Las franquicias manejan mucha información sobre sus abonados y jugadores, una medida muy útil, pero que cruza límites de privacidad
Las franquicias de la NBA saben todo de sus abonados, como qué compran y cada cuánto tiempo. También saben todo lo que hacen sus jugadores en la cancha, y desde hace poco, también empiezan a saberlo todo de sus jugadores fuera.
Gracias a una serie de pruebas médicas, los equipos se informan sobre qué comen, cuáles son sus hábitos alimenticios y tiempo de descanso, para tratar de prevenir enfermedades y ayudar a corregir trastornos de sueño o dietéticos, con diversas analíticas y exámenes.
La NBA pasó a ser una especie de “Gran Hermano”, vigilando a sus jugadores de forma muy controvertida. Si bien en algunos casos sirvió para mejorar, otros empiezan a discrepar con esta invasión de la intimidad.
Ahora, no sólo se capta 25 veces por segundo lo que ocurre en la cancha con el objetivo de medir el rendimiento. Lo rápido que se mueve cada jugador, la distancia que recorre, número de veces que tiene el balón y cuánto tiempo, cuántos pases da, impacto defensivo y ofensivo, también son útiles para entrenadores, médicos y preparadores físicos. Les sirve para conocer el rendimiento y desgaste de los jugadores, lo que optimizar los tratamientos de recuperación.
El mánager general de los Kings, Pete D’Alessandro, declaró en ESPN al respecto del control biométrico: “Tenemos que tener un impacto e influencia en su vida privada. Puede ser algo consensuado”. Los equipos quieren saberlo todo de sus jugadores, ya que les pagan grandes fortunas.
Por ejemplo, Mark Cuban, el propietario de los Mavericks, puso a disposición de sus jugadores un dietista y un psicólogo. Desde el año pasado también estudia su tiempo de descanso y horas de sueño con pulseras para analizar también cómo afectan los viajes, diferencias horarias, cambios de rutinas.
Otras cinco franquicias, apunta ESPN, convencieron a sus jugadores para que luzcan un parche en el torso que monitoriza las horas de sueño, temperatura corporal, posición del cuerpo, y la ingesta de alcohol. Los parches deben usarlos en los entrenamientos y en su vida privada, lo que devela cuando juegan con sus hijos o desgastan el físico en actividades más íntimas.
En cuanto a los deportistas, temen los controles por parches y pulseras pueda ser usado en su contra o que se filtre la información y pueda afectar a la hora de negociar un contrato con otro equipo. Esta problemática será uno de los principales caballos de batalla a la hora de renegociar el nuevo convenio colectivo en 2017.
FUENTE INFOBAE
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