En promedio, tomando en cuentas obligaciones formales e informales, una familia ecuatoriana tiene deudas de $4.500.
Si se toman en cuenta los pagos pendientes con bancos y cooperativas, Servicios de Rentas Internas (SRI), servicios básicos, como telefonía y el chulco, una familia ecuatoriana tiene en promedio una deuda de $4.500.
Ese nivel de endeudamiento representa casi diez veces más que el ingreso promedio de un trabajador del país ($284,5 al mes). En otras palabras, los hogares endeudados, sobre todo los que viven de actividades informales, necesitarían destinar completamente sus ingresos de un año y medio para salir de deudas.
En este contexto, se puede decir que en Ecuador ya existían, desde antes de la pandemia, las condiciones para replicar historias como las de la famosa serie de ‘El juego del Calamar’.
En este superéxito de Netflix, se cuenta la historia de 456 individuos que participan en una competencia letal por una recompensa billonaria. La meta de salir de los problemas financieros, incluso a costa de cualquier medio, deja de ser ficción y describe la realidad social y económica del país.
En los últimos cinco años, los préstamos ilegales o chulco crecieron 140%. Esto a pesar de que esa vía de financiamiento llega a tasas de interés de hasta 1.537%, lo que significa más de 60 veces el costo de los créditos más caros en un banco o cooperativa.
Bajos ingresos e informalidad
Según datos del Gobierno de Guillermo Lasso, apenas el 3,5% de la población gana $2.000 o más cada mes. Es decir, alrededor de 560.000 personas tienen recursos para estar dentro de la llamada clase alta.
A la par, 4,9 millones están dentro de la discutida clase media (hay quienes dicen que eso no existe en Ecuador), con ingresos familiares promedio de $860 mensuales.
El resto de 3,7 millones en edad de trabajar están en condiciones de pobreza o extrema pobreza. Esta realidad está en el fondo de la crisis de inseguridad y delincuencia que atraviesa el país desde hace más de 10 años.
Necesidad de reformas para surgir
Andrea Rivera, economista, comentó que el mercado laboral se ha ido precarizando paso a paso, incluso cuando tuvimos el segundo boom petrolero en el Gobierno de Rafael Correa.
“Necesitamos urgentemente crear condiciones para que más personas ganen dinero en el sector formal y con acceso a la seguridad social. Desde los sindicatos y ciertos sectores políticos, se defiende a ultranza unas condiciones que no llegan a la mayoría”, dijo.
De acuerdo con Rivera, lo “perfecto es enemigo de lo bueno”, no se puede exigir que se genere, de buenas a primeras, empleos con sueldos altos y todos los beneficios del actual código laboral.
“Debemos partir de un escenario más modesto, con salarios incluso más bajos de lo esperado, pero si se hacen bien las cosas, en el mediano plazo una buena parte de los 2 millones de empleos que se ofrecen hasta 2025 ya serán en mejores condiciones”, dijo.
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