poder viajar”, relató Céspedes. Y cuando parecía que todo se encaminaba a una solución el día 23, nuevamente el vuelo fue pospuesto de las 23:59 a las 03:00 de la madrugada de la víspera de Navidad.
Deserción. Lo que para muchos hubiera sido un viaje de regreso confortable y sin contratiempos a Asunción después de unas merecidas vacaciones o para el reencuentro familiar tras dos años de pandemia, se convirtió en días de terror. Céspedes agregó que después de recibir la comunicación de que el vuelo partiría finalmente el viernes 24 a las 03:00 de la madrugada, la mayoría de los pasajeros llegaron al aeropuerto a las 17:00 del día 23, ansiosos por marcar el vuelo y los asientos, porque como habían comprado el tique por internet, no los tenían asignados.
Alrededor de 100 personas de las más de 400 que estuvieron en espera desertaron para buscar otros vuelos no directos hacia Asunción o decidieron pasar las fiestas en Miami. Ya dentro del avión, el día 24, volvieron a esperar hasta pasadas las 13:00, porque el avión retornó de la pista por una nueva avería.
Céspedes añadió que dentro del avión volvieron a correr el riesgo de quedarse en Miami, porque habían pasado horas de espera y, por ley, la tripulación debe cumplir solo 14 horas de trabajo y si sobrepasan ese tiempo deben pagar una multa. Esto motivó que una de las azafatas desertara, la tripulación quedó incompleta y no contaban con un suplente. Fue así que comenzó la búsqueda desesperada de otro sobrecargo, a contra reloj, hasta que lograron dar con un joven.
El sobrecargo tuvo apenas 25 minutos para sortear el intenso embotellamiento de vehículos que registraba Miami en vísperas de Navidad para llegar al aeropuerto. Al abordar el avión, el chico fue recibido con vítores y aplausos por los pasajeros y el avión finalmente pudo despegar. El arribo a Asunción se produjo a las 21:00, aunque no todos los pasajeros pudieron llegar hasta sus hogares, porque algunos tienen a sus familias en otros departamentos como Concepción, Itapúa o Alto Paraná.
UH
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