La efigie llama la atención por sus precisos detalles, sobre todo en el rostro. Fue exhibida este Jueves Santo en la catedral de Notre Dame.
El papa Francisco cuenta desde este Jueves Santo con una estatua en el Museo de Cera de la capital francesa, que presentó la efigie de forma excepcional en la explanada de Notre Dame, antes de que esta se sume a las otras 200 personalidades que llenan sus salas.
La escultura ha requerido seis meses de trabajo en los que más de 15 artistas, encabezados por Pooneh Aziminejadi, licenciada en la Universidad de Bellas Artes de Teherán, se han basado en fotografías y otros documentos.
La estatua muestra al Sumo Pontífice sonriente, con su habitual sotana blanca, el anillo papal y el pulgar derecho levantado.
“Desde 1982, el museo Grévin tiene como tradición inmortalizar al papa como uno de los representantes de la paz en el mundo”, informó esa institución, que subrayó que Francisco ha conferido a su pontificado “un estilo que rompe con el de sus predecesores”.
Para celebrar su entrada en el museo, Grévin anunció que va a ofrecer a la ONG católica “Secours Catholique” 150 invitaciones con las que esta haga descubrir a un personaje, en su opinión, que como el resto de inmortalizados en su sede ha marcado su época o impreso cambios en su respectivo ámbito.
Celebración del Jueves Santo
El papa Francisco inició el tramo final de la Semana Santa admitiendo el agotamiento que los sacerdotes como él mismo pueden sentir, pero exhortándoles a la vez a mantenerse vinculados estrechamente con su feligresía compartiendo con ellos alegrías y pesares.
El Sumo Pontífice ofició la misa horas antes de dirigirse a la prisión principal de Roma para lavar los pies de los presos, un ritual prepascual destinado a demostrar su vocación de servicio al prójimo.
Además dijo que el rito demuestra que Jesús estaba dispuesto a involucrarse en las vidas de sus discípulos y agregó que todo sacerdote debe hacer lo mismo, compartiendo compasivamente las vidas de sus feligreses y no encerrándose en las sacristías por agotamiento o indiferencia.
Francisco se dirigirá a la prisión Rebibbia donde ante la presencia de unos 300 presos hará el tradicional lavado de pies que ha revolucionado practicándolo con mujeres, no católicos y reclusos, pese a que las reglas del Vaticano lo estipulaban solamente para varones.
La mitad de los asistentes serán reclusas de la cercana cárcel de mujeres, incluso algunas madres con sus bebés, informó la Radio del Vaticano.
Francisco ha centrado la atención en la vida de los presos. Denunció la pena de muerte como una práctica inhumana y la prisión perpetua como equivalente a la pena de muerte.
Este año, el Jueves Santo cae en el décimo aniversario de la muerte de San Juan Pablo II.
AFP – EFE
Foto: Reuters – EFE
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