Lavrov reclama a Blinken en un tenso cara a cara “garantías de seguridad a largo plazo” para Moscú.
En plena escalada entre Rusia y Ucrania, con la región del mar Negro en zona de alerta roja y en medio de las acusaciones cruzadas entre ambos países de estar preparando una operación militar en la frontera, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, ha intervenido este jueves en la crisis con un emplazamiento a su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, a elegir la vía diplomática para suavizar el conflicto. Ambos han mantenido un tenso cara a cara en Estocolmo (Suecia), durante el que Blinken ha advertido de que Moscú pagará “un alto precio” si persiste en la opción de la confrontación.
La tensión ocasionada por la concentración de más de 114.000 soldados rusos en la frontera con Ucrania, según los servicios de inteligencia de Estados Unidos, ha monopolizado la entrevista entre Blinken y Lavrov, celebrada en el marco de la reunión de ministros de Exteriores de la OSCE (Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa).
El jefe de la diplomacia estadounidense ha instado a las autoridades rusas a retirar las tropas de la frontera y a replegarlas a sus posiciones “propias de tiempos de paz” para desescalar la crisis. Ante los más de 50 ministros de los miembros de la OSCE, Blinken ha acusado a Moscú de incumplir los acuerdos de paz de Minsk, que establecían un alto el fuego en Ucrania, y ha exigido el libre acceso de los observadores de la OSCE a todas las zonas en conflicto. “Estamos profundamente preocupados por los planes de Rusia de lanzar una nueva agresión contra Ucrania”, ha dicho, tras exigir a Rusia que respete la soberanía e integridad territorial de dicho país.
Por su parte, Lavrov ha anunciado que Moscú presentará próximamente propuestas para un nuevo “pacto de seguridad en Europa” que evitaría una expansión de la OTAN hacia el Este y pondría fin a la actual crisis, según sus palabras. Aunque el jefe de la diplomacia rusa no ha detallado esas propuestas, el presidente Vladímir Putin advirtió esta semana de que el emplazamiento de armas de ataque en Ucrania (en una aparente alusión a misiles de corto alcance) es una “línea roja” que para su país sería inaceptable traspasar. Rusia busca lo que Lavrov califica de “garantías de seguridad a largo plazo”, que pasarían por limitar la ayuda militar de Occidente al Gobierno de Kiev y por cerrar la puerta a una futura incorporación de Ucrania a la OTAN, de momento sin perspectivas. También pretende el restablecimiento de canales privilegiados de relación como los que Putin tenía con la Administración Trump.
Blinken, que ha definido la reunión como un “un intercambio de ideas directo y muy franco”, ha explicado después en un encuentro con periodistas que ambos han acordado informar a sus respectivos presidentes, “que tendrán oportunidad de hablar directamente entre ellos pronto sobre el tema”. También ha aclarado que no descarta consecuencias económicas “de gran impacto” si Moscú no desiste de sus planes, aunque no ha detallado a qué tipo de sanciones se refiere. “Rusia conoce muy bien el universo de posibilidades en el que nos estamos moviendo”. “Pese a la campaña masiva de desinformación rusa”, ha zanjado, “afirmamos tajantemente que Ucrania de ninguna manera representa una amenaza para Rusia o busca un enfrentamiento que justifique una intervención militar. La única amenaza que hay sobre la mesa es la renovada agresión rusa contra Ucrania”.
“Escenario de pesadilla”
Lavrov ha vinculado el “regreso al escenario de pesadilla de una confrontación militar” al propósito de la OTAN de acercar sus infraestructuras a las fronteras de Rusia. Y ha culpado a quienes animan a Kiev a recuperar por la fuerza las zonas controladas por las milicias separatistas prorrusas. También, según la agencia Interfax, ha dicho a Blinken que Rusia respondería si Ucrania se involucrase en “juegos geopolíticos” de EE UU. Esta ha sido la reunión de más alto nivel entre Washington y Moscú desde la cumbre que los presidentes Joe Biden y Putin celebraron en junio pasado en Ginebra (Suiza).
Previamente, el jefe de la diplomacia estadounidense se ha reunido con su homólogo ucranio, Dmitro Kuleba, con quien ha discutido un “paquete integral de medidas”, incluidas “duras sanciones económicas”, que disuadan a Rusia de atacar a su país. Kuleba ha negado que Kiev tenga intención de atacar las regiones rebeldes de Donetsk y Lugansk y ha asegurado que está “comprometido” con una resolución pacífica del conflicto en el este del país.
Por su parte, la nueva jefa del Foreign Office, Liz Truss, ha transmitido a Lavrov el respaldo del Reino Unido a Ucrania durante la reunión que ambos han mantenido en Estocolmo. También el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ha defendido, antes de reunirse con su homólogo ruso, la integridad territorial de Ucrania, con mención expresa a la península de Crimea, anexionada por Rusia en 2014.
Fuera de la crisis ucrania, Lavrov y Blinken han tratado, según el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, la “importancia de una constante coordinación” en asuntos en los que la relación bilateral goza de una mayor sintonía, como la presión sobre Irán para que no avance en su programa nuclear y cumpla las promesas hechas en los Acuerdos de Viena de 2015, que Donald Trump abandonó. También han hablado sobre el Cáucaso y de la mejora en la relación entre Armenia and Azerbaiyán, en cuyo último conflicto fronterizo medió Moscú. Blinken también exigió la pronta liberación de Paul Whelan y Trevor Reed, dos exmarines estadounidenses que actualmente están presos en Rusia.
Nuevas sanciones a Bielorrusia
El Diario Oficial de la Unión Europea publicó ayer las primeras sanciones a Bielorrusia en respuesta a las acciones coordinadas por Minsk para desestabilizar la frontera este de la UE con el envío de miles de migrantes. La Unión añadió así a 17 personas y 11 entidades a su lista negra —que suma ya 183 individuos y 26 organizaciones—, con sanciones que incluyen la congelación de activos y la prohibición de viajar a territorio europeo. Entre los castigados por su intervención en la crisis se encuentran jueces y altos cargos del país, además de organismos como la aerolínea Belavia, hoteles y agencias de viajes como Oskartour. La UE aseguró en un comunicado que ha coordinado estas acciones con Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido.
EL PAIS
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