Se trata de las dosis de AstraZeneca, Pfizer, Moderna, Novavax, Johnson & Johnson, Valneva y CureVac. Lo reveló un estudio en Reino Unido publicado en la revista científica The Lancet. Cuáles fueron las que dieron más protección.
El 56% de la humanidad ya recibió la primera dosis de la vacuna contra el COVID-19. El 45% tiene hoy el esquema completo con la inmunización. Un 3,2% aceptó recibir una tercera dosis después de un tiempo de haber completado el esquema y para aumentar aun más la protección contra el coronavirus y reducir el riesgo de hospitalización y muerte.
Un estudio realizado en el Reino Unido y publicado en la revista especializada The Lancet demostró que seis vacunas diferentes contra el Covid-19 son seguras y eficaces cuando se utilizan como dosis de refuerzo. Es decir, recibir una vacuna diferente como tercera dosis funciona bien.
En el estudio de comparación de las siete marcas de vacunas diferentes, los investigadores británicos descubrieron que la mayoría provocaban una fuerte respuesta inmunitaria cuando se aplicaban como terceras dosis. Entre ellas, las inyecciones de vacuna de ARN mensajero de Moderna y Pfizer-BioNTech fueron las que provocaban las mayores respuestas.
Se trató de un ensayo en Fase II que analizó la seguridad y eficacia de siete vacunas administradas después de dos dosis iniciales de la vacuna de Oxford-AstraZeneca o de Pfizer-BioNTech. Las vacunas incluidas en el estudio fueron las producidas por Oxford-AstraZeneca, Pfizer-BioNTech, Novavax, Johnson & Johnson, Moderna, Valneva y Curevac.
Los funcionarios de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, preocupados por los informes preliminares sobre Ómicron, dijeron el lunes que todos los adultos deberían recibir la dosis de refuerzo. El primer caso confirmado de infección con esa variante fue registrado el miércoles en San Francisco, en una persona que regresó de un viaje a Sudáfrica el 22 de noviembre. La persona, quien presentó síntomas leves y se dijo que estaba mejorando, tenía el esquema completo de vacunación, pero no había recibido una dosis de refuerzo.
En el estudio participaron 2.878 adultos mayores de 30 años, y concluyó que ninguna de las siete vacunas tuvo problemas de seguridad cuando se la usó como dosis de refuerzo. La fatiga, los dolores de cabeza y el dolor en el lugar de la inyección fueron los efectos secundarios más comunes, y se registraron sobre todo en personas jóvenes. Un total de 912 participantes experimentaron efectos adversos a causa de la vacuna de refuerzo, de los cuales 24 fueron graves durante el estudio.
El profesor Saul Faust, líder del ensayo y director del Centro de Investigación Clínica NIHR del Hospital Universitario Southampton, en el Reino Unido, dijo: “Nuestros datos sobre los efectos secundarios muestran que las siete vacunas son seguras para su uso como tercera dosis, con niveles aceptables de reactogenicidad, es decir, efectos secundarios inflamatorios como dolor en el lugar de la inyección, dolor muscular y fatiga”.
Además, agregó: “Las siete aumentaron significativamente los niveles de anticuerpos contra la proteína de la Espiga después de dos dosis de AstraZeneca. Sin embargo, sólo seis lo hicieron también tras dos dosis de Pfizer-BioNTech (AstraZeneca, Pfizer-BioNTech, Moderna, Novavax, Janssen y CureVac). También hubo grandes variaciones en la respuesta con diferentes refuerzos”.
Tras el análisis de los resultados, el doctor Faust comentó también: “Es realmente alentador que una amplia gama de vacunas, que utilizan diferentes tecnologías, muestren beneficios como dosis de refuerzo de cualquiera de estas vacunas. Esto da confianza y flexibilidad en el desarrollo de programas de refuerzo aquí y en todo el mundo, con otros factores como la cadena de suministro y la logística también en juego”.
Los participantes gozaban de “buena salud”, según los autores del estudio, y fueron reclutados en 18 localidades diferentes del Reino Unido. Alrededor de la mitad había recibido dos dosis de la vacuna de Oxford-AstraZeneca, mientras que la cohorte restante había sido vacunada con la vacuna de Pfizer-BioNTech. Alrededor de la mitad de los participantes en el estudio eran mayores de 70 años. Algunos individuos fueron incluidos en un grupo de control y se les administró una vacuna antimeningocócica como placebo.
Cuatro semanas después de la administración de los refuerzos, los investigadores midieron los niveles de anticuerpos de los participantes dirigidos a la proteína de Espiga del coronavirus. La proteína Espiga es una parte clave de la estructura del coronavirus que le permite entrar en las células humanas. También se controló la respuesta de las células T, que desempeña un papel fundamental en la lucha contra las infecciones virales y puede influir en la gravedad de Covid-19. Estos resultados se midieron con las variantes de preocupación Alfa, Beta y Delta, así como con la cepa original que apareció por primera vez en China.
Según el estudio, las siete vacunas aumentaron la inmunidad cuando se administraron entre 10 y 12 semanas como dosis de refuerzo, después de las dos dosis de la vacuna de Oxford-AstraZeneca. Todas las vacunas, excepto la de Valneva, reforzaron la inmunidad en los participantes cuyas dos dosis iniciales fueron de la vacuna de Pfizer-BioNTech, según el estudio.
