“Ojalá no confunda sus responsabilidades por una ‘diplomacia del conflicto'”, señaló Milos Alcalay, ex embajador venezolano ante la ONU, en referencia al ingreso del régimen chavista al organismo.
“Una de las grandes fallas de la ONU es que se ha convertido en un organismo de Gobiernos y no de defensa de los principios y valores consagrados en la Carta de las Naciones Unidas”. Así sintetizó Milos Alcalay, ex embajador de Venezuela ante las Naciones Unidas, la polémica inserción del gobierno de Nicolás Maduro al Consejo de Seguridad.
Venezuela fue elegida el pasado jueves como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, un asiento que ocupará durante los próximos dos años en sustitución de Argentina. La candidatura venezolana, que contaba con el respaldo de los países de América Latina y el Caribe y no tenía oposición en la región, obtuvo 181 votos a favor del total de 193 Estados miembros.
El diplomático venezolano subrayó que esta elección supone un cumplimiento de la Carta de Naciones Unidas de “mantener la paz y la seguridad internacionales”, y no como han declarado falsamente las autoridades del país que se trata de “un reconocimiento del mundo a la revolución bolivariana y a sus logros”. “Hecho que nada tiene que ver con esa elección”.
“Los que llegan a integrar tanto el Consejo de Seguridad como las presidencias de las Comisiones, son aquellos que tienen el respaldo de su región y, lamentablemente, América Latina y el Caribe se han sometido al designio de la ‘alba-nización’ conducida por Cuba y Venezuela”, explicó Alcalay, en diálogo con Infobae.
Sin embargo, el diplomático venezolano aclaró que esto no ocurre solo en la región, sino en todas partes del mundo. “Esto sucede también en otras regiones por lo que han formado parte del Consejo de Seguridad países como Libia (de Kadafi), Siria, Irak, Irán, y Zimbabue, entre otros, que no son un modelo de respeto a los derechos humanos”, agregó.
El levantamiento de los estudiantes y parte de la oposición contra el gobierno de Maduro, que se inició en febrero pasado, derivó en una sistemática violación a los derechos de los venezolanos. Represión, presos políticos y una evidente falta de independencia de la justicia conforman un panorama que cada vez es más preocupante en el país.
Sumido en una profunda crisis económica, el gobierno venezolano, sin embargo, no descuidó ni por un instante sus amistades regionales. Cuba, Argentina, Ecuador y Nicaragua, entre otros, son los principales beneficiados de la política exterior del régimen. En el caso cubano, por citar un ejemplo, se estima que la asistencia venezolana ronda los 10.000 y 12.000 millones de dólares anuales, en concepto de barriles de petróleo.
A pesar de la dilatada economía y el alarmante desabastecimiento que está atravesando el país, este tipo de “favores” simplemente han contribuido para fortalecer aún más a un régimen que desde hace tiempo no tiene un norte.
El espíritu “anti-capitalista” y “anti-imperialista” llevó al régimen chavista a extender sus amistades internacionales hacia aquellos países que también se oponen férreamente a las políticas de Estados Unidos y las principales potencias occidentales. Así es como en la última década se forjó una sólida relación tanto con Rusia e Irán. El primero de ellos, miembro permanente del Consejo de Seguridad.
Teniendo en cuenta esto, surge un importante interrogante de cara a los próximos dos años: ¿Cómo puede influir su presencia en el Consejo en el contexto internacional?
“Las relaciones de Venezuela con esos países, y otros como Siria, Corea del Norte y Zimbabue, deberían haber sido un obstáculo para su ingreso. Desde el punto de vista de la presencia ‘bolivariana’ en el Consejo de Seguridad, el temor es que sus posiciones hasta el momento han sido muy críticas a soluciones aprobadas hasta por Rusia y China, lo que conllevaría a radicalizar aún más la posición del Consejo y a imponer condiciones de desestabilización para proteger a amigos como el genocida Al Assad, en Siria, o grupos terroristas como Hamas”, analizó Alcalay.
En la misma línea del diplomático venezolano, la embajadora de Estados Unidos ante el organismo internacional, Samantha Power, también resaltó el incumplimiento de Venezuela a la Carta de la ONU. “Lamentablemente, la conducta de Venezuela en la ONU ha ido en contra del espíritu de la Carta de la ONU, y sus violaciones de los derechos humanos en su territorio están en conflicto con la letra de la Carta”, señaló a través de un comunicado.
A pesar de las críticas pronunciadas por la administración del presidente Barack Obama, el gobierno norteamericano, previo a la elección de los miembros no permanentes, fue criticado por no depositar suficientes energías para intentar evitar, por la vía política, que el régimen chavista consiguiera los votos suficientes.
“Últimamente Estados Unidos ha venido jugando un papel muy contradictorio: aprueban y discuten informes en los cuales se denuncian la violación de los derechos humanos, la complicidad de altas figuras con el narcotráfico, los enormes problemas de corrupción, la ilegitimidad de los gobernantes, la ausencia de libertades, el incumplimiento de compromisos económicos; pero a la hora de asumir posiciones consecuentes con esa denuncias, prefieren no actuar de manera directa, lo que ha hecho a algunos analistas a afirmar que no existe el interés estratégico que antes tenía Estados Unidos con América Latina”, apuntó Alcalay.
Un trabajo silencioso
Aunque la esencia chavista no se ha perdido, desde que Maduro alcanzó el poder Venezuela emprendió un estrepitoso descenso en todos los aspectos: político, económico y social.
Una de las pocas cosas que consiguió el sucesor de Hugo Chávez fue lograr un lugar en el Consejo de Seguridad; algo que fue intensamente buscado por el ex presidente venezolano, sin éxito.
“El cabildeo utilizado difirió radicalmente del estilo usado en el 2006 para optar por ese mismo cargo, caracterizado en ese entonces por un lenguaje de confrontación llevado en un interminable periplo del presidente Chávez por el planeta en una campaña poco usual, que a pesar del carisma del Comandante y de sus generosas ofertas, no logro convencer, ya que Venezuela obligo a que se repitieran 46 vueltas electorales sin éxito”, recordó Alcalay.
“Esta vez el trabajo silencioso logró el endoso de la región, que le permitió recurrir a la práctica habitual que es el intercambio de votos, sumado al hecho que Venezuela no tenía adversarios para la representación de la región, por lo que las otras regiones -incluyendo a Europa y a Estados Unidos- aceptaron la práctica usual y automática que es el de la rotación”, completó.
El diplomático concluyó su exposición con una expresión de deseo: “Ojalá no represente un nuevo paso de contradicciones y confunda sus responsabilidades de acatar el consenso del Consejo de Seguridad por una ‘diplomacia del conflicto'”.
Infobae
Foto: AFP – AP
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