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Vie. Nov 1st, 2024
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Infobae.- Aunque muchos estudios se han centrado en la infección por SARS-CoV-2 en los pulmones, se sabe comparativamente poco sobre los efectos potenciales del virus en la fertilidad masculina. Sin embargo, una serie de revisiones científicas determinaron que la enfermedad tiene un impacto en su sistema reproductor (en forma de orquitis o alteración de los parámetros seminales) en menos del 10% de los pacientes menores de 40 años de edad, como respuesta a la inflamación sistémica producida por el virus. “Se necesitan más estudios para evaluar si esta afectación tiene un impacto a largo plazo en la capacidad reproductiva”, concluyó la Agencia de Calidad y Evaluación Sanitaria de Cataluña (AQuAS) de Barcelona, España, tras revisar ocho trabajos específicos de la literatura internacional.

La enfermedad de COVID-19, y la consiguiente pandemia que golpea el mundo oficialmente desde marzo de 2020, afecta especialmente al aparato respiratorio, pero también causa complicaciones cardíacas, tromboembólicas, neurológicas e inflamatorias. Además, se ha detectado ARN del virus en riñones, hígado, corazón y cerebro, lo que indica que el virus se disemina por todo el cuerpo. Y se ha descrito también afectación de los órganos urogenitales masculinos, ya que el SARS-CoV-2 utiliza el receptor de la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2) como vía de entrada.

Esta enzima está asociada a la proteína serina proteasa transmembrana (TMPRSS2), lo que hace que el testículo, y especialmente el espermatogenonesis, sean potencialmente vulnerables, ya que este tejido tiene una alta expresión del receptor ACE2. Por ello, se considera necesario conocer si la infección por SARS-CoV-2 podría tener un impacto negativo en la salud sexual y reproductiva, en este caso, de los varones, explica la agencia en su informe, destinado a apoyar la toma de decisiones por parte del Departamento de Salud de la Generalitat y el Servicio Catalán de la Salud (CatSalut).

Recientemente, un estudio de la Universidad de Georgia (Estados Unidos) descubrió que los casos severos de COVID-19 pueden reducir la fertilidad masculina. “Sabemos que en casos severos, los testículos no evolucionan bien durante la enfermedad”, comentó el autor principal Clayton Edenfield, que aseguró que los resultados no están confirmados.

El articulo, publicado en la revista Nature Reviews Urology, se centra en las formas en las que el SARS-CoV-2 ataca e infecta a las células testiculares. Los autores señalan que desde el inicio de la pandemia se ha confirmado que el SARS-CoV-2 puede infectar múltiples órganos en todo el cuerpo a través de dos proteínas principales: los receptores de la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2) y la proteasa serina 2 transmembrana (TMPRSS2).

Los testículos producen ambas proteínas, por lo que son susceptibles a la infección viral y al daño celular potencial. “Ha habido informes de autopsias que muestran algún tipo de entrada viral en el testículo, así como efectos negativos del virus en el testículo. Entonces, esto va a ser cosas como inflamación y orquitis, dolor testicular, así como la ruptura de la barrera hemato-testicular, e incluso en algunos casos, el virus está en realidad eyaculado”, comentó Edenfield.

En el peor de los casos, comenta el autor, el virus daña los espermatozoides de la línea germinal del órgano, las células responsables de la creación de nuevos espermatozoides, que podrían tener efectos duraderos sobre la fertilidad e incluso provocar defectos de nacimiento. “Afortunadamente, la mayoría de las personas en edad reproductiva están bastante protegidas de los casos graves, pero en el uno por ciento que se ve afectado, el virus podría causar mucho daño”, subrayó.

