Según Migración Colombia, 415.000 niños, niñas y adolescentes venezolanos se encuentran en el país. Y 56% están en situación irregular.
Foto: Migración Colombia
El alto grado de vulnerabilidad y la crisis humanitaria compleja de la que huyen las familias venezolanas está exponiendo aún más a los niños migrantes radicados en Colombia. A la luz de la institucionalidad pasan inadvertidos. Y son prácticamente invisibles porque cerca del 48 por ciento de los menores provenientes de Venezuela —entre los 0 y 5 años— no poseen ningún tipo de documento de identificación, al igual que los niños entre los 6 y 11 años (45,4 por ciento) y los adolescentes venezolanos entre los 12 y 17 años (38 por ciento).
Esta preocupación fue plasmada en el informe Caracterización de la niñez y adolescencia migrante en Colombia, realizado por el Observatorio del Proyecto Migración Venezuela, un documento basado en la Encuesta Calidad de Vida del DANE de 2019 que evidencia las necesidades y los riesgos diferenciales de esta población dentro del fenómeno migratorio.
Este diagnóstico deja al descubierto brechas en el acceso a bienes y servicios básicos y en el goce efectivo de derechos de los menores migrantes frente a los menores colombianos. Por ejemplo, en el 2019, el 76 por ciento de los menores migrantes no se encontraban afiliados al Sistema de Seguridad Social en Salud en Colombia.
Algunas de las razones para la no afiliación radican en la falta de documentación, carencia de dinero; probablemente derivada de los gastos de bolsillo en medicamentos y copagos, y los múltiples trámites requeridos para completar este trámite.
Esta caracterización también le puso la lupa a las condiciones educativas de los niños, niñas y adolescentes migrantes venezolanos, que por lo general, pierden su regularidad escolar debido a su movilidad migratoria. La falta de documentación — registros civiles o cédulas de identidad— dificultan su inserción en el sistema educativo de las comunidades receptoras, así como también la falta de cupos en los colegios, y la carencia de dinero para cubrir gastos escolares por haber cambiado de lugar de residencia.
Estos obstáculos oscasionaron inasistencia escolar de menores migrantes venezolanos entre los 5 y 17 años (39,9 %), es decir, seis veces mayor que la inasistencia de menores colombianos (6,6 %), a cierre del año 2019.
En relación con este punto, la directora de la Fundación Comparte por una Vida Colombia, Lala Lovera, advirtió recientemente en el conversatorio virtual Inocencia desplazada, organizado por el Proyecto Migración Venezuela que saben de niños y jóvenes que han dejado su colegio en Venezuela, migran y tardan entre dos y tres años para poder inscribirse de nuevo en un colegio en el país de destino.
De acuerdo con un reporte del Grupo Interagencial sobre Flujos Migratorios Mixtos (GIFMM), de enero de 2021, más de 250.000 menores migrantes están fuera del sistema escolar por encontrarse en situación irregular en Colombia. Sumado a este escenario, un estudio de Unicef del año pasado refiere que en la población migrante infantil o adolescente escolarizada el acceso a educación disminuyó durante las restricciones por la pandemia de la covid-19: el 46 por ciento de los niños y niñas escolarizados entre 5 y 11 años y el 48 por ciento de los niños, niñas y adolescentes escolarizados entre 12 y 17 años no tienen acceso a sesiones o clases virtuales por falta de equipos o conexión a internet.
La caracterización de la niñez y adolescencia migrante en Colombia, del Observatorio del Proyecto Migración Venezuela, destaca en sus conclusiones que esta es una radiografía justo antes de la pandemia que inició en marzo de 2020, “con lo cual es posible que varias de estas brechas preexistentes puedan haberse ampliado en la coyuntura de la covid-19 en Colombia”. En este contexto, vale recordar que el 61,7 por ciento de los hogares migrantes tuvieron dificultades durante el aislamiento preventivo obligatorio y, de estos, el 79,6 por ciento tuvo dificultades para la generación de ingresos, el 14,1 por ciento para el acceso a alimentos, entre otras dificultades que enfrentaron.
“Para reducir estas brechas se debe hacer un marcado énfasis en la formulación y puesta en práctica de políticas y programas que atiendan de manera integral a los niños, niñas y adolescentes migrantes venezolanos; principalmente, en las dimensiones de identificación, salud, educación y cuidado de menores, donde hay una mayor vulnerabilidad para este grupo poblacional”,-Semana
: CORTESÍA FUNDACIÓN NUEVA ILUSIÓN
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