El Mundo
Las barras bravas -ultras o ‘hooligans’- del fútbol de Argentina han superado este jueves una marca histórica: el número de asesinados en choques violentos ya supera los 300.
Ni siquiera en Navidades se toman descanso. Las dos facciones rivales de la barra brava de Lanús, equipo de la primera división, se han enfrentado a tiros. A bordo de tres coches, los de la facción oficialista emboscaron en la calle al padre del jefe de la banda disidente, Matías Soto, alias “el polaquito”.
Enseguida se desencadenó un tiroteo y murió uno de los oficialistas, José Fernández, alias “el gallego”, que se ha convertido en el muerto 301 de la violencia en el balompié argentino.
El padre de Soto se entregó a la policía en la comisaría de la localidad de Villa Sapito y quedó detenido. Eso sí, ha alegado que mató en defensa propia pues antes lo habían atacado.
Las batallas internas de las barras bravas se deben a la disputa por negocios ilícitos dentro y fuera del estadio que pactan con los dirigentes de los clubes. Reventa de entradas, tráfico de drogas y alcohol en las gradas, montar chiringuitos, cobrar aparcamiento en los estadios son algunos de esos ‘chollos’.
A veces también perciben tajadas monetarias por las ventas de jugadores. Por ejemplo, “Los borrachos del tablón” del River Plate estuvieron imputados penalmente por el delito de “administración fraudulenta” a raíz de supuesta corrupción en la venta de Gonzalo “El Pipita” Higuaín al Real Madrid en 2006.
Así pues, es posible ver a muchos capos violentos viviendo como ‘nuevos ricos’ en chalés de lujo y pilotando BMW y Mercedes Benz de alta gama. Pero que si tercia no tienen remilgos para actuar como fuerza de choque para un dirigente o un político.
Apoyo gubernamental
La elite de estos sujetos está representada por la ONG “Hinchadas Unidas Argentinas” (HUA), que ha sido financiada por el gobierno de la presidenta peronista Cristina Fernández. Hasta han viajado en régimen de ‘todo incluido’ a los mundiales de Sudáfrica 2010 y Brasil 2014.
La presidenta Fernández ha confesado que cuando iba a ver algún partido le “maravillaban” los barrabravas “colgados y con la bandera, que nunca miran el partido, arengan, arengan y arengan”. “La verdad, mi respeto para ellos”, soltó.
La víctima número 300 fue un futbolista de 33 años. Franco Nieto, capitán del equipo Tiro Federal, recibió una pedrada en la cabeza cuando se retiraba del estadio de San Francisco, en la provincia de La Rioja, 1300 kilómetros al noroeste de Buenos Aires.
El partido que acababa de disputar entre Tiro Federal y Chacarita había sido suspendido en el minuto 80 del segundo tiempo por los incidentes entre los jugadores de ambos equipos tras la expulsión de uno de los visitantes.
El equipo local ganaba 3-1 y los ánimos de todos quedaron caldeados. Al retirarse, Nieto iba a abordar su coche en el aparcamiento pero aparecieron hinchas de Chacarita. Primero lo golpearon con trompis hasta que uno lo apedreó.
Malherido, el jugador fue asistido por los simpatizantes de Tiro Federal y terminó trasladado a cuidados intensivos del hospital Vera Barros. La cirugía no surtió efecto, quedó en estado vegetativo y finalmente murió.
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