Un complejo hotelero de cinco kilómetros y 10.000 habitaciones se erige ante las costas de la Isla de Rügen como un colosal fantasma del III Reich.
Al noroeste de Alemania y a orillas del mar Báltico se encuentra la isla de Rügen. Sus playas de fina arena blanca, sus aguas azules y sus verdes bosques rodeándolo todo hacen de este lugar algo idílico, aunque desde los años 30 un terrible coloso se erige ante sus costas, la sombra del III Reich.
Durante los últimos 70 años, una imponente edificación se encuentra enclavada ante las orillas de la isla esperando ser visitada. Casi 10.000 habitaciones ansían ser inauguradas. El complejo, creado para ser «el más largo y el más imponente» de su época, sólo era digno de «una raza superior», y así lo mandó construir uno de los dictadores más cruentos y terribles de la historia de Europa, Adolf Hitler.
La edificación se extendía a lo largo de la costa compuesta por ocho bloques residenciales, de aproximadamente 500 metros cada uno, alrededor de un patio central de ceremonias. Además, había un muelle al otro lado y un montón de bloques para restaurantes. El lugar se vendía como uno de los mejores para pasar unas vacaciones, y a un módico precio para que pudiesen acudir todos, incluidos los obreros alemanes.
Dentro del balneario abandonado de Hitler que nunca tuvo un solo huésped
WIKIMEDIA
«Quiero que todos los trabajadores alemanes puedan acceder a unas vacaciones suficientes y que se haga todo lo posible para que todo su tiempo de ocio les proporcione el necesario descanso. Mi deseo es que el pueblo alemán sea mentalmente fuerte», rezaban los panfletos promocionales firmados por el propio «Führer».
Pero esta forma de publicidad escondía las oscuras intenciones del dictador, ya que funcionalmente el lugar estaba concebido como una línea de montaje con un flujo continúo de sol y divertimento, reflejando su visión de la nueva Alemania, o lo que es lo mismo, estaba ideado para poder adoctrinar a los alemanes incluso en sus momentos de descanso.
IDEA DE FANÁTICOS
Una de las mentes más fanáticas del III Reich sería la encargada de organizar los viajes a esta ‘ciudad de vacaciones’. Robert Ley fue jefe de organización del régimen y el máximo dirigente del sindicato del partido, para poco después ser nombrado el responsable del proyecto ‘Fuerza a través de la alegría’ o ‘KDF’, una especia de agencia de viajes con el que promovía cruceros y vacaciones muy baratas. En 1936 pondría la primera piedra del complejo vacacional con el apoyo de Hitler, aunque éste nunca pisó la isla.
Para su construcción se basó en los modelos vacacionales de la Italia fascista de Mussolini, modernos y funcionales, llegando a disponer de comedores en los que cabían hasta 1.000 personas a la vez, y estaba seguro de que este tipo de turismo fortalecería la mente de la raza aria para la guerra que se avecinaba. Además, Ley fue una de las mentes que diseñaría el actual turismo de masas.
Dentro del balneario abandonado de Hitler que nunca tuvo un solo huésped
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El complejo vacacional, en el que participaron 11 arquitectos y 9.000 trabajadores y que fue diseñado por Clemens Klotz, conocido constructor nazi, se alzaba como todo un coloso en manos de la dictadura para poder moldear a los ‘buenos’ alemanes a su antojo.
Klotz viajó por todo el país con una maqueta del proyecto que medía 18 metros, e incluso llegó a ganar una medalla de oro al diseño en la Feria Mundial de París de 1937. Pero llegó la guerra, y los constructores y obreros que se dedicaban a realizar el plan tuvieron que irse a las fábricas de armas.
Así, el mayor complejo vacacional del mundo quedaba en manos del tiempo, ya que al ser vencidos, los nazis jamás volvieron allí. Aunque sí los soviéticos, que establecieron una base militar en los edificios. Así, la piscina y el balneario, o un salón de actos para más de 25.000 personas quedarían en el olvido para dar paso a un conjunto de edificios fríos, oscuros y con la sombra del nazismo a sus espaldas.
UN COLOSO MIRANDO AL PASADO
Han pasado decenas de años desde su contrucción. Pintadas y cristales rotos han caracterizado la costa de Rügen con una enorme ciudad fantasma a sus orillas. Un fantasma signo del fanatismo y la megalomanía de los nazis. Apodado ‘el coloso’ por los vecinos de Rügen, el gobierno alemán no sabe qué hacer con esta masa edificada, ya que dispone de una orden de preservación por la que no se puede derruir.
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Ahora, se rumorea que el país quiere reactivar el turismo en la isla, y que el complejo fue vendido para poder hacer un lugar digno de unas vacaciones de verdad. También se dice que se instaló allí un albergue juvenil, o que el hijo del actor y cantante Ernst Busch, un comunista que estuvo prisionero durante muchos años en el régimen nazi, compró dos bloques de edificios para hacer apartamentos.
La realidad es que el lugar, ya sea por su escalofriante pasado o por los datos históricos que guarda, llama la atención de muchos, aunque también supone la repulsión de otros. Es la discusión de siempre: ¿Derruir o mantener por su relevancia en la historia? Mientras tanto el sueño de verano de Hitler alemán va desapareciendo bajo el polvo y el moho poco a poco, como la terrible dictadura que le vió nacer.
FUENTE ABC.ES
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