En los participantes que habían recibido inicialmente dos dosis de la vacuna Oxford-AstraZeneca, los niveles de anticuerpos contra la proteína de la Espiga eran entre 1,8 veces más altos (después de Valneva) y 32,3 veces más altos (después de Moderna) 28 días después de su tercera inyección, dependiendo de la vacuna de refuerzo utilizada. En aquellos cuyas dos primeras dosis fueron de Pfizer-BioNTech, el aumento de los niveles de anticuerpos tras los refuerzos osciló entre 1,3 veces más (tras Valneva) y 11,5 veces más (tras Moderna).
“Estos datos son bienvenidos por los responsables políticos”, afirmó Merryn Voysey, estadística de la Universidad de Oxford que no participó en el estudio. “El mensaje más significativo que nos llevamos a casa es que hay un gran número de excelentes opciones de refuerzo para las terceras dosis”, resaltó.
Los autores del estudio aclararon que no habían investigado la eficacia de las distintas combinaciones de refuerzos en cuanto a la prevención de la transmisión, la hospitalización y la muerte por Covid-19. Añadieron que se desconocía la relación entre los niveles de anticuerpos a las cuatro semanas de un refuerzo y la inmunidad a largo plazo.
Otras limitaciones del trabajo fueron el rango de edad de los participantes, el hecho de que la mayoría de los que tomaron parte en la investigación eran de etnia blanca y el breve lapso de tiempo entre las dosis, que según los autores del informe podría mellar las respuestas inmunitarias. Por eso, el equipo de investigación está estudiando ahora los efectos de los refuerzos siete u ocho meses después de las dosis iniciales, y los resultados se esperan para 2022.
El doctor Faust además comentó que se están llevando adelante otros trabajos que “generarán datos a los tres meses y al año de haber recibido los refuerzos, lo que permitirá conocer su impacto en la protección a largo plazo y la memoria inmunológica”.
Las terceras dosis ya se están aplicando en 58 países. Israel y Chile ya aplicaron la tercera dosis en el 45% de su población general. Islandia (40%), Uruguay (38%), Emiratos Árabes (30%), Reino Unido (27%) y Hungría (26%) son los países que también han aplicado más terceras dosis. En el caso de Argentina, la aplicación de la tercera dosis, como adicional o como refuerzo, empezó en noviembre y alcanzó hasta el momento al 4,7% de la población general.
En el Reino Unido, a la mayoría de las personas se les ofrece la vacuna de Pfizer-BioNTech o la vacuna Moderna como refuerzo, aunque a algunas personas se les da la vacuna de Oxford-AstraZeneca si no pueden recibir las alternativas. Ayer, el Gobierno británico anunció que ha firmado nuevos contratos para adquirir 114 millones de dosis adicionales de las vacunas Pfizer/BioNTech y Moderna para 2022 y 2023, a fin de garantizar su programa de refuerzo ante la aparición de la nueva variante Ómicron del coronavirus. Tiene previsto aplicarlas como cuarta dosis.
En los Estados Unidos, la autoridad regulatoria, la FDA, ya autorizó el uso de las vacunas Moderna y Pfizer-BioNTech en el programa de refuerzo del país, mientras que en Israel sólo se utiliza la vacuna Pfizer-BioNTech.
En la Argentina, cuatro de cada cinco personas (81.3% de la población) recibieron al menos una dosis de vacunas contra el COVID-19. Dos de cada tres (el 66,6%), tienen al menos dos dosis y más de dos millones de personas (4.7%) ya cuentan con tres dosis. Como informó Infobae el miércoles, durante las últimas tres semanas, el ritmo de las terceras dosis ya superó al de las primeras dosis.
Para el verano, en Argentina se espera avanzar con las terceras dosis de refuerzo que incluirán la posibilidad de combinar con los inoculantes de AstraZeneca, Pfizer/BioNTech, Moderna y Sputnik V del Instituto Gamaleya de Rusia, pero se aplicarán según la disponibilidad del momento según informó a Infobae el doctor Juan Manuel Castelli, subsecretario de estrategias sanitarias del Ministerio de Salud de la Nación.
Una limitación del estudio sobre las dosis de refuerzo es que se hizo antes de la aparición de la variante de preocupación Ómicron. Una dosis de refuerzo que es un 90% efectivo contra la cepa original podría brindar menor protección cuando una persona se expone a la variante Ómicron del coronavirus, pero no se sabe cuánto peor. Los científicos deben averiguar primero cómo cultivar esa variante en el laboratorio aún.
El doctor Faust y sus colegas ya han enviado muestras de sangre de los voluntarios del ensayo a los laboratorios del gobierno británico, donde los investigadores verán lo bien que funcionan sus anticuerpos y células inmunitarias reforzadas contra Ómicron. “Creo que empezaremos a ver esos resultados en unas semanas”, dijo el doctor Faust. Si los refuerzos no funcionan bien contra esa variante, los desarrolladores de vacunas tendrán que hacer nuevas inyecciones. Las vacunas de ARN mensajero podrían adaptarse rápidamente para dirigirse a las mutaciones de Ómicron.
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