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Vie. Nov 22nd, 2024
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Cuando vimos en 2019 el video viral de unas estudiantes saltándose las barras del metro para protestar por el alza al precio del boleto, nadie imaginaría el resultado apenas dos años después: el deceso de la Constitución pinochetista y el triunfo de la izquierda en unas presidenciales.

El resultado electoral de la segunda vuelta en Chile, en la que el izquierdista Gabriel Boric venció con el 55 % de los votos al derechista Jose Antonio Kast, da cuenta del cambio que ha experimentado la sociedad chilena en estos últimos vertiginosos años.

Varias aristas de la realidad nacional e internacional se verán impactadas por este hecho, y aquí tratamos de esbozar las primeras consecuencias.

1. “Efecto mariposa”

Cuando vimos en 2019 el video viral de unas estudiantes saltándose las barras del metro para protestar por el alza al precio del boleto, nadie imaginaría el resultado apenas dos años después: el deceso de la Constitución pinochetista y el triunfo de la izquierda en unas presidenciales con un recambio generacional en puertas.

Rememorarlo ahora, nos invita a recordar también eso que la teoría del caos llama “efecto mariposa”, según el cual un aleteo puede producir un gran huracán en lugares remotos.

Largos meses sufrió el presidente saliente, Sebastián Piñera, para sofocar la revuelta popular, que tomó calles y plazas hasta que empezó la pandemia. Pero los estragos han ido más lejos de lo esperado.

2. La renovación de la izquierda

El “efecto mariposa” no solo se vivió con una ilimitada revuelta, sino también con una renovada izquierda con suficiente inteligencia y organicidad como para tomar el poder político. La radicalidad de la plaza supo moderarse en las internas izquierdistas y luego articular a diversos sectores para enfrentar a una derecha que, por el contrario, mostró su rostro más impresentable: el de un populista de derecha radical, hijo de un fascista alemán y nostálgico de la dictadura de Pinochet.

3. La participación

Con una participación de 55 %, seis puntos más que en la segunda vuelta de 2017, se confirma que puede haber un cambio de mentalidad política en torno a la participación. Aún la abstención es altísima, pero al menos, a diferencia de los anteriores procesos, ya supera la mitad del electorado y eso en un Chile post-dictatorial es bastante.

4. Fin del modelo neoliberal chileno

La izquierda fue más inteligente porque supo hablarle a la población general y los diferentes sectores existentes en la realidad chilena. A diferencia de Kast, que le habló a los más ideologizados y a sectores populares derechizados acentuando algunos problemas concretos, como la migración en el norte y el conflicto mapuche en el sur.

Los imaginarios políticos y el diseño de campañas ya no pueden basarse en el miedo. La “venezolanización” del conflicto, o el acuñado “Chilezuela”, fracasó nuevamente.

Pero el miedo no pudo más que los deseos de cambio, y es aquí donde viene el mayor efecto del aleteo: el resquebrajamiento definitivo del modelo neoliberal chileno.

Si los neoliberales del mundo estudiaron el “éxito” de un diseño macroeconómico que se aplicó a punta de fuego y miles de desaparecidos por razones políticas, ahora deberán incluir el análisis sobre el profundo malestar social que generó, a pesar de las inmejorables estadísticas.

5. El fracaso de la campaña del miedo

La derecha perdió mucho más que unas presidenciales. El efecto mariposa se sintió con fuerza en su seno. Los imaginarios políticos y el diseño de campañas ya no pueden basarse en el miedo. La “venezolanización” del conflicto, o el acuñado “Chilezuela”, fracasó nuevamente.

A pesar de haber sido derrotado en Perú, Ecuador, México y Argentina, el intento de relacionar a esos procesos ya no surte efecto en el electorado, al menos para ganar unas presidenciales, en ninguna parte del continente.

Pero la derecha tiene una alta impronta del pinochetismo, que suele ser muy tozudo con la realidad. Analizar el pinochetismo es aceptar que hay amplios sectores que reproducen demandas de mano dura por diferentes vías y que, después del estallido, parece que han acelerado la segregación más impulsiva y agresiva de ideas de derecha sobre el “comunismo”, la inmigración, la delincuencia, el indigenismo.

Aunque sigue siendo un poderoso sector, no solo económico y militar, sino también electoral (44 %), la derecha terminó mostrando, con Kast, su rostro más antidemocrático y populista, develando sin pudor los intereses que defiende y la forma violenta en la que aspiran a mantenerlos.

Así las cosas, la derecha deberá rehacer su agenda pública, comenzar a preparar un plan para tratar de rehacer su propuesta económica, tan abiertamente salvaje, y además buscar relevo generacional que pueda competir con el nuevo líder y presidente Gabriel Boric.

6. El desafío de la izquierda

Por su parte, esta nueva generación política, con Boric a la cabeza, tiene ahora la pelota. Debe solidificar la alianza entre sectores distantes, en medio de la ejecución de cambios sociales, con todos los problemas que esto va a traer.

Débil en el Parlamento y con la redacción de la Constitución en pleno desarrollo, se enfrentará a una situación compleja en el que la moderación puede generar gobernabilidad, pero también hastío en una sociedad que ha demostrado exigir cambios importantes.

Pero no solo Boric tiene el balón. Esas partículas en ebullición que hicieron posible el estallido –y esta nueva realidad nacional–, tendrán que seguir pendientes de sus territorios, de las localidades, de los temas transversales y, en definitiva, de la política –tanto dentro como fuera del gobierno– para crear condiciones que favorezcan la profundización de los cambios necesarios que superen al pinochetismo y confronten las nuevas fuerzas conservadoras.

7- El impacto geopolítico

Con el triunfo de la izquierda en Chile, al igual que sucedió previamente en Honduras y Perú, el impacto geopolítico también puede tener especial significación, debido al cambio de sentido político que reafirma para todo el continente. El próximo año serán las presidenciales en Brasil y Colombia, y este giro podría acentuarse de manera tajante.

RT


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