El futuro ya llegó. Ya existe la comida que no es lo que aparenta, que se saborea como si fuera una clásica empanada cuando en realidad es otra cosa. También sus versiones en polvo o como lo imaginó George Orwell en su libro 1984 en donde describía que la comida se serviría en raciones encapsuladas ante la escasez de alimentos.
Lo que se planteaba como algo lejano, ya no lo es tanto. Los polvos suplementarios que reemplazan la comida cotidiana existen y la imitación de alimentos también.
Huele como una hamburguesa, tiene gusto a hamburguesa y parece una hamburguesa…pero no lo es. La periodista Evelyn M.Rusli del diario The Wall Street Journal fue la primera en probar The Impossible Cheeseburguer, un alimento 100% vegetal con el mismo sabor que la carne picada a la parrilla pero sin un solo ingrediente animal.
La iniciativa surge en California, de la mano de Patrick Brown, médico y profesor de Bioquímica. En su laboratorio The Impossible Food ubicado en la Universidad de Standford, en el corazón de Silicon Valley, el científico preocupado por el consumo de carne roja, explicó que está convencido de que la gente no va a renunciar a su comida favorita, aún sabiendo las consecuencias negativas que puede generar su consumo en exceso.
“Este tipo de propuestas por un lado tiene su parte buena, pero por el otro su parte preocupante. Si uno lo mira desde un punto de vista netamente económico, el mundo busca reemplazo porque en algún momento se van a acabar los alimentos, no alcanza el alimento para poblaciones futuras. Pero en cierta forma es preocupante porque podría llevar a que la gente deje la alimentación y opte por un símil alimentario. Se busca el diseño del alimento perfecto, y estos alimentos serían perfectos si uno ve la dosis justa”, señaló Raúl Sandro Murray, vicepresidente de la Sociedad Argentina de Nutrición, a Infobae.
En ese mismo sentido resaltó que otro aspecto importante dentro de la alimentación no es solamente nutrirse sino que también tiene un compuesto social importante. “Uno podría justificar que no tiene tiempo, toma un polvo y listo. Pero si uno lo ve de un punto de vista social no es lo ideal”, consideró.
“El ser humano está más atento a lo que se come pero esto no creo que sea la causa para que se haga una hamburguesa de estas características. Sí, hay una revolución de mucha gente que le presta más atención a comer sano, pero no creo que una hamburguesa química sea comer sano. Lo sano es comer productos naturales y es algo difícil por qué prácticamente todos los vegetales son transgénicos y mismo el tema de los animales, el ganado que pastorea es cada vez menor”, resaltó Murray.
La investigación de Brown para lograr producir alimentos tan ricos como los originales no está pensado para quienes luchan por el fin del consumo de animales sino que está diseñado para que los amantes de la carne animal puedan disfrutar de su sabor sin consumirla.
Por eso, si algo no podía faltar en su imitación de la hamburguesa era el aspecto sangriento, característica que logró con una molécula llamada hemo, también presente en la hemoglobina. Su preciado secreto es que lo encontró en las raíces de algunas verduras y legumbres, la clave para avanzar en su ambicioso proyecto que ya cuenta con importantes inversores como el magnate Bill Gates.
¿El objetivo? Encontrar en los supermercados esta hamburguesa en la que trabajan desde hace tres años. Ahora, resta sortear otro obstáculo, el costo de producción es de 20 dólares. Nada accesible en relación a la tradicional.
“No se puede hacer futurismo en esto, habría mucha gente que seguramente optaría en este tipo de alimentación pero no creo que la mayoría. Hay que ver los costos que tiene fabricar eso”, añadió.
Lo cierto es que cada vez hay una tendencia más fuerte de informarse sobre el origen de la comida, sus ingredientes y cómo repercute su consumo en el organismo. En esa misma línea, están quienes optan por el consumo orgánico en busca de alejarse de pesticidas tóxicos y los componentes transgénicos cada vez más presentes en el mundo actual.
También cada vez son más los que se suman al veganismo y eliminan de su dieta todo alimento que tenga algún ingrediente de origen animal. Algunos militantes fervientes que están en contra del maltrato que sufren los animales y otros simplemente en busca de una mejor calidad de vida desde los productos que se ingieren.
Para hacer su menú más variado y completo recurren a propuestas de los más sorprendentes, desde imitar alimentos típicos como empanadas salteñas que en vez de carne están rellenas con soja con un sabor muy similar a las tradicionales hasta nuevos platos como quesos hechos de castañas en vez de su componente lácteo.
Para Murray, si bien hay un movimiento a nivel mundial en el que la gente valoriza más lo sano y hay más conciencia en cuanto a la gran cantidad de enfermedades que podrían evitarse mejorando la alimentación, como por ejemplo, los problemas cardiovasculares; las cifras en Argentina muestran otra realidad.
“Tenemos un muy bajo consumo de vegetales y frutas, casi nulo de legumbres y muy bajo de pescado, no llegamos a 10 kilos por año per capita. Mientras que de pollo, se consumen unos 42 kilos por habitante, de carne 54 kilos y de cerdo 20”.
Comida en polvo
Las imágenes futuristas de gente alimentándose con pastillas, polvos nutritivos y comida procesada en tubos, no son tan lejanas. Si bien se lo considera una alternativa ante la escasez de alimentos a nivel mundial, hay quienes recurren a este concepto para hacer dieta y mantenerse en forma.
Como el caso PronoKal, un tratamiento médico personalizado de pérdida de peso, basado, en su primera etapa, en la denominada dieta proteinada en donde se administran productos en forma de liofilizado proteico (una técnica de deshidratación por frío) de alto valor biológico (procedente de proteína natural como la del huevo o la leche), además de una rigurosa lista de verduras autorizadas.
Luego de bajar peso, siguen las etapas de reeducación y mantenimiento, en donde se vuelven a incorporar los distintos grupos de alimentos, a la vez que se aprenden nuevos hábitos dietéticos y de estilo de vida.
Lo más novedoso es que en cada familia de productos proteinados se pueden encontrar diferentes texturas, consistencias y sabores, que se ajustan a las preferencias personales y a los hábitos diarios del paciente. Desde tortillas, sopas y crepes, hasta una gran variedad de postres y productos listos para llevar en sobrecitos. Con sólo disolver en agua el producto, ya es suficiente para obtener el resultado previsto.
“La investigación y la innovación nos ofrecen nuevas fórmulas de presentación, en nuestro caso, en forma de liofilizado proteico. La liofilización es una técnica que nos permite ofrecer un producto con la cantidad justa de proteínas, eliminando otros nutrientes que, en la primera etapa de este tratamiento, no son necesarios, como los hidratos de carbono y las grasas”, explicó Gustavo Sojka, director de PronoKal Argentina.
Y destacó: “Los hábitos de consumo de alimentos han venido cambiando notablemente ya hace algunos años. En la búsqueda de conseguir estar más saludable y obtener un peso menos excesivo, la gente busca comer productos y alimentos que tengan características favorables para conseguir esos objetivos”.
En ese sentido, Sojka remarcó que el cambio en la forma de consumo es notable y basta con sólo ver “la cada vez mas asidua visita de la gente a las ferias de productos orgánicos”.
La alimentación tal como se la conoce, está mutando. El avance de la tecnología y la ciencia avanza a pasos agigantados alterando hábitos tan básicos y primitivos como la forma de alimentación. El cambio ya empezó pero todavía falta para saber dónde termina.
Infobae
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