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Sáb. Nov 2nd, 2024
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De producirse, la invasión rusa de Ucrania, o de una parte de ella, sería quizás la invasión más anunciada de la historia, cuando lo cierto es que este tipo de operaciones suelen prepararse con especial sigilo y acompañarse de no poco disimulo y distracción. La invasión de Crimea por Rusia, o más bien la auto-invasión, porque fueron los propios habitantes de Crimea los que casi se invadieron, constituye el paradigma perfecto al respecto: Occidente no supo lo que pasaba hasta que pasó.

Por ello, de confirmarse la invasión rusa del Donbás, o de toda Ucrania, habríamos asistido a un escenario bastante insólito, ya que, solo en lo que va de año, los medios occidentales han advertido de, al menos, dos invasiones rusas —en abril y diciembre—.

La verdadera invasión de las repúblicas Bálticas como antecedente

Alejen sus ojos por un momento de los ilusorios vocablos creados por la neolengua occidental y centren su atención en los objetivos principales que persigue una invasión de un país, sea cual sea este: control político y militar del territorio con el fin de conseguir una o varias ventajas de distinta índole —protección, proyección, extracción, expansión…—. Ahora, analicen la situación de Lituania, Letonia y Estonia. Sí, efectivamente, la Unión Europea mantiene el control político de las repúblicas Bálticas y la OTAN, el control militar. Y si la OTAN y la UE son instrumentos de Estados Unidos y controlan el poder político y militar de las repúblicas Bálticas, ¿quién controla y goza de una o varias de las ventajas de la posesión de las tres pequeñas repúblicas? La respuesta permite comprender quién es el invasor y quién es el invadido —piensen en la cesión de soberanía política y económica a la Unión Europea o en el despliegue de 4.500 militares de 16 países OTAN, incluyendo carros de combate y aviones de combate—.

Obviamente, para los medios occidentales, Lituania, Letonia o Estonia no han sido invadidas por Estados Unidos y sus entes instrumentales, UE/OTAN, como tampoco fueron invadidos Irak o Afganistán. De hecho, según la retórica occidental, ambos países fueron intervenidos por su seguridad y, más todavía, por la nuestra, ¿recuerdan? Como cuando durante el siglo XIX y comienzos del XX, las grandes potencias no conquistaban ni colonizaban países, los protegían. O como cuando los españoles no conquistaron América, sino que la culturizaron, la educaron y la civilizaron: unas cuantas universidades a cambio de todo el oro y la plata del continente, de sus mujeres y de imponer un sistema de esclavitud que marcaría para siempre a millones de personas. Y solo fue el comienzo.

Ucrania y Bielorrusia, los siguientes objetivos

Así, de la misma forma que las repúblicas Bálticas fueron anexionadas política y militarmente por Estados Unidos mediante la Unión Europea y la OTAN en un momento en el que Rusia estaba demasiado ebria como para oponerse —junto a la antigua Europa oriental—, Occidente comenzó a engullir Bielorrusia y Ucrania. Un plato que a día de hoy es amargo, pero que entonces parecía de lo más apetitoso y accesible.

¿Por qué la Unión Europea y la OTAN actúan como representantes de Ucrania hasta el punto de parlamentar en su nombre, desplegar militares o imponer sanciones a Rusia si no tiene intención real de anexión? Si alguno tiene dudas, el altruismo en geopolítica no existe.

Porque anexionar política y militarmente toda la franja que separaba a Occidente de Rusia —esto es repúblicas Bálticas, Bielorrusia y Ucrania— supone: controlar un extenso territorio de sesenta millones de habitantes y todo lo que ello significa —trabajo, consumo, riquezas—; cercenar y arrinconar a Rusia, expulsándola de sus áreas de influencia europeas y forzándola a convertirse en una potencia asiática en lugar de eurasiática; y, por último, forzar en un futuro su sumisión a la Unión Europea y la OTAN, una vez arrinconada y empobrecida —el gran sueño occidental en la década de los noventa fue anexionar Rusia por medio de la Unión Europea y la OTAN—.

La verdadera invasión de Ucrania

Es por ello por lo que la verdadera invasión de Ucrania es la que están perpetrando la Unión Europea y la OTAN, de hecho no es de extrañar que sea la OTAN la que está aprovisionando y preparando al ejército ucraniano —como, por ejemplo, los drones de Turquía, país OTAN—. Piensen en el sentido que tiene que la OTAN advierta a Rusia de las consecuencias que tendría una invasión de Ucrania, como si realmente este país fuera suyo, cuando a día de hoy Ucrania ni siquiera pertenece a la misma. ¿Por qué la Unión Europea y la OTAN actúan como representantes de Ucrania hasta el punto de parlamentar en su nombre, desplegar militares o imponer sanciones a Rusia si no tiene intención real de anexión? Si alguno tiene dudas, el altruismo en geopolítica no existe —África es un claro ejemplo—.

