Lamentar la muerte es el último recurso de quienes pierden a un ser querido o a una persona conocida a causa del COVID-19. Familiares de contagiados que luchan por vencer al virus llaman a los demás a cuidarse, pues es complicado conseguir cama en los hospitales, tanques de oxígeno y hasta medicamentos.
También las autoridades, con visible agotamiento, insisten en sus pedidos a la población para evitar participar en reuniones o actividades en aras de prevenir nuevos contagios. Sin embargo, hace falta hacer más para despertar la empatía ciudadana, para apelar a la capacidad humana de reconocer la realidad circundante y obrar en consecuencia.
Ante el avance de los contagios, la más reciente disposición del Comité de Operaciones de Emergencia (COE) nacional —restringir la circulación en la red vial estatal durante los fines de semana de abril— se incorpora al interior de algunos cantones donde los hospitales están al tope de su capacidad. En Guayaquil, la restricción es de lunes a domingo, entre las 20:00 y las 05:00, hasta el 2 de mayo.
El COE nacional anunció que invitará a los jueces de la Corte Constitucional a la próxima sesión para que conozcan la situación de las provincias que requieren de un estado de excepción para aplacar el ritmo con que avanzan los contagios.
Con posterioridad se conocerá si se autoriza incrementar las restricciones en las provincias de Pichincha, Guayas, Loja, Esmeraldas, Manabí, Los Ríos, Azuay, Santa Elena, Santo Domingo y Zamora, que presentan cifras altas de contagio y muerte por COVID-19.
A la par, se debe apelar al conocimiento reflexivo respecto de la situación que atravesamos en torno a la pandemia.
De alguna manera hay que persuadir a los individuos de plantearse la importancia de cuidar de sí mismos y de interiorizar cómo sus actos influyen en el estado de salud y supervivencia de aquellos con quienes se relacionan. Antes, quizás haya que profundizar en qué dificulta la comprensión de la realidad.