El nuevo presidente peruano moderó durante la campaña su discurso económico, que empezó siendo muy radical.
Tras la proclamación oficial de Pedro Castillo como presidente electo de Perú, empiezan a surgir las dudas respecto cuáles serán sus políticas al frente del país. Una de las principales preocupaciones es el manejo económico de un país que fue considerado, en su momento, un “milagro” por sus niveles de crecimiento y manejo fiscal prudente.
Castillo fue moderando su discurso con el transcurso de la campaña. Algunos analistas sostienen que fue tomando la temperatura y adaptando sus palabras a la necesidad de incorporar nuevos votantes a su base electoral. Así, pasó del radicalismo ideológico a mostrar una posición más moderada.
A finales de junio, en vísperas de la segunda vuelta, incluso llegó a afirmar: “No somos chavistas, no somos comunistas, no les vamos a quitar sus propiedades; es totalmente falso lo que se ha dicho”. E incluso fue más allá. Mientras esperaba su proclamación, nombró a Pedro Francke, quien goza de respeto en el mundo empresarial y económico, como su principal asesor en la materia; además, pidió a Julio Velaverde, presidente del directorio del Banco Central, seguir al frente de la institución.
Dudas persisten
A pesar de estos movimientos, en muchos sectores sociales persiste la inquietud de saber si ya en el poder, Pedro Castillo aplicará el modelo con que arrancó su campaña: la economía popular con mercados.
Se trata de una idea que no aparece en los libros de Economía y que pocos entienden a cabalidad de qué se trata. Algunos lo han definido como una mezcla entre la experiencia de mandatarios como Evo Morales, en Bolivia, y de Rafael Correa, en Ecuador. Tanto que algunos llaman al proyecto económico de ‘evocorreísmo’ a la peruana.
Un modelo económico bajo las directrices de un Estado planificador, empresario, industrializador y protector. “Un Estado que genere recursos internos a partir de la soberanía de sus recursos”.
Entrevistado por BBC Mundo, Pedro Francke argumenta que la economía popular con mercados “es un modelo de libre actuación de la empresa privada, como lo hemos tenido hasta ahora, pero con un mayor componente redistributivo de parte del Estado”.
“Hay que redistribuir la riqueza, en particular la riqueza minera”, argumenta por teléfono desde Lima.
Francke adelanta que se pretende que los fondos provenientes de las políticas de redistribución de la riqueza sean destinados a un aumento del gasto social en salud y educación, y a un mayor apoyo a los microempresarios de la ciudad y del campo.
“Existe temor sobre lo que podríamos llamar esa otra izquierda, una izquierda que tiene una propuesta más estatista al estilo Cuba o Venezuela, con una multiplicidad de controles de precio, economía fuertemente planificada, enorme presencia estatal. Eso no es lo que queremos”, apunta.
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