El ejemplo de España

Para enmascarar la invasión, desde Occidente se asevera que estos países tienen derecho a elegir su destino, pero la realidad es que el único destino que tienen derecho a elegir es el que Occidente dictamina. Un ejemplo de ello lo encontramos en España, en el que la posición contraria a la entrada de la OTAN de Adolfo Suárez, presidente del Gobierno hasta enero de 1981, fue una de las causas que provocó su derrocamiento por parte de Juan Carlos y, a su vez, uno de los elementos determinantes que concluyó en el golpe de Estado del 23F.

Con posterioridad, Felipe González, siempre contrario a la entrada del país en la OTAN antes de ser presidente, cambió su posicionamiento en la celebración del referéndum en 1986 —incluso amenazó con dimitir si el referéndum se mostraba contrario a la integración en la OTAN—. Un referéndum trucado, no solo por la enorme presión a la que sometió al país y por el uso de todos los resortes de poder para cambiar la voluntad de los ciudadanos, sino porque, sabedores de la posición contraria del pueblo español a la entrada en la OTAN, se marcaron unas condiciones a la entrada de España en la OTAN que, no solo no se han cumplido, sino que jamás se quisieron cumplir.

Es obvio que las élites políticas y económicas occidentales no aman las democracias, aman las democracias en las que se vota lo que ellos desean, de lo contrario no tienen problema alguno en derrocarlas, presionarlas, amenazarlas o, como mal menor, trucar las elecciones para obtener los resultados que desean.

Los hechos demuestran de forma inapelable el engaño del pueblo español, ya que en dicho referéndum se aseveró que “la participación de España en la Alianza no conllevaría su incorporación a la estructura militar integrada”, pero el 1 de enero de 1999 España se integró en la estructura militar de la OTAN sin que la ciudadanía fuera consultada de nuevo en referéndum para conocer su opinión.

Es obvio, pues, que las élites políticas y económicas occidentales no aman las democracias, aman las democracias en las que se vota lo que ellos desean, de lo contrario no tienen problema alguno en derrocarlas, presionarlas, amenazarlas o, como mal menor, trucar las elecciones para obtener los resultados que desean. Y eso es lo que llevan años haciendo, tanto en Ucrania como en Bielorrusia —de hecho, el apoyo a la entrada en la OTAN en Ucrania no llegaba antes de 2014 al 13%—: presionar, forzar, engañar, amenazar… Hasta que Rusia dijo basta.

Crimea, territorio históricamente ruso

En el caso de Crimea, hay que recordar que perteneció a Rusia desde finales del siglo XVIII hasta que fue cedido a Ucrania en 1954 en un contexto de unión política que, de otra forma, hubiera carecido de cualquier sentido, pues, tanto entonces como ahora, la mayoría de la población era étnica y culturalmente rusa, hasta el punto de ser el ruso el idioma dominante. Una cesión que, obviamente, Rusia no podría mantener en el caso de una Ucrania otanizada. Esa es la clave, pues, por la cual Crimea se arrojó a los brazos de Rusia —se trata de un punto clave para el control del mar Negro—.

De la incapacidad

A pesar de las continuas advertencias rusas, Occidente ha elegido confrontar en lugar de pactar y, a su manera, presiona a Rusia con todos los medios de los que dispone, especialmente mediante sanciones económicas, cada vez más duras. Sin embargo, se percibe una sensación de incapacidad desde el lado Occidental, puesto que el mundo, antes a sus pies, parece que se le atraganta, sobre todo en Asia ante el crecimiento de China y en Europa ante la irreverencia de Rusia.

Además, la incapacidad occidental queda marcada, no ya por cuestiones militares o económicas, sino sociales, ya que una gran parte de Europa, como ha demostrado Alemania, no está dispuesta a la confrontación —la sociedad europea no toleraría una guerra con Rusia en Ucrania, sobre todo cuando comenzasen a llegar las bajas militares, y menos aún una confrontación frontal—. Y el miedo en geopolítica se huele a distancia.

Pacto o confrontación

Desgraciadamente, no habrá paz en Europa hasta que Estados Unidos renuncie a arrinconar a Rusia mediante el control político y militar de Bielorrusia y Ucrania —o lo que leerán en los medios occidentales, a que la Unión Europea y la OTAN renuncien a su entrada— y se retire de ambas. Porque la verdadera invasión de Ucrania —Bielorrusia y Georgía— está siendo perpetrada por la OTAN y la UE.

RT


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