Otro informe de posicionamiento previo de la Asociación Española de Andrología, Medicina Sexual y Reproductiva (ASESA), publicado el 15 de junio de 2020, pocos meses después de iniciarse la pandemia, concluyó que “a pesar de que la información de la que disponemos hasta el momento se basa en tamaños de muestra pequeños, que ofrecen informaciones contradictorias, la posibilidad teórica de que SARS-CoV-2 pueda producir daño testicular y sus posibles efectos sobre la fertilidad y la función endocrina testicular, así como la posibilidad de transmisión sexual, no debe minimizarse”.

“Cabe la posibilidad de que el virus pueda atacar el tejido testicular inicialmente, pero se elimine de los testículos más tarde, durante el curso de la enfermedad. Alternativamente, y merced al privilegio inmune del testículo, podría ser que el virus no infecte los testículos directamente y que se trate de una orquitis autoinmune o bien, relacionado con los trastornos de coagulación asociados con COVID-19, que la sintomatología de orquitis sea consecuencia de una endotelitis. Por otro lado, la hipertermia, la infección secundaria, la hipoxia y los esteroides pueden desempeñar un papel en el daño tisular observado en los testículos de pacientes con COVID-19. Todo ello podría conducir al daño de los conductos seminíferos y a la anormalidad endocrina y eventual reducción o ausencia de espermatogénesis en pacientes que se han recuperado de covid-19″, añadió.

Poco después, la Fundació Puigvert de Barcelona, centro de referencia en urología, nefrología y andrología en Cataluña, anunció que investigaría si el COVID-19 puede comprometer la fertilidad masculina dentro de un proyecto de financiado por la Fundació La Marató de TV3 y liderado y coordinado por Rafael Oliva, del IDIBAPS-Hospital Clínic de Barcelona.

Daniel Moreno, coinvestigador en este trabajo y adjunto del Servicio de Andrología de la Puigvert, manifestó entonces que “sabemos que el COVID-19 no se transmite a través del semen, pero el efecto del mismo sobre la espermatogénesis es aún un misterio”. El estudio, que actualmente está en curso, pretende comprobar si la infección por coronavirus provoca un deterioro de la producción espermática y, en última instancia, si puede poner en riesgo y comprometer la fertilidad masculina, algo relevante puesto se calcula que actualmente un 15% de los hombres en edad fértil ya presentan problemas de reproducción.

Los testículos no solo producen espermatozoides. Éste es el órgano principal del esteroide génesis, produciendo el 95% de la testosterona. Diferentes estudios han determinado, entre posibles secuelas del COVID-19, una alteración en la producción de testosterona, aunque, según destacó Moreno entonces, “aún no sabemos si este hipogonadismo es transitorio o permanente; por tanto, con este estudio también determinaremos si la infección provoca en determinados individuos un descenso de los niveles de testosterona”.

En este estudio, en el que también participan el Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR), la Universidad Autónoma de Barcelona y el Hospital de Barcelona-SCIAS, la Puigvert proporciona muestras testiculares de pacientes seleccionados.

Respecto al documento que emitió la Asociación Española de Andrología, en el que Bassas participó, cree que ahora hay más conocimiento al respecto, especialmente sobre las implicaciones en la fecundación asistida. “El testículo expresa receptores AC2 y enseguida saltó la liebre sobre una posible transmisión sexual del SARS-CoV-2″, sostuvo.

Pero ese extremo no se llegó a demostrar, lo cual tranquilizó a los especialistas. No obstante, ante la sospecha, se publicaron recomendaciones de organismos internacionales, la Sociedad Española de Fertilidad, el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas, y los programas de donación de esperma se paralizaron durante seis meses. Posteriormente, se comenzaron a hacer PCR a los donantes, hubiesen tenido diagnóstico previo de COVID-19 o no, y esto sigue ahora vigente, aunque Bassas considera que no tardará en relajarse esta medida.

Sus principales mensajes al respecto son: “Transmisión sexual parece que no hay, aunque aún no se ha dicho la última palabra”; “repercusiones sobre la reproducción a largo plazo seguramente que no habrá”, y “hay que dilucidar si el efecto agudo es sobre el testículo u hormonal”.

