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Jue. Nov 21st, 2024
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Dos de ellos se fueron a vivir a un hotel, la mayoría abandonó las clases de idioma español y no aceptaron ninguna de las ofertas laborales ofrecidas.

Los seis ex presos de la cárcel de Guantánamo refugiados en Uruguay debieron separarse por problemas de convivencia. Dos de ellos, el palestino y el tunecino, se fueron a vivir a un hotel y otro se fue a Buenos Aires a buscar refugio para sus compañeros que aún continúan recluídos. Además, la mayoría abandonó las clases de idioma español y no respondió a las ofertas laborales ofrecidas por empresas locales, según informó este jueves el semanario Búsqueda.

El semanario explica que sufren el post trauma de haber estado por casi diez años en esa prisión; y a esto se suma el alejamiento de sus familias y la incertidumbre de vivir en un país desconocido. Uno de ellos incluso está enfrentando importantes problemas en el aparato digestivo por lo que los médicos analizan someterlo a una cirugía.

La mayor parte de los problemas se dieron por falta de comunicación y dinero. Y el semanario habla de dos bandos: los cuatro sirios, por un lado, y el tunecino y palestino por otro. Estos últimos fueron los que se mudaron a un hotel, por decisión del Ministerio del Interior. El palestino ya retornó a la casa, mientras que su compañero continúa en el hotel.

Abu Wa’el Dhiab, quien había atravesado una huelga de hambre dentro de la prisión y llegó a Uruguay con un estado de salud más complicado que sus compañeros, se fue a Buenos Aires los primeros días de febrero acompañado de una periodista argentina. El objetivo es pedir refugio para otros presos que aún continúan en Guantánamo.

En cuanto al trabajo, Búsqueda publica que la empresa Calupsa ofreció dos puestos con vivienda, y también la Unión de Vendedores de Carne le propuso trabajo en una carnicería a uno de los sirios que había manifestado haber realizado ese trabajo en Irán. Además, un productor agropecuario y una joyería también se habrían puesto a las órdenes con lugares disponibles para ellos. Ninguno recibió una respuesta; el de la carnicería rechazó el trabajo argumentando que la forma de trabajar la carne no es la que su religión utiliza.

El Observador


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