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Jue. Nov 21st, 2024
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Webinario organizado por la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil

Puedo ser una persona religiosa y al mismo tiempo alejada de Jesucristo y de su proyecto del Reino de Dios

 

Personas que se consideran más católicas que otras, incluso que el Papa, que se han quedado en el pasado, con dificultad para vivir la fe

 

No se une fe y vida, no se vive una fe que te haga mejor persona

Hay preguntas que molestan a mucha gente, pero no podemos olvidar que cuestionarnos a nosotros mismos es la forma de crecer. La Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), entre las muchas propuestas que viene realizando, organiza cada primer jueves de mes un webinario en el que se debaten temas de actualidad, dirigido por Mons. Joaquim Mol Guimarães, presidente de la Comisión de Comunicación de la CNBB.

Esta vez el debate comenzó con una pregunta: “¿Mucha religión, poca fe?”, con Lucimara Trevisan y Majo Centurión como invitadas. Ante esta pregunta, el obispo auxiliar de Belo Horizonte afirmó que puedo ser una persona religiosa y al mismo tiempo alejada de Jesucristo y de su proyecto del Reino de Dios. Según él, el centro de la fe cristiana es la adhesión y el seguimiento de Jesucristo.

Mons. Mol insistió en la necesidad de una fe en Jesucristo que tenga un impacto en la realidad, afirmando que “el cristianismo cobra sentido en la medida en que tiene un impacto en la realidad”. El obispo advirtió sobre el peligro de las personas que son religiosas, pero no explicitan su fe en Jesucristo y en el Reino de Dios que él anunció. También sobre la inversión en manifestaciones religiosas, sin atender al núcleo fundamental y estructurante.

El presidente de la Comisión de Comunicación de la CNBB se preguntó si las prácticas religiosas conducen a la centralidad de nuestra fe, que es la adhesión a Jesucristo, para desarrollar una fe comprometida. En este punto, recordó las palabras del padre Libânio, uno de los grandes teólogos brasileños del post Concilio, que hablaba de personas dentro del cristianismo que creían, pero no tenían ningún signo de pertenencia. Llevando este pensamiento a la realidad actual, el obispo afirmó que hoy muchos pertenecen, pero no tienen una fe verdaderamente centrada en la persona de Jesús.

En Brasil, hay muchas personas de tradición católica, pero que no han tenido una experiencia de fe, son adultos que no han sido evangelizados, según Lucimara Trevisan. La coordinadora de la Comisión Bíblico-Catequética del Regional Este 2 de la CNBB habló de una experiencia exterior de la fe, una fe desconectada de la vida, una fe formal, personas que se consideran más católicas que otras, incluso que el Papa, que se han quedado en el pasado, con dificultad para vivir la fe. Frente a ellos, la presencia de personas con una fe encarnada en la existencia, que sostiene su vida.

También hay en Brasil, según la coordinadora del Centro Loyola de Belo Horizonte, personas que se dicen sin fe, marcadas por un catolicismo tradicional que las ha llevado a retirarse de la comunidad, pero que son personas sedientas de verdad, de amor, con una vida comprometida con los que más sufren y que buscan constantemente el sentido de sus vidas. Denunció aspectos que dificultan la experiencia de fe, entre ellos la falta de testimonio de la comunidad cristiana, muchas veces egocéntrica, desconectada de la realidad, y la falta de cuidado de un buen proceso de maduración de la fe, sin itinerarios a lo largo de la vida.

Desde Paraguay, Majo Centurión relataba la realidad del país con mayor porcentaje de católicos de América Latina, algo que no se traduce en una realidad donde existen muchos Cristos crucificados, con un 40% de la población en situación de pobreza y un 20% de extrema pobreza, con una brecha social alarmante, con una gran corrupción.

Para la vice-presidente de SIGNIS América Latina, Paraguay es un país marcado por un clericalismo y fundamentalismo que aliena, con mucha religiosidad y poca espiritualidad, mucho sacramentalismo, doctrinismo, muchas reglas, una Iglesia que debería ser más humana. Por eso, denunciaba una fe desvinculada de la realidad y del sufrimiento del prójimo, una fe excluyente y opresora. Según Majo Centurión, no se une fe y vida, no se vive una fe que te haga mejor persona.

Es verdad que también existen personas concretas que promueve acciones para generar más justicia, con una espiritualidad encarnada, que no se deja de preguntar. Desde ahí ve la necesidad de una Iglesia en salida, inclusiva, que haga justicia, intercultural, ecuménica, a ejemplo de Jesús, que promovía el Reino de Dios, una Iglesia que genera vida en abundancia, que promueve el Buen Vivir. Para ello hay que madurar la fe, no quedarse en una fe infantil siendo adulto, avanzar para incidir en la vida.

Redacción Central
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