El ambiente poselectoral en Ecuador se percibe con positividad. El riesgo país cayó de 1.169 a 719 puntos con el triunfo del candidato presidencial Guillermo Lasso, quien remontó una votación de 19,74% en la primera vuelta para obtener el 52,40% en los comicios del pasado domingo 11 de abril (con el 99,37% de las actas procesadas).
Tras conocerse los resultados preliminares, los discursos fueron conciliadores. Esto es una buena señal, pues la mayoría de la ciudadanía eligió abrir un nuevo ciclo para el país, y para ello se necesitarán acuerdos claros y sostenidos en procura de trabajar juntos con el objetivo de superar las crisis que afrontamos.
El proceso electoral esta vez fue expedito porque hubo una sola papeleta, pero cabe reconocer que en general los electores se mostraron respetuosos del orden, de las medidas de bioseguridad; y hubo un ambiente de calma al conocer los resultados arrojados a medida que se iban ingresando las actas al sistema informático del Consejo Nacional Electoral.
El presidente electo, en su discurso de la noche del domingo, dijo: “Asumiremos con responsabilidad el desafío de cambiar los destinos de nuestra patria y lograr para todos el Ecuador de oportunidades y de prosperidad que todos anhelamos”.
Esta actitud conciliadora es propicia, pues el electorado estuvo dividido y la parte que apoyó al candidato Andrés Arauz con su votación validó lo actuado en el país en los periodos recientes bajo el auspicio del correísmo. Fuera de los votos válidos, quedan 1′921.791 votos de las opciones nulo y blanco. En conjunto, son un importante segmento de la sociedad ecuatoriana que tiene aspiraciones diversas.
El desafío de gobernabilidad no es solo para el presidente electo y su equipo de Gobierno –que deberá integrarse con gente proba y eficiente–, lo es también para los asambleístas y cada uno de los funcionarios que tienen la oportunidad histórica de cobijarse bajo un paraguas integrador con la noble misión de propiciar mejores días para los ecuatorianos, que ansían condiciones favorables para progresar.