Las investigaciones más recientes de profesionales de la Universidad de Miami arrojaron nueva luz sobre las preguntas en torno a los trastornos de fertilidad que puede generar el coronavirus. El equipo, a cargo de Ranjith Ramasamy, director del Programa de Urología Reproductiva de la Facultad de Medicina Miller de la Universidad de Miami, descubrió implicaciones potenciales de gran alcance para los hombres de todas las edades, incluidos los hombres más jóvenes y de mediana edad que desean tener hijos.

En su trabajo el equipo científico analizó los tejidos de la autopsia de los testículos de seis hombres que murieron a causa de la infección por COVID-19. “El resultado demostró que el virus COVID-19 apareció en los tejidos de uno de los hombres, mientras detectamos una disminución en el número de espermatozoides en tres”, explicó Ramasamy. Otro paciente que sobrevivió al COVID-19 se sometió a una biopsia de testículo unos tres meses después de que su infección inicial por COVID-19 desapareciera. La biopsia mostró que el coronavirus todavía estaba en sus testículos.

Su equipo también descubrió que el COVID-19 afecta al pene. Un análisis del tejido de ese órgano de dos hombres que recibieron implantes mostró que el virus estaba presente de siete a nueve meses después de su diagnóstico de COVID-19. Ambos habían desarrollado una disfunción eréctil grave, probablemente porque la infección provocó una reducción del suministro de sangre al órgano.

En particular, uno de los hombres solo tenía síntomas leves de COVID-19. El otro había sido hospitalizado. “Esto sugiere -completó Ramasamy- que incluso aquellos con un caso relativamente leve del virus pueden experimentar una disfunción eréctil grave después de la recuperación”.

Estos hallazgos no son del todo sorprendentes. Después de todo, los científicos saben que otros virus invaden los testículos y afectan la producción de esperma y la fertilidad. Por ejemplo, los investigadores que estudiaron los tejidos de los testículos de seis pacientes que murieron por el virus del SARS-CoV de 2006 encontraron que todos tenían una destrucción celular generalizada, con pocos o ningún esperma. También se sabe que los virus de las paperas y del Zika pueden ingresar a los testículos y causar inflamación. Hasta el 20% de los hombres infectados con estos virus tendrán una producción de esperma deficiente.

Lo más seguro: las vacunas

La investigación adicional del equipo de Ramasamy trajo buenas noticias. Un estudio de 45 hombres publicado en Jama (el medio oficial de la Asociación Americana de Medicina) mostró que las vacunas de ARNm de Pfizer y Moderna parecen seguras para el sistema reproductivo masculino. “Ésta, entonces -destacó Ramasamy-, es otra razón para vacunarse, un modo de preservar la fertilidad masculina y la función sexual”.

Este es solo un primer paso sobre cómo el COVID-19 podría afectar la salud sexual masculina; las muestras fueron pequeñas y los estudios deben continuar. Aún así, para los hombres que han tenido COVID-19 y luego han experimentado dolor testicular, es razonable considerar que el virus lo ha invadido. “El resultado puede ser una disfunción eréctil -indica el especialista-. Esos hombres deberían ver a un urólogo”, dijo.

Los especialistas de la Universidad de Miami consideran que la investigación presenta un mensaje urgente de salud pública con respecto a las vacunas COVID-19. “Para los millones de hombres estadounidenses que permanecen sin vacunar, este puede ser un argumento que les permita considerar nuevamente las consecuencias si este virus altamente agresivo los encuentra”, afirmó.

Una razón para la vacilación de las vacunas es la percepción entre muchos de que las inyecciones de COVID-19 podrían afectar la fertilidad masculina. “Nuestra investigación muestra lo contrario. No hay evidencia de que la vacuna dañe el sistema reproductivo de un hombre. Pero ignorar la vacuna y contraer COVID-19 muy bien podría hacerlo”, finalizó el especialista.


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