El guerrillero Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) ha desplegado un mural desafiante frente al estadio Víctor Jara de Santiago de Chile. Mar para Bolivia, dice la pintada de colores que, en el centro, muestra un barquito de papel.
Los rodriguistas, junto al Partido Comunista (PCC), el Partido Humanista de Chile (PH), el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), el Movimiento del Socialismo Allendista, el Partido de Igualdad y contados intelectuales y políticos chilenos forman parte del colectivo de izquierda que públicamente dio su apoyo a la demanda marítima boliviana.
De concretarse, tendrían que engrosar la polémica “lista negra” que el diputado de origen palestino, Jorge Tarud (PPD), en un arranque de nacionalismo, ha pedido conformar para identificar a aquellos que no están alineados con la causa chilena.
Los ánimos se han caldeado tras la presentación boliviana de su demanda ante el Tribunal Internacional de La Haya, donde Chile libra una dura batalla por el centenario conflicto.
EL DEBER habló con el historiador chileno Cástulo Martínez, uno de los pocos disidentes que ha expresado en tres publicaciones (Las Aguas del Silala y el Caso del Lauca, El Mar de Bolivia y Chile Depredador) su posición a favor del reclamo boliviano.
Una primera precisión: los sectores que apoyan a Bolivia son marginales. “Las últimas encuestas señalan con claridad que el grueso del pueblo chileno, una amplia mayoría, no está de acuerdo en cederle soberanía a Bolivia. Algunos están de acuerdo en dar un enclave, pero algo que no contemple soberanía. Este fenómeno negativo se debe a que, históricamente, hemos sido educados en este espíritu de negación hacia Bolivia”, explica Martínez.
El excandidato presidencial Marco Enríquez Ominami alertó que a Chile le costará caro no recibir al delegado presidencial boliviano Carlos Mesa, aunque reiteró que él está alineado con la posición de Bachelet.
En realidad, Enríquez Ominami dio un giro político sobre el asunto. Así lo aclara Martínez: “Los que sobresalen a favor de Bolivia son políticos que ven la oportunidad de llevar agua para su molino con este tema. Muchos de estos líderes no son confiables, porque un día dicen una cosa y otro día dicen otra. Marco Enríquez Ominami, en el año 2004, cuando era candidato a la Presidencia de Chile, dijo claramente en la ciudad de Arica que no era partidario de ceder ni un metro de territorio a Bolivia con soberanía. Precisó que el bloqueo está en la soberanía. Y destacó que “mar con soberanía son 130 años más de espera”.
Ahora, hace poco, Enríquez Ominami dice que está dispuesto a ceder todo a Bolivia con soberanía y todo. Esa voltereta es claramente oportunista”, recuerda.
No hay ‘caza de brujas’
“Todavía no hay nada que pueda señalar que estamos siendo perseguidos. Lo que se ve en las noticias son peleas entre políticos.
Utilizan el reclamo boliviano. Entre ellos hay problemas, pero son problemas políticos. Yo escribí tres libros sobre el tema, uno de ellos muy fuerte, pero lo hice con un documento al lado. Nunca me han podido refutar ni una palabra de lo que yo he dicho. A pesar de ello, yo sigo en Chile y, excepto los insultos cotidianos que recibo en la calle o en mi correo electrónico, de eso no pasa más allá”, señala el historiador.
La lista de Tarud: “Puede tener consecuencias, aunque dicho ataque apuntaba fundamentalmente a Enríquez Ominami. Dentro del conglomerado del Gobierno, se supone que todos están como un monolito detrás de la presidenta Bachelet y del canciller Muñoz. A ellos les molesta que Enríquez Ominami esté hablando de dar soberanía a Bolivia. Ese es el plano político. Fuera de Santiago, en especial en pueblos como Arica, hay un sentimiento muy fuerte contra Bolivia. Es posible que estos sectores hagan algo contra los que pensamos diferente. El Gobierno está obligado por la Constitución a dar garantías a todos los ciudadanos, pero en la práctica la presión existe. La Policía puede hacer como que persigue a los agresores, pero como la línea general del pueblo es reacia a dar soberanía a Bolivia por la educación que ha recibido”.
Sin peso en el Gobierno
Los pro-Bolivia no gravitan en el Gobierno de Bachelet: “Soy escéptico sobre la gravitación que puedan tener estos personajes sobre el curso del Gobierno de Bachelet. Carmona y Vallejo se mueven dentro del Partido Comunista. Son como dos cabezas puntiagudas en medio de muchas cabezas redondas. Tienen una gravitación internacional, fuera del país, pero no aquí. Para ellos Cuba es el paraíso y Fidel Castro es el profeta. Pero dentro del pueblo chileno no tienen tanta gravitación. No da para que el Gobierno se inquiete. El Ejecutivo se maneja en bloque y el Partido Demócrata Cristiano – que forma parte de la Concertación – es un neutralizador de todas las posiciones que puedan favorecer a Bolivia.
Entonces, la influencia de Vallejo y Carmona es relativa. El esposo de Vallejo es un cubano, pero su gravitación es casi nula”, aclara Martínez.
Dos caras de la demanda
La demanda que Bolivia presentó ante La Haya tuvo dos efectos, según Martímenz. “Lo positivo de la demanda boliviana ante La Haya es que da a conocer un reclamo a escala global. Antes, el reclamo de su país se quedaba entre nosotros. Ahora no. La demanda le dio un inmenso público que antes no estaba y que ahora sabe lo que está pasando. Se llegó a un público mucho más amplio que el localista que antes tenía.
Propagar el problema para que llegue a otros oídos globales ha sido muy bueno. Al expandir el problema, hay más apoyo”.
“Pero la parte negativa es que Bolivia no ha sabido calibrar con quién están tratando. La diplomacia chilena no es como la peruana o la ecuatoriana. La manera de pensar de Chile es diferente. Como vivimos casi aislados, la situación es diferente. El propósito de la demanda boliviana de obligar a Chile a firmar un acuerdo para negociar el tema genera una barrera. Chile no va a acceder a ese planteo”, indicó.
La estrategia boliviana es débil cuando se trata de negociar con Chile, según el historiador chileno disidente en este tema.
“La demanda boliviana ha radicalizado esta negación con Bolivia. En su primer Gobierno, Bachelet se mostró muy favorable al reclamo boliviano e incluso hizo un ofrecimiento concreto de dar un enclave sin soberanía.
En la campaña de esta segunda etapa, se la puso contra la pared para ver qué pensaba sobre el tema. Y entonces aclaró que nunca se habló de ceder territorio con soberanía. El tema marítimo es una cuestión de Estado. En Bolivia es una cuestión de Estado recuperar la soberanía, en Chile es no darla. Esta negación hacia Bolivia se ha fortalecido con la demanda ante La Haya. Esto no va a cambiar porque cambie el color político. La derecha, los democristianos y los socialistas piensan lo mismo. Esto ha generado una ráfaga de patriotismo que ha impregnado a Chile entero. Todos los ministros de Bachelet han bajado en las encuestas, pero el único que subió fue el canciller Heraldo Muñoz porque a los chilenos les gustan estas defensas de la soberanía”
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