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Jue. Nov 21st, 2024
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Curupayty, Ñeembucú – “¿Quién se baja a abrir el próximo portón?”, es la pregunta más recurrente, a medida en que nos acercamos al lugar donde se libró la histórica Batalla de Curupayty.

Desde Pilar hasta Humaitá hay  39 kilómetros de caminos en partes empedrados y en otras partes de tierra, en donde los humedales con garzas y tujuju componen un paisaje de ensueño.

Desde allí, otro tramo de aproximadamente 8 kilómetros de camino de tierra hasta llegar a las trincheras, atravesando varios portones de estancias y establecimientos ganaderos.
 
“Al menos ahora hay un convenio con los propietarios para que los portones no permanezcan llaveados, ni se cierre el paso a los visitantes, como ocurría antiguamente, en que los accesos estaban siempre cerrados y si no encontrábamos a los encargados, resultaba imposible pasar”, destaca la docente Vicenta Miranda Ojeda, de Humaitá, quien nos guía hasta el sitio.
 

DEMANDA.  Las trincheras de Curupayty constituyen el destino más solicitado por los visitantes, especialmente extranjeros.

La batalla librada allí el 22 de setiembre de 1866, en donde un ejército aliado de 20.000 soldados fue contenido y derrotado por las tropas paraguayas, al mando del general José Eduvigis Díaz, con aproximadamente 5.000 hombres, es considerada la más brillante acción de estrategia militar, comparable  a la mítica Batalla de las Termópilas, en la antigua Grecia.  

 “Lamentablemente, casi todos los sitios donde se libraron los campos de  batalla están hoy dentro de propiedades privadas, y eso crea dificultades para establecer un circuito turístico. Sería muy distinto si los sitios fueran públicos”, dice Vicenta, quien además de gestora cultural también se dedica a guiar a grupos de turistas.

En el caso concreto de las trincheras de Curupayty, el escenario de la batalla está dentro de la estancia del ex diputado y ex gobernador de Ñeembucú, Antonio Attis.

DENUNCIA.  En el 2011, la Contraloría General de la República realizó una verificación de los sitios históricos de  la Guerra, advirtiendo las dificultades para acceder.

 “Los caminos de acceso en las propiedades privadas se encuentran cerrados con cimbras y portones; algunos de ellos con candado, impidiendo el tránsito de las personas. Como el caso del acceso a San Fernando, siendo camino público, se realiza a través de portones que cuentan con candado. Escasa señalización y de manera deficiente”, destacaba el informe.

Desde entonces, lamentablemente, la situación no ha variado mucho.

Por Andrés Colmán Gutiérrez y Juan José Brull
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